jueves, 2 de mayo de 2019


VACHEL LINDSAY





En la misa



Sin duda, mañana ocultaré
Mi rostro de ti, mi Rey.
Déjame alegrarme este mediodía del domingo,
y arrodillarme mientras los sacerdotes grises cantan.

No es sabiduría olvidar
Pero como es mi destino,
llena mi alma de vino oculto
para hacer grandiosa esta hora blanca.

Dios mío, Dios mío, esta hora maravillosa,
soy tu hijo, lo sé.
Una vez en mil días su voz
ha puesto la tentación baja. 

ANTONIA POZZI





La vida



A los umbrales del otoño,
en un ocaso
mudo,

descubres la onda del tiempo
y tu rendición
secreta,

como de rama en rama
ligero
un descender de pájaro
al que no le sostienen ya las alas.





SEVERO SARDUY




Pido la canonización de Virgilio Piñera*



Poco interés presentan estas cosas
para un Concilio, que otras más urgentes
-la talla de los ángeles, las fuentes
del Edén-, y sin duda, más valiosas

apremian sin cesar. Insisto empero
para que tenga sitio en los altares
este mártir de arenas insulares.
Por textual, su milagro verdadero

dio presa fácil a los cabecillas
y a los sarcasmos que, de tanto en tanto,
interrumpen las furias amarillas,

las madres del exilio y del espanto.
Es por eso que a Roma, y de rodillas,
iré a exigir que lo proclamen santo.


*Poeta, dramaturgo y narrador cubano nacido en Cárdenas
en 1912 y fallecido en 1979.


MARCO ANTONIO CAMPOS





1.



Cuando niños somos todos los niños que fantasean y sueñan.
Cuando adultos somos un adulto pero con escasas fantasías y escasos sueños.


De: "Árboles"

MATSUO BASHO





Mi mente evoca
multitud de recuerdos.
¡Estos cerezos!

SHAMSUDDIN HAFIZ


  


El amigo perdido



¿Dónde está el amante que no ha hallado su hermano en el dulce martirio?
No le falta razón al lamento de Hafiz.
Su historia es extraña historia y es su tono maravilloso.
Fieles creyentes:
en otro tiempo tuve un amigo al que podía confiar todas mis penas:
corazón que las compartía y que me daba su consuelo.
Cuando yo gemía en medio de la tempestad,
él sólo sabía hablarme de las tranquilas riberas.
Pero cuando me extravié en los caminos del amor, perdí mi amigo.
En vano he buscado, llorando, sus huellas.
En la embriaguez de mi desesperación, tened piedad de mí; de mí,
que alguna vez fui juicioso y sutil y que ahora no soy sino
un pobre hombre cuya razón vacila.
Cuando mis palabras eran inspiradas por el amor,
cada una de ellas era saludada a su paso.
Pero no elogiéis más la cordura de Hafiz,
puesto que sois testigos de su locura.


De: "Los Gazales de Hafiz"

Versión de Enrique Fernández Latour