lunes, 23 de diciembre de 2024


 

FRANÇOISE ROY

 

  

 

Fiereza acuática

 


    El guerrero hiende el agua con su espada como una gran libélula que ameriza y no puede volver a levantar su vuelo parecido al nupcial. Crea violáceas salpicaduras que recaen con lancinante elegancia sobre la superficie dúctil del charco
          Tienes un felino en la garganta: sabe nadar, es criatura anfibia. ¿Cómo se llama la habilidad de habitar a la vez el agua y el fuego, como es anfibio él que sabe morar en tierra firme y no firme? Nadie le ha puesto adjetivo, si te conociera nacería la necesidad de ese vocablo nuevo. Al felino, le pondremos tigre. Sus bigotes te sirven de cuerdas vocales. Guarda los embriones de felix pardo en la voz, la voz escrita de los versos. Atraviesa los aros de fuego que le tiendes como pájaro en desplome.
          La cólera mueve las manecillas de tu reloj, tu clepsidra, tu calendario de números, boca abajo, al revés como los peces del último poema, el tictac de las aves que golpean contra los muros invisibles que constelan el aire.
          Las lágrimas son igual de saladas que el mar, un mar muerto donde flotaría tu alma como nenúfar recién florecido con una boca de varios labios de terciopelo blanco.


De: “Si acaso hubiera”

TRINIDAD MERCADER

 

 

 

Cercenadme esta voz donde anida la estrella.

 

 

Cercenadme esta voz donde anida la estrella.
Cercenadme esta luz, esta naciente albura.

No dejéis que mi aliento
surja de su maraña más límpido que nunca.

Ni el gesto de muchacha que se sorprende libre,
ni este duro clamor, esta palabra impura.

Apiadaos. Derribadme
sobre esta fe creciente que mis ojos declaran
ahora que aún resbala por mi mundo la duda.

Devolvedme aquel aire de niñez oprimida
temerosa del viento, del trueno, de la lluvia.

Devolvedme a las manos que velaron el sueño
de una niña encendida de rubores y frutas.
Volvedme a mi silencio, por donde transitaba
sumisamente dulce, de mí misma confusa.

Aún soy esa muchacha que buscáis en la niebla,
que habita entre vosotros y, sin querer, se oculta.

 

LUIS BENITEZ

 


 

La mano

 


Esta mano que tiendo
y que te aguarda
es otro vano prodigio,
otro milagro inútil
de la serie infinita
que nos rodea en silencio.
En la mañana que ha dejado
atrás las dos vigilias,
la del insomnio y la del sueño,
que también es posible,
la contemplo a veces con ese solo asombro
que reservamos para lo extraño.
Ha viajado conmigo toda la noche.
Quizá, no lo recuerdo, ha palpado
cosas que no tienen forma.
A su tacto se han abierto
puertas y se han opuesto muros
que tal vez no existen.
Ha temblado de frío o ha sudado
bajo climas que no cambian. Posiblemente
ha sido cortada, como en una noche
de 1676, y permanece intacta.
Ha de viajar conmigo por todo el día.
Es mi remedo: hará girar cerraduras,
tocará lo que ha sido tocado y tocarán los otros.
Todo es un infinito pasamanos.
Aceptará la alevosa amistad e intentará
disuadir las amenazas, que no son otra cosa
que equívocos de amor entre los hombres.
Y no desdeño que las horas de luz
la obliguen a papeles menores:
encender un cigarrillo o dejar
la humillación de la limosna
son parte del misterio donde actúa la mano.
Como yo, mi mano es algo que está
en el mundo para aceptarlo todo.
Ahora, que en la tarde,
cuando contemplo lo que escribe
estas voces sin el honor de algunas precisiones,
oscuramente comprendo
jirones de su metáfora. Como un libro sagrado,
celosamente guardado por el enigma de su lengua,
se ha desgajado otra día
por el paso de la mano.

 

 

LUIS CERNUDA

 

 

  

Unos cuerpos son como flores

 

 

Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un
hombre.

Pero el hombre se agita en todas direcciones,
sueña con libertades, compite con el viento,
hasta que un día la quemadura se borra,
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.

Yo, que no soy piedra, sino camino
que cruzan al pasar los pies desnudos,
muero de amor por todos ellos;
les doy mi cuerpo para que lo pisen,
aunque les lleve a una ambición o a una nube,
sin que ninguno comprenda
que ambiciones o nubes
no valen un amor que se entrega.

