domingo, 9 de febrero de 2020


ERNESTO MEJÍA SÁNCHEZ





Tuyo



Tuyo, tú –y– yo, cuerpo
gozado, alma gozosa
sin distingo, ¡dios mío!
Dios de quién, si
nunca supe distinguir
quién fue cuerpo
de quién –alma de quién.


De: “Contemplaciones europeas”


MARIO LUZI





Arrugas



Adonde vuelvo los ojos, el alma ausente
es un rigor que hiela toda forma
en la hueca mirada.
El hombre, mudo consistir de aspectos
en la eterna inminencia,
la perenne variación de las fuentes.
Una incierta sonrisa disimula el terror
y exhala entre los dientes reacios
y mórbidos el turbio sueño humano.
Ciegos suspiros, anhélitos,
rostros ya no instigados entre muros y plantas.
Lentos labios maceran antiguos venenos
en el azul efímero del campo.
Sosegados están los cuerpos;
crece la noche arbórea entre las nubes
y el universo está indemne, hasta que
por una oscura herida una criatura,
mudada en sombra, empieza a sollozar.



SANTIAGO KOVADLOFF





Lazos



Discrepancias de fondo, intolerancias,
                                  como las que suele
despertar la ideología
                                  o el carácter de una hermana,
emergen,
                                  frecuentemente emergen,
en mesas familiares
dispuestas, sin embargo,
                                  por la melancolía, un hábito
tenaz o la memoria,
para la festividad y el abrazo,
                                  y donde finalmente
todos
                                  tratan de ahogar
                                  en silencio
                                  o monólogos con niños,
la distancia entre comensales
                                  a quienes sólo el miedo
o un delicado cinismo
                                  une.



De: “Zonas e indagaciones”



MASAOKA SHIKI






En la arena de la playa.
Huellas de pasos:
Largo es el día de primavera.


De: “Primavera”


JULIO HERRERA Y REISSIG





Neurastenia 
Le spectre de la réalité traverse ma pensée.
Víctor Hugo



Huraño el bosque muge su rezongo
y los ecos, llevando algún reproche,
hacen rodar su carrasqueño coche
y hablan la lengua de un extraño Congo.

Con la expresión estúpida de un hongo,
clavado en la ignorancia de la noche,
muere la Luna. El humo hace un fantoche
de pies de sátiro y sombrero oblongo.

¡Híncate! Voy a celebrar la misa.
Bajo la azul genuflexión de Urano
adoraré cual hostia tu camisa:
“¡Oh, tus botas, los guantes, el corpiño…!”
Tu seno expresará sobre mi mano
la metempsícosis de un astro niño. 


De: “Los maitines de la noche”

TAHAR BEN JELUN





Poemas por amor



Qué pájaro ebrio nacerá de tu ausencia
tú la mano del astro crepuscular mezclada con mi risa
y la lágrima convertida en diamante
asciende por el párpado del día
es tu frente lo que dibujo
en el vuelo de la luz
y tu mirada
se va
en la ola que regresa
una noche de arena
mi cuerpo ya es ese espejo que danza
entonces me acuerdo

te acuerdas
tú la niña nacida de una gacela
el sueño balbuceaba en nosotros
su canto efímero
el viento y el otoño en una pequeña soledad
yo te decía
deja tus pies descalzos sobre la tierra mojada
una calle blanca
y un árbol
serán mi memoria
entrega tus ojos al horizonte que canta

mi mano
suspende la cabellera del mar
y roza tu nuca
pero tiemblas en el espejo de mi cuerpo
nube
mi voz
te lleva hacia el jardín de árboles plateados

era una primavera abierta hacia el cielo
me regaló una niña
una niña que llora
una estrella escindida
y mi deseo se separa del día
lo recojo en una hoja de papel
y me voy a esconder la locura
dentro de una roca de soledad

Blanca es la ausencia
cual muerte lejana
en este día en que el astro del olvido
se posará sobre la hierba mojada de una memoria
maltratada

Veo que las mañanas, criaturas nacidas de las arenas,
te cantan

El pájaro me dice
ella es una sílaba que debe pronunciarse suavemente
entre un pensamiento y una risa
y si la mirada se ausenta
déjate atrapar entre los dedos del sol
que tu sueño quede suspendido de las trenzas de la noche
y recoge las estrellas que ya no pertenecen al cielo
conserva la mano fértil cuando pienses en la citadela de
ese cuerpo frágil

Eclipse
y
silencio
de las piedras atormentadas


De: “Los almendros murieron por sus heridas”