jueves, 18 de mayo de 2017


MARGARITO CUÉLLAR




Papeles
(Versos encontrado en una página de Wilkipedia)



No sabemos qué guardan
si algo decían son ahora invisibles.
Quizá atestiguan un enlace
el nacimiento de un hijo
la desaparición de una ciudad,
de otro modo no estarían aquí:
mudos testigos de una historia
abolida hace siglos.
Sus letras, devoradas por la aridez
se han ido, alguien las robó
o fueron borradas para olvidar
las faltas ortográficas del tiempo.
Imposible saber qué nombran
qué notifican, de qué advierten.
La verdad que un día fueron
carece de valor en una patria
en la que todo, ¡dije todo!
hay que nombrar de nuevo.




JUAN GARRIDO

  

 
Faust:  and now, here I am what I am, and I don’t think I am something else….
Sketches of ‘My Faust’ Act II- Scene 5 (Selected Writing of Paul Valéry)



pienso que estoy escribiendo

un poema sobre la nada, ni para nadie

no sé si empezar hacer un hoyo en la página en blanco

y cavar, para que los versos vayan apareciendo

o los queme el sol  en esa línea que alguien escribió

en la pared acribillada de balas, con sangre, y un cadáver;

sino acribillada de abandono y perderlo todo.

En aquella ciudad bombardeada

que aparece de vez en cuando en la lectura de un café

o en el bostezo del noticiero

al anochecer arranco vuelo con una frazada envuelta

en pesadillas de los días caminando

con mis zapatos rotos, gastado de ir y no llegar a ningún lado

sin tener donde entrar o abrir una puerta, ni mirar por el marco del amanecer.

Esta noche encontré un lugar para dormir

un mueble arrastrado por las aguas del huracán hasta este lugar.

La noche, es hoy, la noche sin nada más que decir

que escribo en esta lengua

y que tú no entiendes, ni un puto sonido, ni un puto pronunciar,


escribo sin ningún lector, ni siquiera para la ceguera de Borges cuando  le leí 

esta línea:

cuando yo escribo algo, tengo la sensación que algo preexiste


MATILDE CASAZOLA





Este mi Dios tiene callos en los pies,
es un apasionado de la música selecta
(¡cómo ama los violines!)
y tiene unas cuantas muelas rotas.

Ya os estaréis dando cuenta de que mi Dios no es ningún superhombre.

Lo adoré mucho tiempo
en altares fastuosos,
en templos misteriosos
perfumados de incienso,

pero mi Dios estaba caminando conmigo por las calles
tropezando en las piedras
muerto de hambre algunas veces
y otras, ¡qué azul! columpiando de los árboles.

Le alquilo mi corazón desde el comienzo,
y es tan insólito este inquilino
que por timidez no le cobro casi nunca.
Además, a veces me paga adelantado.

Debo reconocer que es un gran compañero;
lo prefiero a todos los dioses verdaderos.

Y tengo la ventaja
de que morirá conmigo.
(O a lo mejor me hace trampa y permanece vivo…)

Pero no.
Aunque desconcertante, siempre me ha sido fiel.
Cuando más ha de decirme:
-¡Ven! Yo conozco un sitio…-




MARISOL BOHÓRQUEZ GODOY




El día de mi muerte



Todo aquí es silencio…
No suenan las campanas de la iglesia de mi pueblo
ni la voz de mi madre indicando que la cena está lista.
Se ha callado ese rumor de puertas
que anunciaba tu entrada.
Ya las cigarras no vendrán a despertarme
con su estridente sonido,
ni el frío me hará buscar tus brazos.

Aquí, donde yace mi cuerpo sin vida,
extraño el odioso ruido del reloj
y comprendo por fin los gritos
que traen la mejor noticia del día.

Ahora que no estoy bajo la misma mañana
de ojos paridos por la luz,
no podré decirle gracias a las horas,
ya no escucho sus voces.

Mi corazón ya no late de este lado
donde el tiempo no existe.


De: “La soledad de los espejos”


ALEJANDRA MORENA MORAES




Sombra



en el espejo hoy no soy yo
mi rostro es un manto ácido y enmudecido
y mi cuerpo
un camino lleno de despojos y memorias
trocha impenetrable.



LILIAN SILVA



 
El círculo de los ojos tristes



Alguien grita sobre la acera
ocupa la noche en un banco solitario
y entre sollozos sostiene un perro
en el regazo

Unas mujeres abrazan clavos a sus rodillas
reclaman a sus hijos, se arrastran, nadie las ve
nadie las escucha. Existen.

En el tablero los peones mueren
también el rey, la reina
sobrevive la torre
y un caballo al que muerde la madera.

Afuera alguien me llama
pero juntos no cabemos en su viaje
la memoria de la madrugada, los balazos al alba,
un insecto en el relieve del vidrio esmerilado
hace sombra, tiembla mi dedo mientras lo empujo,
todos asustamos a la muerte.