 

 

 

ALFONSINA STORNI

 

  


Indolencia

 

 

A pesar de mí misma te amo; eres tan vano
como hermoso, y me dice, vigilante, el orgullo:
«¿Para esto elegías? Gusto bajo es el tuyo;
no te vendas a nada, ni a un perfil de romano»

Y me dicta el deseo, tenebroso y pagano,
de abrirte un ancho tajo por donde tu murmullo
vital fuera colado... Sólo muerto mi arrullo
más dulce te envolviera, buscando boca y mano.

¿¿Salomé rediviva?? Son más pobres mis gestos.
Ya para cosas trágicas malos tiempos son éstos.
Yo soy la que incompleta vive siempre su vida.

Pues no pierde su línea por una fiesta griega
y al acaso indeciso, ondulante, se pliega
con los ojos lejanos y el alma distraída.

 

TAKAKO ARAI

 

 

Entréganos la mañana¹


 

La mañana es el momento en que contamos a los muertos
En los periódicos, en los hospitales, en las carreteras, en las costas
En los escombros que alguna vez formaron nuestros hogares
Ten piedad de nosotros, Ame-no-Uzume-san²
La mañana todavía no es suficiente
Todavía no podemos contarlos a todos
Todavía no podemos llevarnos a todos
Baila más para nosotros, Ame-no-Uzume-san
Pon una ramita verde en tu cabello
Y llámalos
Entrega los muertos
A la mañana
Sé piadosa, llámalos

 

Soy yo, la chica flotando aquí durante todo este tiempo
Soy yo, el niño de mamá que fue aplastado
Soy yo, el chico del brazo derecho arrancado
Quiero verte otra vez, quiero verte otra vez
Una bala en la sien
Me rasco la garganta, me duele
Ahora me estoy hundiendo en lo más profundo, tanto como puedo bajar
¿Por qué? ¿Por qué era yo el chico
dejado a un lado por la explosión de la bomba?
Los dedos de fuego llegaron en poco tiempo
Lucho pero solo hay arena, lucho pero solo hay arena
Un pulmón fue aplastado por el techo
Abandonada de esta manera, ¿a dónde flotaré?
Espero por una mano extendida
Aquí estoy, aquí estoy
Quiero escapar de esta escuela bañada en sangre
Con mis ojos de niña todavía bien abiertos
Sé que este es mi último aliento
Estoy harta del estruendo de las bombas
El mar ha levantado su puño apretado


La mañana es el momento en que contamos a los muertos
En los noticieros de televisión, en las embajadas, en los centros comunitarios
En los escombros que una vez fueron nuestros edificios y nuestros santuarios
Ten piedad de nosotros, Ame-no-Uzume-san
La mañana todavía no es suficiente
La mañana todavía no es suficiente
La mañana todavía no es suficiente
Baila para nosotros aún más, Ame-no-Uzume-san
Arranca la leche de tu pecho, sacude tu cabello salvajemente
Golpea tus pies en el suelo
Y baila
Gira tus brazos, sacude tu sudor
Dobla tu cuello hacia atrás
Y baila, baila
Más
Más
Balancea tu columna, levanta tus piernas
Sacude tus caderas
Más
Más
Incendia tu sombra femenina³
Abre tu sombra femenina
Y llámalos
Y baila para ellos
y ten piedad de ellos
y reúne
A los muertos
En la sombra


Entrégalos a la mañana
Entréganos la mañana
Que es el tiempo en que contamos los cadáveres

 

 

1.    El poema fue escrito en la temporada de la Guerra de Irak y el tsunami del Océano Índico en 2003-2004 respectivamente.

2.    Es la diosa de la felicidad, la fertilidad y la danza. Conocida como la gran persuadora, la hembra divina alarmante. Se diceque fue la responsable de que Amaterasu —diosa del sol—saliera de su cueva, se había encerrado aterrorizada cuando Susanoo —el dios de los océanos y las tormentas— se creyera vencedor tras una lucha contra ella, y destruyera cultivos, altares y la estancia sagrada donde las hilanderas celestiales tejían las túnicas de los dioses. Sin la luz de Amaterasu el mundo oscureció, esto atrajo a los espíritus malignos. Con desesperación, las demás deidades intentaron sacar a la diosa de la cueva, sin resultados. Entonces, Ame-no-Uzume comenzó a bailar sobre un cubo—entró en trance—. Sin embargo, en medio de las sacudidas, el cíngulo de su túnica se desató dejándola desnuda, por lo que los dioses comenzaron a reír estruendosamente. La curiosidad de Amaterasu la llevó a averiguar a qué se debía, gracias a ello —y a un espejo en el que se reflejó—fueron capaces de impedirle volver a la cueva y la luz regresó al mundo: amaneció.

3.     Eufemismo de vagina.