miércoles, 30 de enero de 2013

MARIZEL ESTONLLO





El ritual de una pasión
o un cuerpo desvistiendo el misterio

a Freddy Romero



El calor dorando los tambores

El cielo abierto para recibir
una pelvis donde resuena el universo.

Martha se llamó "La Graham"
y hecha de tierra y misterio
Llegó a tu cuerpo negro donde cincelaste el homenaje.

Como un ritual de estos prolongando un infinito
tus manos de carbón
inscribieron el aire con las curvas del dolor
y en tu columna se vertebró la angustia
como el arco de un espasmo suspendido entre dos muertes,
en el latigazo de un lamento.

Día tras día
               se celebran las bodas de la arena.

Entonces, apenas una espiral de tu torso
es el vehículo de la pasión
                    de un águila que despliega sus alas
                                               en la respiración del horizonte.

EVA MURARI





Escribir en la computadora…


Escribir en la computadora,
en una Olivetti lettera.
en un cuaderno con un lápiz Staedler negro HB,
con una estilográfica,
con biromes Bic de colores.
en la tierra con un palito.
con el dedo en la arena,
en un vidrio empañado,
en el agua,
en la piel de alguien,
una palabra secreta.

CECILIA ERASO





Orientación oeste



Resquicio 

El borde de la ventana está tan sucio
de apoyarme mientras miro hacia el
oeste

al este no hay más que torres
lo contrario es un atajo: una brecha
que se abre y devela la impudicia
de tapar con edificios algo hermoso

EDITH VERA





Estamos…



Estamos
aquí
acurrucados,
para dejar
espacio
al vuelo
de los pájaros.

JORGE LUIS BORGES





Diecisiete Haiku



13.-

Bajo la luna
la sombra que se alarga
es una sola.


PABLO NERUDA




  
Poema 11



Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas
la mitad de la luna.
Girante, errante noche, la cavadora de ojos.
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca.

Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas,
mi corazón da vueltas como un volante loco.
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos,
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.
Quejumbre, tempestad, remolino de furia,
cruza encima de mi corazón, sin detenerte.
Viento de los sepulcros acarrea, destroza,
dispersa tu raíz soñolienta. 

Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella.
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga.
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas.
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio,
ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas.

Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla. 

Ay seguir el camino que se aleja de todo,
donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno,
con sus ojos abiertos entre el rocío.