viernes, 7 de marzo de 2014

ENRIQUE GRACIA TRINIDAD




Ahora en este encuentro 



Cuando la fiesta del señor se acaba
y empieza la del siervo...
-quizá tan solo un niño sueña con el mar-
cuando ya desoladas las botellas ofrecen lo que no pudo
entrar en las frágiles copas... 

Ahora es cuando entro en la partida, ahora
es cuando juego mi baza
y abro mi camisa.
Ahora,
cuando la noche vino a encamar al hombre del smoking
y la señora del collar y el traje supercaro
es una prostituta,
ahora que las acciones duermen en la banca
y el sereno es un búho taciturno. 

Vedme bajar del humo de un cigarro o del perfume
de un frasco Made in France que se ha quedado
abierto en la consola. 

Soy un nocturno pájaro sin sueño, me poso en el alero
de las torres, descubro vuestra noche,
hago de voceador, me infiltro en vuestro lecho
y voy dejando negras pesadillas en los párpados,
en los labios que alguna vez besaron,
que alguna vez besaron...
Desde las chimeneas sé lo que os ocurre,
desde los altos techos de técnica y lujuria
descubro a las parejas que se aman,
y a los que no saben qué van a comer cuando despierten.
Mi carcajada y mi llanto dibujan escalofríos
en todos los pijamas.

Pienso en mi amor dormido hace algún tiempo,
y en amplios butacones donde vivir no es ningún milagro.
Cuando viene la luz arrojo este cansancio
y enciendo un cigarrillo por el mundo.
Alguien me pide fuego y os puedo asegurar que no lo entiendo.

De "Encuentros"


FRANCISCO BRINES




Muros de Arezzo
  


Dentro de aquella descarnada iglesia
la nave era una sombra, cuyo aliento
era un vaho de siglos, y en la hondura
vimos la luz sesgando el alto muro.
Y el sueño humano allí, con los colores
del más ardiente engaño, las cenizas
del deseo de un hombre sepultadas
en árbol, en corcel, séquito o ángel.
No puso fantasía ni invención:
sobre la faz del hombre y de la tierra
dejó el orden debido; y admiramos
no la belleza física, la imagen
de nuestra carne serenada. Suma
de perfección es la cabeza humana,
sin fuego de alegría y sin tristeza;
ni altiva ni humillada bajo el arco
del aire azul, tan quieta la mirada
que deja a los caballos sin instinto,
sin crecimiento natural al árbol.

Se nos narra una historia de este mundo;
el pretexto remoto de unos seres
como nosotros mismos, mas sabemos
que el bien y el mal aquí no son pasiones.
La pintada pared nos muestra el sueño
que abolió nuestra escoria: son iguales
el moribundo y el que ama, reyes
y palafreneros, montes o lanzas,
la desnudez y el atavío, sol
o noche, los piadosos y el guerrero,
la sed y la coraza, quien vigila
y el dormido en la tienda, la señora
y sus damas, el estandarte rojo
y el sepulcro, el joven y el anciano,
la indiferencia y el dolor, el hombre
y Dios.
             Enamorado alguna vez,
y haciendo realidad el viejo sueño
de una mejor naturaleza, quiso
la perfección. Recordando el amor,
la dicha mantenida, sus pinceles
conservaron los hábitos y gestos
terrenales, copió la vida toda,
y a semejanza de él, aunque visible,
un aire hermoso y denso allí respiran
logrando un orden nuevo que serena:
feliz; sin libertad, vive aquí el hombre.


"Palabras a la oscuridad"


VICENTE MOLINA FOIX




Matchmaking



Con los años
me estoy haciendo
un excelso
casamentero
de antiguos
amores.

Visito en las ciudades
más pobladas
de tres países
a parejas estables
que se cogen la mano
agradecidas
y tienen el detalle de tenerme
en el altar
de sus aparadores
con una foto
de entonces,
muy favorecedora.
He llegado a contar
en hogares felices
seis libros dedicados

de mi puño y letra
con promesa
de amor eterno.

Y en un caso reciente
pude reconocer
la chaqueta de punto
tejida a mano
que regalé a mi amante
por Reyes
llevada por el otro,
y unas manchas de vomitona mía
en el entarimado
de la alcoba
que hoy me está prohibida.
Soy el visitador
de los enamorados.


Si es verdad, como dices,
tú, conciencia,
la que no miente,
que ya no sé amar,
reconoce al menos
que preparo muy bien
a quienes yo renuncio
para las duras pruebas
del amor de verdad.

CLAUDIO RODRÍGUEZ




Como Si Nunca Hubiera Sido Mía



Como si nunca hubiera sido mía,
dad al aire mi voz y que en el aire
sea de todos y la sepan todos
igual que una mañana o una tarde.
Ni a la rama tan sólo abril acude
ni el agua espera sólo el estiaje.
¿Quién podrá decir que es suyo el viento,
suya la luz, el canto de las aves
en el que esplende la estación, más cuando
llega la noche y en los chopos arde
tan peligrosamente retenida?
¡Que todo acabe aquí, que todo acabe
de una vez para siempre! La flor vive
tan bella porque vive poco tiempo
y, sin embargo, cómo se da, unánime,
dejando de ser flor y convirtiéndose
en ímpetu de entrega. Invierno, aunque
no esté detrás la primavera, saca
fuera de mí lo mío y hazme parte,
inútil polen que se pierde en tierra
pero ha sido de todos y de nadie.
Sobre el abierto páramo, el relente
es pinar en el pino, aire en el aire,
relente sólo para mí sequía.
Sobre la voz que va excavando un cauce
qué sacrilegio éste del cuerpo, éste
de no poder ser hostia para darse.




LEOPOLDO MARÍA PANERO


  

Érase una vez



Cuentan que la Bella Durmiente
nunca despertó de su sueño.

FRANCISCO PINO


  

El mendigo



Algo se muestra claro, nítido: Pedir.
He de pedir.
Aprenderé a pedir.
Mi oración arrancará de Dios mi persona.
Mi figura será revelada por mi oración.
Sin que las figuras del retablo colaborasen para salir al alba, ¿salieron al alba?
Como las figuras salí.
Del mismo modo que las figuras que trabajó otra mano y dibujó la luz, yo salí sin mí a mí.
Solamente en la oración trabajo mi persona y fraguo mi figura.
El mendigo soy. Sólo soy cuando extiendo mi mano a tu dádiva.
Como el mendigo, mi tarea es pedir.
Pediré habitar en la casa de Yavé todos los días de mi vida.