viernes, 8 de mayo de 2020


GIORGIO CAPRONI





Axioma



Quien va a París, va a casa.

SILVIA EUGENIA CASTILLERO





Arpías
(homenaje a Louise Nevelson)



Conocí a las mujeres-pájaro la noche sin estrellas en que a mi cuerpo laso le faltó el corazón. Llegaron agitando el aire hembras de gestos graves, alas pesadas y cuello y rostro humanos, con plumas en los vientres. Mis venas temblaron al oír el griterío.

De súbito, escarbaron con sus garras mi piel y me sacaron los ojos. Querían escudriñar en su pasado: fueron mujeres a las que ensordeció su belleza. Furiosas y envenenadas quedaron atrapadas en el vértigo de mis ojos vacíos.

En esos abismos las sombras forman árboles malsanos, y una ciudad doliente son los fragmentos descoyuntados de lo que alguna vez fue la luz. Luchan por no hundirse en la consistencia pantanosa de los humores del ojo. Los quebrantos se notan en su rostro envejecido. Y su plumaje, sin brillo, parece una capa que arrastra.



RAÚL HERNÁNDEZ NOVAS





El sol en la nieve

                                                Murió el pobre poeta, y no lo
                                                llegamos a conocer.
                                                                  José Martí



La Patria radiante estaba entre la nieve muda
y la Patria sufriente oía con hastío el verdor eterno.
La Patria musculosa escuchaba el trueno de un torrente bajo
    una estrella desterrada
y la Patria canija bebía su copa de cielo gris de París
    en un ajenjo.
La Patria enamorada latía oscura en su destierro
y la Patria impotente en su destierro contemplaba el mismo
    cielo azul sobre la misma nieve verde.
La Patria del destierro torcía enraizada su honda hoja
    de tabaco
y la Patria desterrada en sí misma contemplaba ciega
    el sedoso susurro de frondas.
Y la Patria desterrada llamaba al sol de la Patria
    sin tierra
y la Patria sin tierra clamaba por la nieve del destierro.
La Patria viviente quiso fundir en un gran sol a la
    Patria agonizante
¿quiso la Patria agonizante asirse al gran sol como al asa
    de una eterna posesión?

Padre padre aquí estoy yo íntimo y desnudo
yo todos los que te han amado y han sufrido
y todos los que vagaron solos
como un ejército en derrota
esperan al padre que ha de venir
para fundirme a él en un abrazo
quizá también a mí me diga
                                           hijo
Padre padre qué lento hastío
qué extraño sufrimiento
fue extraño estar solo y extraño
no tener almohada donde reposar
ni piedra de sueño
Tú me veías desde un torrente
yo te esperaba en la nieve de ala tierna
que llueve como una bendición
Juntos juntos los dos bajo un cielo
Nos agriamos en vez de amarnos
Yo con mis pies cansados tú con el
pensamiento de mármol de tu frente
Nos encelamos en vez de abrir vía juntos
Juntos los dos sobre la tierra sangrante
entre la fronda roja y el fruto
que escondía una luz vaticinada
Padre padre qué largo camino
                                             Yo los junto
Yo los junto               Los dos se abrazan
La Patria estaba entre la nieve oyendo el trueno del torrente
    respirando el aire frío que seca la palma deliciosa.
La Patria comulgaba su estrella ajenjo como hostia
    sangrante en el cafetucho hostil.
La Patria entre la nieve llamaba a sus guerreros recogía
    la magra moneda del sudor.
La Patria entre las frondas escuchaba vagos ruidos
    de otro mundo vago y gris.
La Patria agonizaba en la sombra. La Patria moría cara
    al sol.
La Patria esperaba a la Patria que viniera a salvarla
    de su abismo.


De: “Animal civil”



MARIO LUZI





Es y no es la misma de siempre



Es y no es la misma de siempre.
Miro el radiante vegetal
de esos sin tiempo
y "vivido", sí, ¿mas creído,
creído hasta el fondo?", me digo
sin saber bien lo que quiero,
tal vez la historia entera, todo lo sucedido.

Y ella escribe de nuevo su indemostrable teorema
ya escrito en pergaminos
y en papeles, escrito minuciosamente,
estudiado con pasión,
examinado con arte,
puesto en duda por expertos, considerado inexistente
de no mediar el testimonio del llanto y la gran prueba
de la sangre.


RUBÉN BAREIRO SAGUIER





Dos motivos kaigüe



mutatis mutandi
no digo nada
la procesión por dentro
y que vayan saliendo

pero vayamos por las ramas

la soledad se asume
como un cargo de ministro vitalicio
y sin sueldo
la soledad se monta como un caballo arisco
la soledad se viste
como un saco que te aprieta el resuello
o una camiseta que se mete por dentro

mi soledad zapato
mi soledad sombrero
mi soledad corbata
la soledad se bebe
mi soledad cicuta

y no me importa cuántos son
porque para sacar astillas
basta un corazón hijo de tigre.

NOÉ JITRIK

 


Otra vez



Qué hago aquí
tocando
el piso
pisando
el suelo
este suelo
dramático
aquí
en un ómnibus
que empuja
adentro
hacia adentro
trágico
más adentro

¿echará raíces
mi corazón?
¿se cansará
mi corazón?

¿en este suelo
bajo este cielo?


De: “Las cartas que no se mandan”