martes, 13 de diciembre de 2016


ÁNGEL CRUCHAGA




Más allá de la vida...



Más allá de la vida,
triste como una selva abandonada,
miro irse las horas
en las lunas, los pájaros y el agua.

Tu corazón sonríe
sin mirar mi fatiga.
Te arrancaron los ojos
¿en qué calle siniestra de la vida?

Yo me iba al futuro
como oliendo una flor
y presentí mi muerte
en el trémulo hilo de tu voz.

Yo me iba al futuro
con los brazos abiertos en la luz,
como se van las almas de los muertos.
¡Voy al futuro caminando aún!

Como a un infante triste
te llevé de la mano
por mis sendas dormidas
en un claro perfume de alicanto.

En haces de centellas
fulgió mi corazón. ¡No lo miraste!
Más allá de la vida está llorando,
como un niño en los brazos de su madre.




CHARLES BAUDELAIRE




128. La destrucción



A mi lado sin tregua el Demonio se agita;
En torno de mi flota como un aire impalpable;
Lo trago y noto cómo abrasa mis pulmones
De un deseo llenándolos culpable e infinito.

Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte,
De la más seductora mujer las apariencias,
y acudiendo a especiosos pretextos de adulón
Mis labios acostumbra a filtros depravados.

Lejos de la mirada de Dios así me lleva,
Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
De las hondas y solas planicies del Hastío,

Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,
Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
¡Y el sangriento aparato que en la Destrucción vive!


De: Las flores del mal


JOSÉ LUPIÁÑEZ

  


Jardín



Delgada es esta tarde de julio,
inmóvil,
asida a las columnas
que se alzan
sobre la hierba blanda

Delgada es esta tarde de julio
que decae con dulzura,
como las manos
que no atienden al sol,
ni están alerta
al paso de las horas...

¡Qué tristes dan los cuerpos
una vez y otra vez
contra esta paz eterna,
para perderse ardientes
por la trama olvidada
del asombroso cielo!...

(Sentados en el banco del parque
se presiente la noche
tras de la luz en calma,
desnuda, sorprendida
en su propia penumbra
y silenciosa):

Las palabras, la gente,
en su nuevo color
la misma tarde ahora,
nuestro amigo que calla:
todo se borra al filo de los árboles,
todo es oscuridad que se remonta
azul, veladamente,
lo mismo que el Jardín
cerrado, se suelta en el olvido
para perderse
en la aventura del ensueño.



DELMIRA AGUSTINI




Íntima



Yo te diré los sueños de mi vida
en lo más hondo de la noche azul...
Mi alma desnuda temblará en tus manos,
sobre tus hombros pesará mi cruz.

Las cumbres de la vida son tan solas,
¡tan solas y tan frías! Yo encerré
mis ansias en mí misma, y toda entera
como una torre de marfil me alcé.

Hoy abriré a tu alma el gran misterio;
ella es capaz de penetrar en mí.
En el silencio hay vértigos de abismos:
yo vacilaba, me sostengo en ti.

Muero de ensueños; beberé en tus fuentes
puras y frescas la verdad; yo sé
que está en el fondo magno de tu pecho
el manantial que vencerá mi sed.

Y sé que en nuestras vidas se produjo
el milagro inefable del reflejo...
En el silencio de la noche mi alma
llega a la tuya como un gran espejo.

¡Imagina el amor que habré soñado
en la tumba glacial de mi silencio!
Más grande que la vida, más que el sueño,
bajo el azur sin fin se sintió preso.

Imagina mi amor, mi amor que quiere
vida imposible, vida sobrehumana,
tú sabes que si pesan, si consumen
alma y sueños de olimpo en carne humana.

Y cuando frente al alma que sentía
poco el azur para bañar sus alas
como un gran horizonte aurisolado
o una playa de luz, se abrió tu alma:

¡Imagina! ¡Estrechar, vivo, radiante
el imposible! ¡La ilusión vivida!
Bendije a Dios, al sol, la flor, el aire,
¡la vida toda porque tú eras vida!

Si con angustia yo compré esta dicha,
¡bendito el llanto que manchó mis ojos!
¡Todas las llagas del pasado ríen
al sol naciente por sus labios rojos!

¡Ah! Tú sabrás mi amor; mas vamos lejos,
a través de la noche florecida;
acá lo humano asusta, acá se oye,
se ve, se siente sin cesar la vida.

Vamos más lejos en la noche, vamos
donde ni un eco repercuta en mí,
como una flor nocturna allá en la sombra
me abriré dulcemente para ti.



MARÍA SANZ

  


Un sitio en la palabra



La verdadera historia no se escribe
sin dar al fracasado
un sitio en la palabra.
Y qué mejor motivo para hacerlo
que encontrar esas huellas
de los días envueltos con la propia renuncia,
ese final escrito sobre el aire.
Quién oyera la voz incandescente
de aquél cuyo silencio es su enemigo
y se sabe orador, y se responde
con la locuacidad de la derrota.
El hundido conoce como nadie
el sombrío dolor, la llama fría
que propaga su intento
de vivir, de alumbrarse.
Pero calla la vida, todo calla.
La verdadera luz se enciende sola.



RAFAEL MONTESINOS




Quién



¿Quién me dio este país y este momento
transitorio de un siglo a la deriva?
¿Quién me puso en la frente pensativa
esta alegría y este sufrimiento?

¿Quién dejó entre mis labios este acento
de dolor? ¿Quién me tiene en alma viva?
¿Quién decretó a la dicha fugitiva?
¿Quién al dolor -¿por qué?- lo hizo tan lento?

El alma hacia los cielos se dirige,
velocísimamente enamorada,
descarnada del cuerpo que la rige.

Pero el amor, de pronto, da la vuelta,
y el alma da en el pecho alicortada.
yo no sé quién me tiene y quién me suelta.