domingo, 3 de febrero de 2013

HUGO MÚJICA





Hace apenas días



Hace apenas días murió mi padre,
hace apenas tanto.

Cayó sin peso,
como los párpados al llegar
la noche o una hoja
cuando el viento no arranca, acuna.

Hoy no es como otras lluvias
hoy llueve por vez primera
               sobre el mármol de su tumba.

Bajo cada lluvia
podría ser yo quien yace, ahora lo sé,
                                          ahora que he muerto en otro.

LÍA MIERSH





Haikus



Deshabitada.
Deshojando a escondidas
la margarita

CLARIBEL ALEGRÍA





Extraño huésped

  
Es extraño este huésped
este amor
cuanto más me despoja
más me colma.

ADHELY RIVERO


  


Isla de Coche 


                  A Gustavo Pereira 


Ver el mar
O ver el llano.
La sabana
Golpeando su luz contra los montes.
Las olas se levantan,
Los peñascos recuerdan animales
que vienen a beber
y lamen la sal de la tierra
Toda embarcación debe tener un puerto.
Todo caballo un establo.
Y un corazón marino muchas aventuras
de playas, islotes y arrecifes
donde le dé el mar.
Cuando un pecho de res se cuece a las brasas
se le junta la sal sobre el fogón
para que broncee.
La mujer en la arena espera al sol
la mirada de los pescadores.
Una barcaza me recuerda la vaca
Que se balancea sobre su ubre cada mañana 


ANDRÉS NEUMAN





Iluminación



El alma existe.
                                Y huele
a sales y calor,
lleva un silbido impuro,
arde como la menta
y se pliega y se ciñe
a tu vientre.

PABLO NERUDA






Poema 17...




Pensando, enredando sombras en la profunda soledad.
Tú también estás lejos, ah más lejos que nadie.
Pensando, soltando pájaros, desvaneciendo imágenes,
enterrando lámparas.
Campanario de brumas, qué lejos, allá arriba!
Ahogando lamentos, moliendo esperanzas sombrías,
molinero taciturno,
se te viene de bruces la noche, lejos de la ciudad.

Tu presencia es ajena, extraña a mí como una cosa.
Pienso, camino largamente, mi vida antes de ti.
Mi vida antes de nadie, mi áspera vida.
El grito frente al mar, entre las piedras,
corriendo libre, loco, en el vaho del mar.
La furia triste, el grito, la soledad del mar.
Desbocado, violento, estirado hacia el cielo.

Tú, mujer, qué eras allí, qué raya, qué varilla
de ese abanico inmenso? Estabas lejos como ahora.
Incendio en el bosque! Arde en cruces azules.
Arde, arde, llamea, chispea en árboles de luz.
Se derrumba, crepita. Incendio. Incendio.
Y mi alma baila herida de virutas de fuego.
Quien llama? Qué silencio poblado de ecos?
Hora de la nostalgia, hora de la alegría, hora de la soledad,
hora mía entre todas!

Bocina en que el viento pasa cantando.
Tanta pasión de llanto anudada a mi cuerpo.
Sacudida de todas las raíces,
asalto de todas las olas!
Rodaba, alegre, triste, interminable, mi alma.


Pensando, enterrando lámparas en la profunda soledad.
Quién eres tú, quién eres?