jueves, 3 de febrero de 2022


 

CARLOS ENRIQUE SIERRA MEJÍA

 

  

Ante la risa de otro

 


Como aquel que ante el espejo
Viendo su rostro
Ha levantado la mano
Para quebrarlo
Y se ha visto desmoronarse

Ante la risa de otro
Que jugaba a ser reflejo



JOSÉ PORTOGALO

 


 

Luz liberada

 

 

Luz repartida, luz amontonada,
luz de la espuma que me azora y canta,
luz que se vuelve luz en la garganta.
Luz de octubre en abril sobresaltado,
luz de otoño cayendo entre los pájaros
y luz que se presiente como un canto.
Luz del celeste, luz verdi-dorada,
luz del cielo en la luz de la mañana
y luz que comunica luz del alma.
Luz del insecto en la luz que se recobra
sobre el rumor secreto de las hojas
y luz sobre la luz de las gaviotas.
Luz marítima en luz de paz agraria,
luz de ola, hermosura prolongada
en el grillo, el gorrión y la cigarra.
Luz de madre en la luz que dan los hijos,
luz cerúlea de luz que afina el lino,
luz en la luz gozosa del rocío.
Luz del árbol, diadema de esmeralda,
joya del trigo, luz en oro y plata,
corona de la luz en luz ganada.
Luz que vence a la sombra y que se nombra
luz de la eternidad en la paloma,
en la ortiga, en el cardo y en la rosa.
Luz primera de luz recién creada,
luz del viento del mundo, solidaria,
y luz de entendimiento en luz de hermana.
Luz del valle nombrada en luz de puerto,
luz salina, plural, sobre el estero
de esta clara ciudad, Montevideo.
Luz del exilio en luz inesperada,
luz que se expresa numerosa en cada
temblor ilimitado de las aguas.
Luz de la libertad sobre la arena,
luz del lucero en luz sobre las piedras
y luz que se pronuncia luz entera.
Luz del aire en la luz de la mañana,
luz que dicta la luz del sentimiento
en la gracia infinita de la llama,
en la hierba, en el agua y en el viento.

 

 

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS

 

 

El mago

 

Don Arteaguita, con el diminutivo
más por costumbre que por ternura,
era un hombre robusto y teatral,
cubierto permanentemente de un abrigo negro
y un bastón con empuñadura de marfil, grabado
con dos letras que no guardó mi memoria.
La esfera al sol
de su cabeza calva,
igualaba la refracción —pensaba yo—
del mediodía de las estatuas.
Su acento era distinto al resto de nosotros.
Sonaban sus palabras como el galope de caballos.
Los anillos de cobalto
en su mirada, bajo el fieltro
de un sombrero Tardán, negro como los grajos,
me hacía pensar
en esas nubes que anuncian el granizo.

Llenaba algunas tardes su visita
el centro de la bulla y de la bola
de chamacos que le quitábamos el tiempo
siempre para pedirle lo mismo:
que nos hiciera una magia.

Y el gigante parecía pensarlo:
—¿Dónde quieren que aparezca?

Yo señalaba mi oreja. Arteaguita
se envolvía de un silencio que hormigueaba.
Mostraba las manos vacías. Las frotaba,
sonriendo con marfiles viejos como su bastón
y les daba la forma de un cuenco, de un capullo:

—Sopla.

Entonces esas manos
extraían una pequeña
calavera de plata de mi oreja.

El llavero colgaba de sus dedos.
con su diminuta dentadura fija
en una mueca fulgurante
y una espumosa carcajada
ascendía de la barriga del mago.

Algunos años después, la historia de su muerte
fue también, digamos, extravagante.
Lo hallaron sobre el asfalto desierto de la madrugada,
bajo el puente de la carretera,
con su abrigo y su bastón,
su sombrero Tardán,
su helada piel, el sulfato de sus ojos
y todo su dinero, intactos.
No parecía un asalto, ni venganza.
Nadie me dijo si
entre alguno más de los objetos
que con seguridad esa noche llevaba
tenía el llavero de plata.

Seguramente ya no.

Oí la historia pensando
en su figura tendida y helada,
como dormida, difusa, sin drama
en un ataúd de neblina,
cubierto de las gotitas de agua
que deja la noche sobre las estatuas.

 

 


EDUARDO EMBRY

 

  

Mosca del mes de mayo

 

 

Pocos saben que la mosca,
siendo apenas una larva,
se alimenta de carnes descompuestas,
ahí la tienen, de cuerpo entero:
segmentos y balancines,
¿cuántas antenas tiene una mosca?
del África calurosa, con el comercio
de granos y frutas,
haciéndose la mosca,
la mosca viaja por todas partes;
la fruta sigue a la mosca,
la mosca se pega en la fruta,
la gente come fruta mosqueada,
se enferma; los contagios
se embarcan en veleros;
los principales puertos del mundo
tienen gente especializada
para descargar moscas y frutas;
la mosca que no tiene reina,
fastidia verla en todas partes;
ahí la tienen, de cuerpo entero:
como una vaca bocarriba,
dos alas transparentes,
mesotórax y abdomen,
segmentos y balancines,
todas sus partes aplastadas,
debajo del zapato.

 

 

ELINOR WYLIE

 

  

Zapatos de terciopelo

 

 

Vamos a caminar en la nieve blanca
en el espacio silencioso;
con pasos silenciosos y lentos,
a un ritmo tranquilo,
Bajo velos de encaje blanco.

Yo iré calzada con seda,
Y tú con lana,
blanca como la leche de vaca blanca,
más bella
que el pecho de una gaviota.

Vamos a caminar por la ciudad
en una paz sin viento;
Vamos a paso blanco hacia abajo,
sobre la lana plateada,
más suave.

Vamos a caminar con los zapatos de terciopelo:
Dondequiera que vayamos
El silencio caerá como rocío
debajo del otro silencio blanco.
Vamos a caminar sobre la nieve.

 


CARLOS ARTURO TORRES

 

  

Giordano Bruno

(Fragmentos)

 

Te han calumniado ¡oh Dios! Tú oyes el grito
Del corazón doliente y consternado;
Tienes misericordia y no has proscrito
La augusta libertad. ¡Te han calumniado!