jueves, 21 de mayo de 2015

CAROLINA CORONADO


 

Nada resta de ti...

 

Nada resta de ti..., te hundió el abismo...,
te tragaron los monstruos de los mares...
No quedan en los fúnebres lugares
ni los huesos siquiera de ti mismo.

Fácil de comprender, amante Alberto,
es que perdieras en el mar la vida,
mas no comprende el alma dolorida
cómo yo vivo cuando tú ya has muerto.

Darnos la vida a mí y a ti la muerte;
darnos a ti la paz y a mí la guerra,
dejarte a ti en el mar y a mí en la tierra
¡es la maldad más grande de la suerte!...

 

 

 

JAIME SILES


 

La tierra de la noche

 


La noche te escribe,
                          te transcribe,
                          te inventa.
                                     Así,
                                         sobre el papel,
lienzo tan sólo,
                       tiempo:
papel donde la noche
abriera sólo
la tierra de su efigie,
la figura,
el cuerpo del que brotan
los invisibles signos.
                   La Tierra
de la noche
la Terra della Notte,
terracota o destino
o escritura que inventa
lo distante de ti,
lo más allá de ti:
alfabeto nocturno de la nada.

 

 

RUBÉN DARÍO



Programa matinal

  

¡Claras horas de la mañana
En que mil clarines de oro
Dicen la divina diana!
¡Salve al celeste Sol sonoro!

En la angustia de la ignorancia
De lo porvenir, saludemos
La barca llena de fragancia
Que tiene de marfil los remos.

¡Epicúreos o soñadores
Amemos la gloriosa vida,
Siempre coronada de flores
Y siempre la antorcha encendida!

Exprimamos de los racimos
De nuestra vida transitoria
Los placeres porque vivimos
Y los champañas de la gloria.

Devanemos de Amor los hilos,
Hagamos, porque es bello, el bien,
Y después durmamos tranquilos
Y por siempre jamás. Amén.

LEOPOLDO LUGONES


 

Rosa de otoño

 

Abandonada al lánguido embeleso
que alarga la otoñal melancolía,
tiembla la última rosa que por eso
es más hermosa cuanto más tardía.

Tiembla... un pétalo cae... y en la leve
imperfección que su belleza trunca,
se malogra algo de íntimo que debe
llegar acaso y que no llega nunca.

La flor, a cada pétalo caído,
como si lo llorara, se doblega
bajo el fatal rigor que no ha debido
llegar jamás, pero que siempre llega.

Y en una blanda lentitud, dichosa
con la honda calma que la tarde vierte,
pasa el deshojamiento de la rosa
por las manos tranquilas de la muerte.

 

 

 

 

DELMIRA AGUSTINI


 

El vampiro

 

En el regazo de la tarde triste
Yo invoqué tu dolor... Sentirlo era
Sentirte el corazón! Palideciste
Hasta la voz, tus párpados de cera,

Bajaron... y callaste... y pareciste
Oír pasar la Muerte... Yo que abriera
Tu herida mordí en ella  -¿me sentiste?-
Como en el oro de un panal mordiera !

Y exprimí más, traidora, dulcemente
Tu corazón herido mortalmente,
Por la cruel daga rara y exquisita
De un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto!
Y las mil bocas de mi sed maldita
Tendí á esa fuente abierta en tu quebranto.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

¿ Por qué fui tu vampiro de amargura ?...
¿ Soy flor ó estirpe de una especie obscura
Que come llagas y que bebe el llanto ?

 

 

LUIS G. URBINA


  

Madrigal

  

Déjame amar tus claros ojos. Tienen
lejanías sin fin, de mar y cielo,
y sus fulgores apacibles vienen
hasta mi corazón como un consuelo.

Deja que con tus ojos, se iluminen
mis viejas sombras y se vuelvan flores;
deja que con tus ojos se fascinen,
como aves de leyenda, mis dolores.

Que vea en ellos astros errabundos,
que en ellos sueñe inexplorados mundos
que en ellos bañe mi melancolía...
Son tristes, luminosos y profundos,
como puestas de sol, amada mía.....