"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 20 de enero de 2025
ALDO VICENCIO
El nuevo desasosiego de Hamlet
fracción
de la especie,
umbral:
escamas adosadas,
el ensayo de un amor oscuro
cortina
abierta, ardor frío
aquí
las sombras no nadan
[el eremita nace de un árbol
espadas,
incertidumbre que navega
apenas
oración, adivinación malograda
ante
oquedades, espejos de humo
como canto, niños abandonados
hay
ángeles malévolos que sueñan mariposas
éste
gusto de no ser ni poseer
se arrodilla ante el desierto
liban
animales sin inocencia
en el agua, nubes confundidas
[sin párpados ante la luz
ciruelos de lágrimas
entre
pasillos la neblina
reiteración
de la tarde: éste no-momento
suntuosidad
carente
coronas de fertilidad
entre
dos fresnos, cauda circular de palabras
código de oraciones que se reiteran
y bordan un ojo de obsidiana en la hierba
lo
que vendrá no será recordado ni visto
cráneos
entre flores, pétalos entre dientes
las generaciones han renunciado a su
linaje y solo dibujan
acantilados
de estrellas: el agua del mar solo carcome…
HUGO OQUENDO-TORRES
Pictogramas
Hombre del linaje perdido
tu
mano roja pinta fuerza y poder,
memoria
de las primeras cacerías;
rastreador,
que al olfatear las huellas
del
animal herido,
contempla
cómo galopan los signos.
En
las eras que sepultaron su voz,
viento
y mar,
el
rito quedó grabado en la roca,
donde
los dioses trazaron su nombre.
IKU TAKENAKA
Mis libros
Ah,
cuando pienso en mis libros,
siento que me estrangulan.
Los libros que coleccioné con devoción
desde que tenía 15 o 16 años.
Me habían acompañado durante mucho más tiempo que mi media naranja.
Aunque nunca los había contado,
había más de 3000.
¡O tal vez 4000!
La mañana del 5 de junio de 1945,
los tenía todos conmigo
y fui testigo de su fin
cuando se desvanecieron en humo.
Más tarde encontré un lugar donde vivir.
Alguien nos dio colchones.
Pero mis libros,
mis desafortunados libros, no volverían.
Mi vida terriblemente sombría y desolada.
Oh, mis libros.
De vez en cuando paso sus páginas en mis sueños,
hay algunos pasajes que me he aprendido de memoria.
IVÁN URIARTE
Fiduciaria
Tiemblo
cuando oigo hablar de dinero
(hay un sonido de heces fecales que nadie advierte)
me sonrojo. El pulpero, el traficante de bienes, el comisionista, el
tecnócrata,
el banquero, el carnicero, el narcotraficante,
el
asaltante…
Diestras arañas en su tela esperando siempre la presa.
Ese olor de papel mal oliente lleno de tinta de imprenta los domina y los
gobierna.
Pierdes cualquier sentido de parentela, nexo de amor, fraternas
relaciones estrecha amistad.
Todo lo desfasa el muy poderoso caballero.
(Cómo
prefiero y envidio la vida de las sabandijas serpientes o
leones
cuyo primario instinto es vivir, sobrevivir y reproducirse pero no
el de hacer dinero, amasarlo, acariciarlo con
quien
acarrea el domo de un biselado cráneo
preguntándose:
“Tengo dinero existo, No tengo no soy”)
Escribir
un poema transgrediendo la blancura útil del papel
no reporta ni siquiera para el litro de leche del hijo
que comienza a dar el primer paso.
No tiene ningún valor de cambio
ni en el recital ni en el periódico donde lo publicas.
Invaluable cero improductivo.
El
presidente en su discurso de toma de posesión prometió todo menos cultura
(cuesta y no produce, pensó)
Habrá
Kioskos de cibernética, Mac Donalds y empleos para todos,
dijo
tozudamente
chupándose la martillada boca de anciano sin cualidades.
Que
un hombre escriba signos para mantener el decoro del
lenguaje
no vale nada todavía en un Estado Cimarrón.
La Nueva Era. La Cibernética de la pobreza.
Un Plan Nacional de Desarrollo a 25 años de plazo cuando el sapo
eche
cola.
¿Es que el poema erigido contra la usura de los mega salarios, el
desempleo y la marginación constante
florecerá… circulará de mano en mano
como aurífera inesperada moneda?
Julio, Sept- 03
CARLOS RIVAS LARRAURI
Pue´que me rajara
¿Que
vaya yo a verla?... ¡Ni manque esté loco¡
¡Antes qu´ir a verla, primero me matan!
Pa mi, como muerta;
a mí no m´importa qu´esté güena o mala;
yo no tenga culpa de lo que le pasa.
Y... mira, mi cuate, por lo que más queras,
no güelvas a hablarme d´esa desgraciada;
ni quero oir su nombre,
ni quero, ya d´ella saber ni palabra.
Tu sabes, mi hermano, que yo la quería con todita mi alma;
harto a ti te costa qui a naide en el mundo, crioque ni a mi madre,
¡ni a mi madre santa he querido tanto como a aquella ingrata...!
¿Pa´quén trabajando me pasaba el día?... ¿Pa´quén era todo lo que yo ganaba?..
¿Pa´quién mi cariño?... ¿Pa´quén mi costancia?..
Y aluego... ¿pa´qué? Dimpués de todo eso, ya vites, manito, cómo jue la paga...
Dendi antes, mucho antes qu´ella se largara,
yo vide clarito que ya mi cariño no le daba di ala;
yo vide clarito qu´estaba a desgusto; ya no era la mesma mujer de su casa;
ya era sólo el lujo lo qué le cuadraba.. Y como soy probe,
y pa ella era poco lo que yo ganaba, no quiso la indina seguir siendo honrada,
s´echó pa la calle... se tiró a la vida... y jue una de tantas...
Y ora qui han pasado dos años de qui anda
rodando y rodando mesmamente como si juega hilacha;
ora qu´está probe; ora qu´está mala;
ora que no tiene quen si ocupe d´ella,
ni quén se priocupe de lo que le pasa;
ora que ricuerda que cuando era guena nada le faltaba,
ora es cuando qu~e que yo la perdone
y que vaya a verla, pero... ¡qué esperanzas¡
¡Antes qu´ir a verla primero me matan!
Pero, oye, manito.. . aguárdati un pelo;
hazme una valona antes que te vayas; di ai sobre la mesa agarra esos jierros,
son los de mi raya.
Llévaselos todos... llévaselos luego.
No vaya a ser cosa de que li hagan falta...
Pero eso sí; júrame que no has de decirle de mí una palabra...
No quero que sepa que mi ocupo d´ella,
No quero que sepa ni quén se los manda,
porque, si si alivia, pue ser qui algún día,
la muy atascada, si alcanzara el punto de venir a verme
pa darme las gracias, y si viene a verme y en sus ojos prietos
-más prietos que su alma-, deviso que bulle siquera una lágrima,
pue que me ricuerde de cuando la quise con todita mi alma;
pues que me ricuerde que sólo vivía resollando el aigre qu´ella resollaba;
pue ser que de nuevo me buiga esta cháchara,
y manque he jurado que nada ni naide,
por nada del mundo, mi hará perdonarla,
si ansina sucede... si ansina ricuerdo...
si miro en sus ojos siquera una lágrima...
antonces, mi cuate... ¿pa qué he d´engañarte?
Manque soy muy hombre... ¡pue que me rajara!