miércoles, 21 de enero de 2015

LUIS DE GONGORA


 

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas

 

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas:
cascarse nubes, desbocarse vientos,
altas torres besar sus fundamentos,
y vomitar la tierra sus entrañas;

duras puentes romper, cual tiernas cañas;
arroyos prodigiosos, ríos violentos,
mal vadeados de los pensamientos
y enfrenados peor de las montañas;

los días de Noé, gentes subidas
en los más altos pinos levantados,
en las robustas hayas más crecidas.

Pastores, perros, chozas y ganados
sobre las aguas vi, sin forma y vidas,
y nada temí más que mis cuidados.

 

GARCILASO DE LA VEGA

 


XVII

 

Pensando que el camino iba derecho,
vine a parar en tanta desventura,
que imaginar no puedo, aun con locura,
algo de que esté un rato satisfecho.

El ancho campo me parece estrecho;
la noche clara para mí es oscura;
la dulce compañía, amarga y dura,
y duro campo de batalla el lecho.

Del sueño, si hay alguno, aquello parte
sola que es ser imagen de la muerte
se aviene con el alma fatigada.

En fin, que como quiera estoy de arte,
que juzgo ya por hora menos fuerte,
aunque en ella me vi, la que es pasada.


 

SALVADOR NOVO


 

VIII

 

Yo te escribiera a diario, dueño mío:
fatigara tus ojos con mi anhelo:
diera al papel las tintas de mi duelo
y al sol la angustia de mi lecho frío.

Pero, ¿cómo plasmar mi desvarío
con palabras escritas en el hielo
deste común hablar, luz de mi cielo,
deste lenguaje pródigo y vacío?

¿Cómo mi muda voz expresaría
todo el amor, en lágrimas deshecho
que riega en aguardarte mi agonía'?

Grite tu corazón, con cl estrecho
mensaje de su voz, la vida mía
en la dorada cárcel de tu pecho.

 

OCTAVIO PAZ

 


"Pequeño monumento"

 

"Fluye el tiempo inmortal y en su latido
sólo palpita estéril insistencia,
sorda avidez de nada, indiferencia,
pulso de arena, azogue sin sentido.

Resuelto al fin en fechas lo vivido
veo, ya edad, el sueño y la inocencia,
puñado de aridez en mi conciencia,
sílabas que disperso sin ruido.

Vuelvo el rostro: no soy sino la estela
de mí mismo, la ausencia que deserto,
el eco del silencio de mi grito.

Mirada que al mirarse se congela,
haz de reflejos, simulacro incierto:
al penetrar en mí me deshabito."

 

ENRIQUE LARRETA


 

Ya le falta muy poco
 


Ya le falta muy poco al peregrino
para dejar la mundanal posada.
Ha salido al balcón. La madrugada
clarea en la frescura del camino.

Llévese el diablo el canto, el naipe, el vino,
como también la moza enamorada.
Tú si que importas, libación dorada
de la luz natural y el aire fino.

Qué más diera morir si uno pudiera
llevarse algo de aquello. Qué más diera,
si el alma desde el cielo contemplara,

cuando se va de alondra y gira y sube,
la misma luz; dejara y no dejara
la brisa, el agua, el prado, el sol, la nube.

 

ISRAEL CLARÁ

 

Antes del poniente

 

Te besaré en la luz y allá en lo oscuro,
donde el día agoniza y va muriendo,
y serás el misterio que no entiendo,
y serás el prodigio que me auguro.

Te quiero a ti, puedes estar seguro,
mi otra mitad, que va disminuyendo
a medida que muero y que comprendo
que de los dos perdurará el más puro.

Dejar de ser y transformarse en algo
al mismo tiempo, amor, propio y ajeno,
olvidar si uno es débil o uno es fuerte.

Y convertirse así en aquel hidalgo
que combata en la lluvia y en el cieno
para alterar los planes de la muerte.