"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 1 de abril de 2025
ARIANNA MATHISON
Casa
Nacer aquí
es habitar en una raíz
enroscada
y crecer hacia el núcleo
para nunca sentir la brisa
Preguntas que se clavan en mi lengua
atascadas
caen en mi faringe
degollada
Una vez vi a mi madre
balancearse en mi úvula
como una niña
trapecista
rasgando los recuerdos
con sus pies
Por eso,
se agrietan
todos mis labios
formando ampollas
que silencian
las presencias equívocas
y las ausencias sin nombre
JAVIER LORENZO CANDEL
Silencio
Rescatar
cada parte de ti que se desnuda,
y
hacer ofrenda.
Entregar
a la calma el tiempo de quererte,
abastecer
de bálsamo la zona más externa de tu cuerpo,
y
dejar que se extienda hacia mi cuerpo.
Posar
la omnipresencia del vestido encima de la cama,
que
las prendas conquisten su quietud
que
no vistan a nadie.
Y
hacer de tu desnudo voz de canto.
Y
dime cómo entonces traer el tiempo lento,
que
se apaguen las horas de todos los relojes,
que
no sea consciencia ni retén este fulgor purísimo,
este
sentirte, despojándonos ambos del misterio
de
un viernes que se apaga
para
depositarnos sin límite en un sueño
de
cuerpos que se sienten.
Dime
de qué manera en esta noche
podemos
comenzar, descubierto el rumor de lo que somos,
desde
lo que hemos sido.
No
hay nada que nos venza,
no
hay miedo ni hay talud,
todo
lo fragmentario se convierte
en
un hilo de cuerpos,
La
luna está ahí arriba, y es bastante.
En la cocina quedan los platos de la cena
como
una lejanía. Lo cercano es tu olor,
mi
búsqueda de ti, y alternativamente tu búsqueda de mí,
nuestro
delirio.
La
palabra es ahora un error que se cuela
entre
las sábanas, parece que dijiste.
Silencio.
Un
rotundo silencio y un tiempo protegido para lo que nos queda.
ÉRIKA MANOCHE BARRETO
Tiempo de coser
Sobrehilando
y deshaciendo
la
tormenta cae sobre mí
en
enumeración caótica
hace
cuenta de los días
los
pasados
y porvenir
mientras
espero un milagro
una
oración es un cántaro de súplicas
a veces canción desesperada
el llanto de un huérfano colibrí
perdido
en el mar
o
pesado aceite que enciende una lámpara
para
seguir cosiendo en la oscuridad
¡Oh
Penélope!
¡cuánto
admiro tu fervor!
las
olas y los días revientan en mi cara
la
esperanza es como arena en mis puños
y
mis pies se arrugan
y
desasen las piedras
de
este malecón olvidado
Dotada
de olas e hilos
tejo
las promesas
y la (in)certidumbre
tejo los días
para hacerlos uno solo
tejo la marea de sueños e ilusiones
con
los ojos resecos del salitre
y
calma resignada
esperando
un barco imaginario
que
atraque en mi puerto quimérico
donde
s
o
l
o
e
s
t
o
y
y
o.
GISELLE LÓPEZ FERNÁNDEZ
De noche
Los
bordes de la noche
secan
mis huesos.
La
tenaz me absorbe
con
su negro sonido de sequedales
vastedad
silencio de voces perdidas
como
el barro cocido de tinaja
absorbe
la lluvia de mediodía.
Todas
las voces que gritan
o
susurran
quedan
flotando en la superficie de la noche.
Solo
el nuevo día las hunde
al
reposo de otros años.
Cuando
llegue el día de la batalla final
se
levantarán las voces enterradas en el tiempo
magulladas
por toda una era de espera.
La
mía entre ellas, aún diciendo:
¡Qué
cosa tremenda es ser cuando es de noche!
