miércoles, 13 de diciembre de 2017


JUAN JOSÉ ARREOLA




I


Las mujeres toman siempre la forma del sueño que las contiene.



De: “Clausulas”

JEANNETTE CLARIOND




Astillada claridad



Una tierra devota, madre,
un vientre para la miel de lo perdido,
tierra de todos
en el insbrik, cobre esbelto donde la espuma
multiplicaba tu rostro.
Busco la duración y no aparece.
Veo desplegarse la oscuridad
labrada
desde un brillo solitario.

Surgen en mi incertidumbre,
muertas, un puñado de hojas grises.

Las formas ceden a lo inmóvil:
humo obstinado en engarzar
las perlas.

Sangra en el vidrio, astillada,
la claridad.


PAULINA VINDERMAN






Vivir para contarlo III



Agua dulce es el nombre del café
y el nombre que me susurraba mi primer amante.
Yo no era dulce, la furia asomaba en el verano
a lo largo de una partida de ajedrez
que iba a durar hasta que los árboles dijeran basta.
Todavía es verano, los árboles no dicen basta
y la luz sobre el puente
marca aquella frágil furia convertida en fronteras,
esquirlas de poemas,
tesoros que ya no tienen caja de guardar.
¿Qué es escribir sino modificar la respiración
de las ciudades?
Camino hacia el café de la mano de un marinero ruso
que recién bajó de su barco hacia la ginebra
oscilando sobre un caminito bordeado de narcisos.
En su inglés primitivo puede contarme poco.
Me extiende varias fotos entre los vasos ardientes
y miro
(¿Cuánto hace que estoy despierta y que miro,
despierta todo el tiempo para mirar?)
Una casa de suburbio, abandonada a un orgullo de
sartén, de felpudo, de cafetera lustrada.
Con el alma vacía contemplo un perro negro
y más atrás, la cicatriz de la derrota
en mi propia memoria que también se mira.
Salgo de la foto a un umbral,
a una noche cálida en una ciudad tan grande
que no cree en sí misma, sólo late y en ella
por azar nos reconocemos: la piedra oscura del hogar
(no sale la mancha, no sale con la esponja y
el esfuerzo del brazo y el vértigo de las estrellas
mientras espiamos el idéntico gesto del padre
y una bandera diferente)
Insomnes, reuniremos de a poco nuestra obstinación.
¿Qué fue primero, la orfandad o la herida?
Por ahora es el viento el escritor absoluto,
el dueño de todas las historias.


De: “Bulgaria" 

MIJAIL LAMAS




I



Fundamos la casa en un cuarto piso.
Salvo los aviones,
nadie vive por encima de nosotros.
Ella delimitó sus dominios, no muchos,
la casa es chica.
No es difícil encontrarse a cada paso,
poco a poco dejamos de ser desconocidos.
Ella me deja entrar en la cocina,
que yo prepare de comer no significa
una invasión a su territorio.
En la mesa de la sala esta mi oficio,
desde ahí miro las repisas con los libros
y cerca de donde se lee historia universal
está la foto de la boda.
En ella no me parezco al que soy todos los días,
luzco feliz de otro modo,
de otro modo del que soy ahora.


De: “Fundación de la casa”


MIGUEL VEYRAT



  
My verse, the strict map of my misery



Como tu verso el mío -John Donne,
dibuja el mapa exacto
de mi miseria. Tan desgarrado
y transparente
estoy ahora
que otro corazón ya no podría
abrir ni ceñir -o arder
un nuevo dardo, cadena
o llama
que de la muerte no llegase.
No es fácil vivir urgido y solo
por devenir nada
finalmente: ¿Y si me diese al aliento
como me entrego al viento -y a las olas,
las preguntas y las llamas
para creer en todo
lo que aún no ha sido dicho?: Escribir
daría más miedo todavía
y yo no fuera acaso tan humano
para entonces.
Mas si el silencio pudiera
dibujarse entre nosotros
como mapa de la nada inexpresable,
podríamos hallar la muerte
a contraluz al asomarnos a la aurora
entre sus trazos movedizos: ¡La última
llamarada de sombra Oh John
podría ser aquel misterio! Palabras que flotan
agujeros negros o pecios de soles yertos.


SANDRA URIBE PÉREZ




[Lo inevitable]



El vértigo se detiene en la oscuridad.
Detrás de la ventana resplandece la bruma.

No tarda en inclinarse el silencio.
Ya viene el rostro de lo inevitable:
su minuciosa mirada
el alfabeto de lo que calla.

Todo es signo del canto que enmudece:

el vacío me descifra