martes, 16 de agosto de 2016


PUREZA CANELO




¿Recuerdas aquellos días de mar



¿Recuerdas aquellos días de mar
que olita a olaza
unía los cuerpos
bata oscura con rosas en mi pecho
hasta cualquier hora de luna
porque si no estabas
era mi ser o las gaviotas
el jardín humano del perfume
en todos los instantes oleaje?
Recuerdas lo que traía el mar
invitado a nuestro asombro
por lo creado en vivo
dentro de una casa
y donde se tomaba la luz era la luz
colaborando a extensión del amanecer
desde lo más breve enamorando?



JUAN ANTONIO MASOLIVER



  
El amor es suplicio...



El amor es suplicio
y es también la escalera
por la que peldaño a peldaño
ascendemos
para rozar el cielo.
El cielo es un suplicio
y descendemos
y en cada peldaño las pisadas
del amor nos conmueven
y llegamos a la puerta
y al abrirla
estamos otra vez
en el paraíso. Ascendemos,
descendemos, sufrimos
y gozamos, entramos
y salimos, gemimos
y volvemos a gemir.
Pues nos amamos.


De: "Los espejos del mar"




LUISA CASTRO



  
Casi mediodía




Pero te dejo ir, te marchas, y yo ya no recuerdo
si debo sufrir, si es mi hora, mi llanto,
mi Penélope,
mi asiento duro y fácil
de tejedora a la sombra de una espera inconmovible:
te dejo ir y la mañana
cae espesa y ruidosa,
se postra en mis pasillos,
invade las cocinas y yo ya no te amo
porque no, no es del todo cierto un dolor tan constatable.

Te dejo ir y avanzas confusamente entre los parques,
estropeándolo todo con las huellas de
tus botas
grandes de soldado rubio.
Te vas a la guerra y decir miedo,
verte desaparecer diciendo hambre,
verte caminar con la muerte sonriéndote en la espalda,
prostituta de quince minutos estrechos
en la primera esquina, junto
a la tienda de puñales.


II

Y no, no es del todo cierto un dolor tan apreciable
porque hay una cosa entre los frigoríficos
que se llama resurrección
y cada hora decapitada, cada segundo
mutilado, cada vinculación ahí afuera
supone que los perros van a desaparecer algún día
con su fidelidad que traiciona rebaños,
con su estúpida conducta de amor incondicional y severo.
No es del todo cierto eso de que yo sufra,
pregúntale a una esfinge sin brazos
y con la nariz incompleta
si me ha visto pasar con lágrimas y duelo.
Quieren responderte con la misma frase lapidaria,
hija de siglos,
¡ah!, qué terrible llanto las cariátides, qué terrible llanto,
pero yo
no pertenezco a la historia
y no tengo amistades de piedra.
Yo, dulcemente, he llegado a la desmesura del amor,
a la cintura estrechísima de la soledad, dulcemente,
etcétera,
y mi alma alargada por el uso, estirada
y ensanchada
por los viajes fugitivos de tu cuerpo
acumula el aire y flota,
mi alma floja, preguntándose
qué es esa cosa de que te miren
todas las ciudades, de que te acojan todas las
Venecias.


De: "Odisea definitiva"



RAFAEL MORALES



  
Las amantes viejas



¡Ay, carne de destierro, ayer amante,
reseca carne vieja y apagada,
recuerdo ya del tiempo caminante,
desierto de ilusión, rama tronchada,
flor de la ausencia pálida y constante!

¿En dónde aquella luz de la mirada
escondió su fulgor y su hermosura?
Acaso boga ya, deshabitada,
por un cielo lejano, dulce y pura,
perdida, amor, herida y olvidada.

¡Ay, los pechos de nieve, casi vuelo,
de suave vientecillo y de manzana,
montecillos de amor, temblor de cielo!...
Como mis flores muertas en la vana
ausencia caen para buscar el suelo.

¿En dónde está la púrpura templada
de aquellos labios de mojado fuego?
Entró en ellos la noche despiadada
y todo lo dejó desierto y ciego,
todo destierro y sombra de la nada.


YOLANDA BEDREGAL




Holocausto 



Oh Cristo, yo quisiera de tu augusta cabeza
desclavar los espinos; endulzar tu martirio;
darte mi adolescencia como incienso en delirio;
alabándose en salmos, restañar tu tristeza.

Te volcaría en mi alma con la dulce certeza
de corporal expolio a cabezal de lirio.
Me inmolaría entera como ala sobre cirio.

El humo, en holocausto de mi cuerpo ofrendado
empapada en perfume la esponja de la hiel
y, unida entre llaga, mi vida en tu costado.

La culpa redimida y el mundo sin pecado
a la ultima palabra de Dios crucificado,
urgiría con rosa de amor tu humana piel.



JOSÉ LUIS CANO



  
Desnudo



Lame, arena, su cuello, y ciñe fría
su adormecido seno en ti yacente,
que luego iré a besar esa serpiente
de tu lengua, que el viento desvaría.

Hiere mansa esa flor de la bahía
que asume su mejilla húmedamente,
y ciega esa callada boca ardiente
que no quiere besar la boca mía.

Roza luego su vientre, y la dorada
piel besa de su cálida cintura,
y allí en su centro queda enamorada.

Que ya te templará la calentura
otra flor de mi huerto bien rociada,
si tu lengua se quema en su espesura.