domingo, 7 de enero de 2018


MATSUO BASHO




Fragante orquídea,
mariposa: en sus alas
se quema incienso.


JUAN JOSÉ ARREOLA




«Nos veremos en el infierno» —me dijo ella en broma antes de apretar el gatillo— y aquí estoy todavía esperando.



CONCHA URQUIZA




Dicha



Mi corazón olvida
y asido de tus pechos se adormece:
eso que fue la vida
se anubla y oscurece
y en un vago horizonte desparece.

De estar tan descuidada
del mal de ayer y de la simple pena,
pienso que tu mirada
-llama pura y serena-
secó del llanto la escondida vena.

En su dicha perdido,
abandonado a tu dulzura ardiente,
de sí mismo en olvido,
el corazón se siente
una cosa feliz y transparente.

La angustia miserable
batió las alas y torció la senda;
¡oh paz incomparable!
un día deleitable
nos espera a la sombra de tu tienda.

La más cruel amargura
con que quieras herirme soberano,
se henchirá de dulzura
como vino temprano
apurado en el hueco de tu mano.

hiere con saña fuerte
si sólo no desciñes este abrazo,
que aun la faz de la muerte
-con ser tan duro lazo-
pienso que ha de reír en tu regazo.


25 de octubre, 1940


KO UN




Bajando de la montaña
Al mirar atrás
¡ah!
la montaña de la que desciendo
ha desaparecido.
En el lugar donde estoy
la brisa otoñal agita
indolente
la piel que mudó la serpiente


Versión de Joung Kwon Tae  - Revisada por Isabel R. Cachera


De: "108 poemas Zen"



MANUEL IRIS




No es aquí



Varado en lenta, ennegrecida estancia
en que se aduermen horas y llovizna
voy a negar la casa.

No admitiré que estoy compuesto de oquedades,

a confesar que me hacen falta abuelos
y mi hermana que parece
siempre a punto de parir.

Apuntaré: afuera sopla el viento, se evaporó la nieve
                  y el pordiosero sale de sí mismo...

Diré que escribo con entera libertad
pero será mentira.

No es éste el sitio
de decir lo que uno extraña.

No es aquí.


Mi madre mira su ventana y dice llueve
miro afuera
realmente está lloviendo        dice
cuando niño te buscabas charcos
para ver las nubes      abro mi ventana

todo huele como a sabor de jícama


colgamos el teléfono      salimos a la puerta
sonreímos
como si viéramos la misma lluvia



RAÚL RÍOS TRUJILLO




Baudeliere atacó cuanto pudo
al invento de la fotografía
la llamó en su condición de irreverente
arte para flojos, aberración del progreso,
vaticinó su muerte en poco tiempo
En una placa de plata y coloidón sin embargo dejó su sonrisa
enferma
para la eternidad
antes de morir de sífilis en 1867.

  
De: “Fragmentos”