ANA LÓPEZ HURTADO
Mammalia
dije
“Mujer”
y se me llenó de alacranes la boca
dije
vulva
glándula mamaria
y me contraje
dije
progesterona
y se me secó un ovario
el endometrio migró
desesperado
dijo “sucia”
y me deshidraté
pronuncié
y tuve miedo
ya no quise decirme
dije
“carne” y abrí los ojos
des-con-trac-tu-ra
dije
mas-tec-to-mí-a
tes-tos-te-ro-na
trán-si-to
po-si-bi-li-dad
escupí
los alacranes
dije piel y la mudé
quise
desdecir “vulva”
borrarme el sexo
arrancarlo
dije
piel
me deshilé
dije linfa
dije uñas
dientes
pulmón
digo
aire
digo
pronuncio
el aire con palabras
menstrúo
en luna nueva
acumulo adipocitos en mis caderas
digo
cuerpo
organismo
animal
siento
hambre
engullo
vivo
el frío
folículo erizado
huelo
axila añeja
o pelo mal ubicado
pelo al fin
rasgo
el sexo
lo conozco
digo
animal
y me nace un río en la boca
JESÚS MONTOYA
Mudo nudo
Con
escalofrío, la lengua se levanta a barrer la casa.
Cepilla su desganado
cuerpo, pintarrajea su músculo
ausente de
vértebras.
Hoy
es lunes clarividente, y hay que barrer la casa,
piensa ella.
La casa de la
lengua no es robusta,
sus paredes son blancas y verdosas,
su sala cristiana nos mira,
nos mira girar
pasillos
delgados como sombras.
Simbólica no es, herbívora de
luz, ¿é?
La
lengua, ¿una máscara vaciada?,
¿una
cáscara neurótica?
La
lengua tiñe cosmética su atareo,
¿ustedes
le dijeron algo? Díganle la verdad,
porque estoy tan solo, quiero decir, tan sola la lengua está
que inventa una
deshabitada acentuación,
un oportuno corte.
Barre la casa y escucha
canciones de su tierra.
La tierra de la lengua es exterior a su cuerpo
pero la realidad le impone.
¿Le
impone?
La realidad turbulenta le impone
sucesos.
Su
bisabuela, por ejemplo, murió el martes pasado.
Y la
lengua lloró solitaria en unas escaleras
frente a los árboles.
Lloró lágrimas peculiares, casi históricas,
lágrimas
que trémulas cayeron por sus aftas.
Quiero
decir, lágrimas como luceros, como perros ladrando.
Este
mes pretende ser exageradamente ningún lugar
para la
lengua.
Pero hoy, lunes, con su escoba amarilla
empuja el polvo, empuja
inconsciente viejos restos,
materias estiradas por el suelo.
Hace
días que la lengua no barre.
Hace
días que no ve a nadie, que no habla con nadie.
Pero hoy es lunes de imágenes
sumergidas,
de objetos
desmoronados como sonidos vastos.
Pastosa está ella, cada papila camina
por un vocablo diferente,
fracturado.
Cada
una recorriendo surcos, descifrando grafías en los escondrijos.
Se
asemeja a lo que empuja.
Empuja el barro al
aire.
Empuja,
empuja su raíz delicada, diría transparente.
El aire es la semilla
de la lengua.
Barre
y barre arañas encantadas.
Les
dice: quiero ser destejida por la oscuridad.
Y
todo esto nos confunde
porque primero va la sombra, luego la lengua.
Primero
va la sombra arrastrada por la luz que filtran las ventanas.
La
sombra de la lengua no es un racimo
pero es una cosa.
Una anquilosada cosa,
una cosa que tiende su espectro,
su macabra desnudez en
las superficies.
Superficies,
superficies camuflan su presencia.
Ya
no viste igual.
Sus trapos descansan como
esqueletos en urnas.
O eso imagina cuando
los ojos la suturan entera,
torpe al trabarse sin justificación.
También
imagina que es una multitud muda,
que un panteón
celeste aguarda en la profundidad de lo que barre.
Allí
el sol como una luna cortada nace de la tierra,
paciente para
el mirar.
Luego
olvida.
Luego
fisura la mañana con ociosas preguntas,
¿soy una piedra?, ¿soy
una piedra escrita
en un libro?,
¿soy una piedra ladrada en una página?,
¿soy una piedra repetida?
Ninguna piedra es igual a otra.
¿Acaso, tan siquiera, he
entendido
a la piedra?
Al vagarla la he vuelto un crematorio de
enigmas.
Parla, parla cuando desplaza por sueños
al fumador
en la boca de
la puerta.
¿Con quién habla?, ¿qué le dice?
Este lunes
hay tanto silencio.
Recoge
tímida sus dudas.
La lengua, como una tortuga, se esconde en sí misma.