domingo, 27 de enero de 2019


XAVIER OQUENDO





Cédula



Mi nombre es Abraham:
me bauticé a mí mismo
con sangre de gitano compulsivo.

Di de comer y beber a Los bíblicos.
Juntos subimos al monte
y en él dejamos grabada
la huella de nuestra parábola de viento.

Al bajar, comenzamos a buscar
la tierra prometida
y saltamos enormes lagunas
de desavenencias.

Entonces, nos hicimos mayores
y salimos de fiesta por cada casa
y de estrella por cada noche.

El silencio ha sido mi arma,
pero he hablado mucho.

Tuve los guantes del poder
y los perdí con creces.

Los amigos no hicieron caso omiso
de la ley de mis palabras.

He decidido sacrificarlos.

Subiré al monte
y llevaré un cordero
que los sustituya.

Los lloraré en silencio.

En ese silencio que no es el olvido.




LUCILA NOGUEIRA


  


IV



El oro americano para las guerras
El oro americano para las deudas
Tantos años de luchas y guerrillas
Y cañones y yugos y caudillos

Esta virgen de plata es insolente
Su brillo es un ultraje al pueblo indio
Tan puro y tan ingenuo en la selva
Asesinado en el colonialismo.


De: “Poemas del Ainadamar”.



RAFAEL TIBURCIO GARCÍA





Quinta tribulación: 8 de junio



Hay una orilla que me sirve de banca,
un pequeño muro de contención de un puente a ras del suelo
donde me siento a esperar el transporte
que me llevará a casa.

Diariamente camino un par de kilómetros cuesta abajo
desde la oficina al parabús,
mientras un valle y sus cerros distantes me observan;
y sólo esta carretera, que no se detiene,
que resulta insoportable sin uno o varios cigarros,
irrumpe con violencia el paisaje y el camino
de las abejas, los nopales, el tezontle,
las serpientes.

Cada día mientras espero sentado, con el sol a mis espaldas,
encima de ese canal (seco) de aguas negras,
regresa aquel sentimiento
parecido a la desolación, pero que es otra cosa,
y sólo ocurre en esa esquina…

¿Cuantos sitios más,
en la ciudad, en el mundo,
—la banca de un parque, algún semáforo,
el farol de una plaza a cierta hora del día—
latirán con esa misma vibración
que borra al resto de las personas y me lleva
con un pequeño salto
al porvenir?

Me pregunto si así va a sentirse
el corazón, como ese valle muerto,
como esa esquina del puente poco antes del crepúsculo,
cuando el último hombre pise esta Tierra
el día de Tu juicio.


MAURIZIO MEDO





Maia



Quién quiere mantras tensos en éxtasis sensible
La exégesis del agua
Unos signos en número de cuatro
Quién la mente primordial poniendo a prueba toda fe
Medir con pallares lo invicto en la conciencia
Ver almas combadas en cuerpos minerales

Quién quiere, pues,  el reloj hundido en los osarios
para despojarse en vida de la vida
Las polillas del Bristol exaltadas
alrededor de las estrellas
O al arboris mundi profanado con neón

No way

La noche es ascua virgen
Golpes de luna
Combustión escondida

Su inmácula inflexión es amatista

Queda lejana la extrañeza del estar

Hay loto en el mandala de tu corazón

Ohm shantih



OLGA LEIVA






mandibulada recorro la tierra de los hombres. sus dagas acaban en mi boca. sus trampas devoran. me refugio en el vientre del viento. en la barriga del sielo. la guarida está en la madera. en el paladar de las membranas sin piel. la pleura se expande. una begonia quemada retorna a la planicie del mar. su cama de clavos ya no comulga conmigo. la he comido lentamente en su plato de hierbas y hormigas. lo demás me ha condenado mientras navego dentro del barco del espanto. mientras lamo sus pétalos de éter. mientras me alejo del aroma fabricado en la palma de mi mano. en la fauna del humano cantan las lenguas del viento. el sielo fatuo. la aurora hambrienta. los dedos retornan a la mar desoladora. el canto sopla y aturde. el silencio saturado febril encanta y copia. la vena del viento: encanta y copia.



ANA MINGA





5



La memoria muestra ojos deteriorados
la muerte se arrastra como un enfermo
los demonios murmuran cuchillos
mientras las cosas raras se sientan
el lado mas oscuro del cuarto siente el temblor de las
manos
todo tiembla
cuando el Dios vino reza en las venas.



De: “Pájaros huérfanos”.