jueves, 27 de agosto de 2020


UMBERTO SENEGAL





Libélulas
sobre el chamizo.
Ardoroso verano.


JOSELA MATURANA




El verano



Tendrán que venir los ojos del estío,
ojos perfilados al horizonte como lunas
o albercas turbias de espejos más recientes.
Tendrán que venir con los vivos y los desconocidos,
con los abandonados por la brasa de agosto
y el metálico juicio de un cuerpo al que yo amé
al calor que hoy le impide brotar sobre esta noche,
como un hueso botánico del sur oliendo a tierra
dejada, clausurada al verde desarrollo,
apenas arrancada del sol de los preludios,
de los arcos y fustes que sujetan al hambre,
al afán de vivirnos rebasando paisajes.
Tendrán hoy que venir los ojos de los ojos
palpando tiernamente mi frente desolada,
la fiebre de mi barrio, su sudario de grillo,
al ver que no he devuelto las flautas melancólicas
ni he cerrado ventanas calladas ni portales,
ni he vuelto por el alma quemada del estío
a retomar las voces gritando en el silencio,
el recuerdo que funde la voz y el territorio
y advierte que el verano resume las visiones
del amor cuando pudo desear e incendiarse.
Tendrán hoy que venir los ojos de mi estío,
negando los glaciares, las lágrimas sin tiempo,
los rastros de la ciencia fugados a los cielos,
la fragua sepultada en veranos de infancia,
incinerados salmos de hebreos renacidos
o arábigos encuentros en playas de sus iris,
volviendo, regresando, por ojos de sus ojos.



MANUEL MAGALLANES




De mis días tristes



Quedo, muy quedo penetré a tu alcoba
y ahogando el rumor de mis pisadas.

Avancé...

Ya la luz desfallecía.
El aposento sumergido estaba
en una claridad tenue y dudosa;
y era esa claridad así tan lánguida
como la suave luz de tus pupilas
cuando mi boca febriciente y ávida
muerde la dulce carne de tus labios...
Entonces languidecen tus miradas
con desfallecimientos de crepúsculo.

En el limpio cristal de la ventana
agonizan reflejos purpurinos
y las sombras germinan en la estancia.
como un  florecimiento de tristezas
en los pliegues recónditos de un alma.

Flota un vago perfume... Así el perfume
de tu alma de mujer enamorada.
Así tan leve, así tan vago... Acaso
este perfume delicioso es tu alma!

Acaso este perfume es el espíritu
de aquellas pobres rosas deshojadas
que por buscar el sol del vaso huyeron
y sin sol se quedaron y sin agua...
Acaso este perfume delicioso
así tan leve, así tan vago, es tu alma!

Aquí la mesa pequeñita en donde
llorando escribes tus amantes cartas:
allí tu traje rosa, cuya seda
el tibio aroma de tu cuerpo guarda;
allá en el muro, hundida en la penumbra,
la silueta borrosa de una santa;
acá el vacío espejo de Venecia
como un pozo de sombra, y de la estancia
en un ángulo oscuro, el blanco lecho,
como un altar de albura inmaculada!

De rodillas caí junto a aquel lecho
y convulso de amor besé la almohada,
y el tibio aroma de tu carne virgen
busqué, besando las revueltas sábanas
que ajé ardorosamente en mi locura...

Y hallé las dulces huellas que buscaba
y el tibio aroma de tu cuerpo amado
llegó hasta el fondo mismo de mi alma.

Y lloré de placer y de amargura,
y amoroso besé, mordí con rabia
y fué un delirio enorme y angustioso...

Temblé.

               Miré en redor y mi mirada
se hundió en la negra sombra de la noche.

Sentí fuego en los ojos...  Eran lágrimas.
Tambaleando salí, como un demente,
y abierta y sola se quedó tu estancia...


ROQUE ESTEBAN SCARPA




Leerán algún día



Escribo para alguien que me espera.
No sabe que me espera. Cualquier día
encontrará la palabra quieta con su ansia
y le dirá mi sentido a su sentido.
Quizá resbale por ella y no la entienda.
Hay que respetar al tiempo. El sabe madurarnos.
Puede que la verde palabra bajo su sol grane
o que el alma tierna le urjan gravedades,
sonrisas entreveradas entre los grises,
alguna ortiga de ira que la irrite,
un moho triste que contenga salvaciones,
azulear fugitivo entre densos líquenes,
por la complejidad de serlo no decir hombre
en el recuerdo que despierta a la memoria
de esa sucesión de olvidos que es su sueño.
Algún día, alguien leerá lo que no he escrito,
pero su apariencia lo moverá a lo eterno.


PEDRO PROVENCIO




Luz en desarmonía…



Luz en desarmonía
entre las dos imágenes que emergen
del blanco incuestionable.

Dos surtidores que al mirarse

pierden identidad y se vacían
hasta quedar a la intemperie

de su sed. Ya no pueden

resolver ni eludir la interrogante
mutua que los confina

en un nidal de transaprencia crítica.
Es el vacío explícito

de la mirada lo que buscan
las manos a lo largo de la piel.

No hay más respuesta ni más rumbo

que los ojos mirándose
desde la sombra de la lucidez

para hacer segregar a todo el cuerpo

jugo de voz, y a toda la presencia,
forma de solo ser

el instante que, en vez de pasar ve.



IRMA TORREGROSA






Nunca pusimos retratos sobre la mesa
ni escribimos cartas
preferimos siempre el arte del presentimiento,
hallarnos en el latido de las puertas
y amoldar los sueños a las curvas del sofá

Nunca tomamos fotos ni asistimos a fiestas
siempre preferí quedarme en casa
y astillarme trabajando en los detalles de tu cuerpo

Recibías mis manos como el mar recibe los barcos
con el vaivén propio de lo incierto


De: “Mar de fondo” (fragmento)