martes, 13 de noviembre de 2018


JULIÁN AXAT





Vecinos de calle 30



Ayer fui invitado de prepo
grupo “en Alerta”
el mismo día en el que en mi país
se celebra la sumaria mazorca de azules y pitufos

Bertolt Brecht me saluda desde su tumba a la distancia
Y también me saluda un vecino
desde su WhatsApp
el mismo que por la vereda ni siquiera me mira cuando paso

Mi amigo poeta de la 29 me dice que no tiene grupo “en Alerta”
y van apareciendo listas de la supuesta escoria que acecha a la 30
pinchan con alfileres a su Tablet vudú

Las mariposas negras en el nido el huevo
de la serpiente prontuaria
que se vuelve a morder la cola



SARA MONTAÑO ESCOBAR




  
¿De qué tengo miedo?



De qué estoy huyendo
si nadie me sigue.
Si soy una cuerda suspendida en estado de coma.
Si soy tan pequeña que me pregunto aún
¿existo?
Mi cuerpo mi
edad utensilio para devorar-mi
salvación -debí decir tuya mi
enfermedad para huir mi
designio y la voluntad mi
canto para no dormir mi
cabeza en tu boca ni mi
madre debió decir tuya mi
única enseñanza no mi
amor.
Debí decir mi
vida es la patria de mi
muerte.



RAMÓN MARTÍNEZ LÓPEZ





Cuando la lluvia cae

Negar el agua es negarse a uno mismo
Francisco Ruiz Udiel



Me resguardo del tiempo y la memoria
bajo el balcón del sueño y tu recuerdo.
Octubre siempre tuvo la melancolía de las horas
anestesiadas por la humedad de las caricias sin prisa.
Negar el agua es negar nuestros instintos,
alejarnos de su lenguaje que se asienta en la tierra,
rechazar nuestras raíces hasta hundirnos en el lodo.
Negar el agua es negarse uno mismo,
aniquilar el cuerpo deshidratando la sombra que proyecta.
Por eso, ahora que los años me liberan
de la falsa quietud que da la primavera,
abandono mi soledad de centinela
y me entrego a la lluvia que cae sobre mi rostro
sin saber que redentora será imagen de otros.


OCTAVIO PAZ





Más allá del amor



Todo nos amenaza:
el tiempo, que en vivientes fragmentos divide
al que fui
del que seré,
como el machete a la culebra;
la conciencia, la transparencia traspasada,
la mirada ciega de mirarse mirar;
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba,
el agua, la piel;
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan,
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba.

Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,
ni el delirio y su espuma profética,
ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan.
Más allá de nosotros,
en las fronteras del ser y el estar,
una vida más vida nos reclama.

Afuera la noche respira, se extiende,
llena de grandes hojas calientes,
de espejos que combaten:
frutos, garras, ojos, follajes,
espaldas que relucen,
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos.

Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma,
de tanta vida que se ignora y se entrega:
tú también perteneces a la noche.
Extiéndete, blancura que respira,
late, oh estrella repartida,
copa,
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.



PEDRO CASARIEGO





Santa tierra desterrada
                                                                                 1980



Tú sigues siendo
el misterio de las apariciones que nunca aparecen
  pero
   dentro de mí
     alguien
       cambió
         y no volverá a cambiar
           jamás

ya no hay llanuras en mis montañas
ya no hay llanuras y yo
yo olvido un sótano de recuerdos           dos sótanos llenos
y persigo sombreros alegres para dejar de olvidar
aunque ya se sabe
los sombreros huyen
  y la alegría
    y los gatos que no nos felicitan.

Olvido.

Olvido porque ya soy viejo o ya soy joven:
he sido tantos alborotos
      que ya soy viejo
he visto a tantos morir mi muerte
      que ya soy joven
he servido a tantos príncipes
he ambicionado piedra he falsificado labios y he jadeado
no he faltado a la cita y ahora
ya no hay fuego en mi fuego
o todas mis mentiras son mentirosas
y sólo el cansancio me da vida
y sólo tocas mi cansancio
y ahora
hoy nada me duele y tú no me dueles

las tiendas de ultramarinos y los cines de verano
y los guerreros indefensos
desaparecieron
ni siquiera los fabrican
fíjate qué triste

herrumbrosas y ajenas
                                  nuestra soledad es siempre de los otros
herrumbrosas y ajenas y tan herrumbre
las soledades que en mi acontecen
sin ruidos y sin silencios

hoy nadie me duele y tú no me dueles
mujer
            tan callada y pobre
                                                    como una grieta
santa tierra desterrada
yo que para escandalizarte he robado escándalos
sólo Judas pudo amarte como yo te amo
sólo Judas y sobre ti veo
al cielo que ganó el concurso de cielos
y al cielo loco que ganó el concurso de nubes
y hasta al único caballo que cabalga

                santa tierra desterrada
                tierra santa
                mi tierra prometida
                dama de la mayor distancia
                te he deseado siempre
                desde el primer reloj

                pero
              dentro de mí
            alguien
          cambió
así que pronto llorarán mis risas
y se arrastrarán mis vuelos
pronto
oiré un viento raptando hojas
y las noches sabrán ser días
  entonces
     inmediatamente

Ayúdame
soy un cristo que no tiene cruz
soy un cristo de crucigrama
ayúdame
tú la espina más remota
tú sueño que se desmaya
tú pequeña niebla de piel
tú que no mereces ser el cepillo de dientes de María Magdalena
tú puedes ayudarme
tú puedes ayudarme complicándome la vida
  complícame la vida
    complícamela

      tú que árida siempre te alejas
     dame abrazo y herida
     dame abrazo y herida para tener abrazo

                 tu que no existes
                 sólo tú puedes


SEVERO SARDUY





Caimito



Por la hoja del caimito
van dos colores trepando:
blanco y verde. No sé cuándo
ni dónde nació ese mito.
Salta el sinsonte contrito
y se reposa en la aldaba
de ese cenit, donde alaba
un azul más que celeste.
Y declama en sol: ¡Con éste
se acabó lo que se daba!


De: “Corona de las frutas”