"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 18 de octubre de 2017
MOISÉS VEGA
lejos
del trébol de cinco hojas
que es la infancia
hay una bruma espesa
un dédalo de esquinas mal trazadas
donde los locos sueltan la risa
como un conejo mágico
que es la infancia
hay una bruma espesa
un dédalo de esquinas mal trazadas
donde los locos sueltan la risa
como un conejo mágico
Odiseo
lo sabe y también Moisés
lejos del trébol que es la infancia
hasta las cosas remotas que nunca
alcanzamos
se tuercen y sangran sofocadas de tedio
lejos del trébol que es la infancia
hasta las cosas remotas que nunca
alcanzamos
se tuercen y sangran sofocadas de tedio
De: “Memorias del cuerpo”
JOSÉ DÍAZ CERVERA
Poema de perfil
Afilada
en la luz,
como un
amanecer doctorándose en el agua,
te miro
reclinada sobre el imán de ti,
cual un
reloj de sueño
en la
edad sudorosa del planeta.
Es
musical el vuelo en los pellejos del instante;
es nube
el fuego para el plumaje del delfín;
es una
cicatriz que viaja desde la comisura del insomnio
hasta
el párpado azufre de un mostrenco dios.
El
hombre soy,
el ojo
soy pulsando la armonía del estruendo,
la
incurable ternura de asfixiarme en las manos del olvido.
Y
porque platico a solas con tu nombre de finas muchedumbres,
y
porque estoy en el alvéolo de un polvo sin regreso,
sólo te
miro en la nítida estrategia de la cal
y en la
sabia inconstancia del vinagre.
El
hombre soy,
el
sueño soy,
el ojo.
HÉCTOR DE PAZ
(Toda pasión)
Toda
pasión
construye imperios
sobre fósforo y cal
(labios del polvo)
(huesos de amantes)
sobre fósforo y cal
(labios del polvo)
(huesos de amantes)
De: “Ahogada lumbre la sangre”
PAULINA VINDERMAN
Otra
vez cúpulas en el poema, otra vez la ciudad.
Las travesías se volvieron copias
de ciudades tocadas sólo por supervivencia,
para regresar a la mía.
Como si ella contuviera todos los números, los secretos,
las pasiones del mundo.
Alguna vez una calle me devuelve el desierto
y cuando oscurece,
las sombras de las bolsas de basura
son instalaciones de museo, que sólo puedo ver
cuando mi memoria agotada olvida el mar, aquellas grúas
detrás de las cercas, la mujer del turbante azul que
me vendió la caja mágica y la oportunidad
de atesorar mis miedos como mariposas atrapadas
en la belleza de su oro.
Hay que aprender la asfixia como se aprende un idioma.
Nadie llorará por la ausencia de las alas contra el cielo.
Las travesías se volvieron copias
de ciudades tocadas sólo por supervivencia,
para regresar a la mía.
Como si ella contuviera todos los números, los secretos,
las pasiones del mundo.
Alguna vez una calle me devuelve el desierto
y cuando oscurece,
las sombras de las bolsas de basura
son instalaciones de museo, que sólo puedo ver
cuando mi memoria agotada olvida el mar, aquellas grúas
detrás de las cercas, la mujer del turbante azul que
me vendió la caja mágica y la oportunidad
de atesorar mis miedos como mariposas atrapadas
en la belleza de su oro.
Hay que aprender la asfixia como se aprende un idioma.
Nadie llorará por la ausencia de las alas contra el cielo.
De: "El muelle"
MIGUEL VEYRAT
La libertad del
mirlo
Amor mío: la música siempre será
la misma mientras dure -rumor
de estrellas acordándose
con los verdes de hoja nueva
o rugidos de glaciares
pariendo nuevas fuentes: angustia
o silencio de huevos y placentas
so la furia brutal del sol. Lo nuevo
es el tono imperceptible
con que cada mirlo entona
de rama en rama su propia canción -acorde
con los golpes de los vientos,
de los tiros, los desgarros y los cebos
del aire envenenado. El ave
no tiene mente -su memoria no es la suya;
libre de toda razón humana
ignora la muerte que le aguarda
entre las sombras impasibles
de la extinción de su especie. Su canto
suena -sobre los limos pensantes,
igual que la inocencia primera
inserta en la ficción del tiempo: lleno
de ruido y de furia, tan bello
como inmenso y carente de sentido.
Amor mío: la música siempre será
la misma mientras dure -rumor
de estrellas acordándose
con los verdes de hoja nueva
o rugidos de glaciares
pariendo nuevas fuentes: angustia
o silencio de huevos y placentas
so la furia brutal del sol. Lo nuevo
es el tono imperceptible
con que cada mirlo entona
de rama en rama su propia canción -acorde
con los golpes de los vientos,
de los tiros, los desgarros y los cebos
del aire envenenado. El ave
no tiene mente -su memoria no es la suya;
libre de toda razón humana
ignora la muerte que le aguarda
entre las sombras impasibles
de la extinción de su especie. Su canto
suena -sobre los limos pensantes,
igual que la inocencia primera
inserta en la ficción del tiempo: lleno
de ruido y de furia, tan bello
como inmenso y carente de sentido.
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