miércoles, 14 de octubre de 2020

DELIA QUIÑÓNEZ


 

 

Misiva de Dafne

 

 


Querido:

Ancho es el bosque

               donde tu paso apresura distancias

                              y hondo es el asedio de tu canto.

Vienes de la luz

               y sin embargo

               te detienes en mi puerta;

multiplicas el eco

               y anhelas mi palabra,

antecedes al sol

               y buscas mi penumbra

adivinas los sueños

               y esperas mis respuestas

vienes del triunfo

               y anhelas mis batallas.

Pero yo, querido,

no quiero estandartes de gloria

ni escudos que relaten la odisea

          de haberte negado

          el cálido refugio de mi pecho:

               quiero tan sólo

               – ¡vanidad de vanidades! –

                              dormirme en mis laureles!

 

 

Dafne

Ninfa hija del dios fluvial Peneo, fue acosada por Apolo. Para librarla de éste, Gea, diosa de la tierra, la hizo desaparecer y en ese lugar brotó un árbol de laurel.

 

REYNALDO URIBE

  

 

 

 

quién podrá

quién

será capaz

de sepultar

la memoria

 

 

MASAOKA SHIKI

 

 



La desolación del invierno;

Atravesando una pequeña aldea,

Ladra un perro.

 


De: “Invierno”

 

ALEX FLEITES

 

 

 

De un griot para sus hijos

 


 

Voy nombrando las partes

al tiempo que las toco

La lanzadera, el huso,

la fragua donde duermen

con ligerísimo sueño

el viento, el fuego y la materia

Purificado el cuerpo,

pasado el tiempo

del aprendizaje silencioso,

voy diciendo los nombres

que la noche me puso en los labios:

Gubia para extraer

el corazón de la madera

Escalpelo furioso

Pensativa reja del arado

Digo, nombro, tomo posiciones,

me apropio de lo que

siempre estuvo allí

para dolor y regocijo

Junto el barro del amanecer

Su forma ya no imita

Sólo quiere ser barro

Para que no se sequen,

expongo las palabras

sobre la hierba de la isla

En su oscura esencia

todo queda dicho

Comience el día, cada cosa

ocupe el espacio de su nombre

Pasado este momento,

pueden tocar mi túnico y mi carne

Dispongan del pan

que les dejo servido

Y no me reverencien

Después de todo

no soy más que un hombre,

irreconocible entre tantos

que a esta hora, en rebaño,

se agolpan a la entrada

de las usinas,

los estacionamientos

y los ministerios 

 

WILLIAM BLAKE

  


 

La rosa enferma

 

 


estás enferma, ¡oh rosa!

El gusano invisible,

que vuela, por la noche,

en el aullar del viento,

tu lecho descubrió

de alegría escarlata,

y su amor sombrío     y       secreto

consume tu vida.

 

 

Versión de Màrie Montand

MAROSA DI GIORGIO

   

 

 


Árbol de magnolias...

 



Árbol de magnolias,

te conocí el día primero de mi infancia,

a lo lejos te confundes con la abuela, de cerca, eres el aparador

de donde ella sacaba el almíbar y las tazas.

De ti bajaron los ladrones;

Melchor, Gaspar y Baltasar;

de ti bajaban los pastores y los gatos;

los pastores, enamorados como gatos,

los gatos, serios como hombres, con sus bigotes y sus ojos de enamorados

Esclava negra sosteniendo criaturitas, inmóviles, nacaradas.

Virgen María de velo negro,

de velo blanco, allá en el patio.

Eres la abuela, eres mamá, eres Marosa, todo eres, con tu

eterna

juventud, tu vejez eterna,

niña de Comunión, niña de novia,

niña de muerte.

De ti sacaban las estrellas como tazas,

las tazas como estrellas.

Estuvo oculto en tus ramos el Libro del Destino.

Te has quedado lejos, te has ido lejos.

Pero, voy retrocediendo hacia ti,

voy avanzando hacia ti.

Te veré en el cielo.

No puede ser la eternidad sin ti.

 


De "Los papeles salvajes"