"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 19 de abril de 2017
ALFONSO CORTES
La piedra viva
La piedra despertó (y era una piedra
como las otras que hay en la montaña,
con piel de musgo y venas de yedra).
Y abrió los ojos. (Era la hora extraña
en que se enciende el sol, como la hoguera
que calienta al pastor en la cabaña).
Y luego dos pasos. (La ladera
era sonora y bárbara, y los vientos
peinaban su sombría cabellera).
Y en interiores estremecimientos
se inquietaba la Piedra, hasta que el ansia
le abrió la boca, y dijo pensamientos:
—¿En dónde estás, en dónde estás, distancia
sin relación y tiempo sin medida,
y lo que Dios es, la única fragancia?
¡Oh!, quítame esta túnica: vestida
así, mi ser es cosa, solo cosa,
pues la forma es la cárcel de mi vida.
La piedra despertó (y era una piedra
como las otras que hay en la montaña,
con piel de musgo y venas de yedra).
Y abrió los ojos. (Era la hora extraña
en que se enciende el sol, como la hoguera
que calienta al pastor en la cabaña).
Y luego dos pasos. (La ladera
era sonora y bárbara, y los vientos
peinaban su sombría cabellera).
Y en interiores estremecimientos
se inquietaba la Piedra, hasta que el ansia
le abrió la boca, y dijo pensamientos:
—¿En dónde estás, en dónde estás, distancia
sin relación y tiempo sin medida,
y lo que Dios es, la única fragancia?
¡Oh!, quítame esta túnica: vestida
así, mi ser es cosa, solo cosa,
pues la forma es la cárcel de mi vida.
ALFREDO R. PLACENCIA
Llamada a los poetas
Dad la mano a este pobre que se pierde
sin un rayo de sol.
Dadle a beber dolor los que aprendisteis
donde vive el dolor.
Para escribir la estrofa, necesita
sangre del corazón.
Decid, los que nacisteis soñadores,
¿dónde hay tinta mejor…?
Guiadlo, por piedad.
Es de la casta
de que vosotros sois.
Su nombre, como el vuestro, va en la lista
que ha empezado por Job.
Yo descendí hasta el alma de la noche
y en sus abismos me senté; aquí estoy.
Subid a ver si hay algo en la montaña
de la lumbre del sol.
Algo debió quedar allí perdido.
Pienso que algo quedó.
Registrad las espigas y las hojas,
hijos mansos de Job.
Dad la mano a este pobre que se pierde
sin un rayo de sol.
Dadle a beber dolor los que aprendisteis
donde vive el dolor.
Dad la mano a este pobre que se pierde
sin un rayo de sol.
Dadle a beber dolor los que aprendisteis
donde vive el dolor.
Para escribir la estrofa, necesita
sangre del corazón.
Decid, los que nacisteis soñadores,
¿dónde hay tinta mejor…?
Guiadlo, por piedad.
Es de la casta
de que vosotros sois.
Su nombre, como el vuestro, va en la lista
que ha empezado por Job.
Yo descendí hasta el alma de la noche
y en sus abismos me senté; aquí estoy.
Subid a ver si hay algo en la montaña
de la lumbre del sol.
Algo debió quedar allí perdido.
Pienso que algo quedó.
Registrad las espigas y las hojas,
hijos mansos de Job.
Dad la mano a este pobre que se pierde
sin un rayo de sol.
Dadle a beber dolor los que aprendisteis
donde vive el dolor.
SALVADOR DIAZ MIRON
Gris de perla
Siempre
aguijo el ingenio en la lírica y él en vano
al misterio se asoma
a buscar a la flor del Deseo vaso digno del puro Ideal.
¡Quién hiciera una trova tan dulce que al espíritu fuese
un aroma,
un ungüento de suaves caricias con suspiros de luz
musical!
Por desdén a la pista plebeya la Ilusión empinada en
su loma
quiere asir, ante límpidas nubes, virtud alta en sutil
material;
pero el Alma en el barro se yergue y el magnífico afán
se desploma,
y revuelca sus nobles armiños en el negro y batido
fangal.
La palabra en el metro resulta baja y fútil pirueta en
maroma,
y un funámbulo erecto pontífice lleva manto de pompa
caudal,
y si el Gusto en sus ricas finezas pide nuevo poder al
idioma
¡aseméjase al ángel rebelde que concita en el reino del
mal!
¡Quién hiciera una trova tan dulce que al espíritu fuese
un aroma,
un ungüento de suaves caricias con suspiros de luz
musical!
al misterio se asoma
a buscar a la flor del Deseo vaso digno del puro Ideal.
¡Quién hiciera una trova tan dulce que al espíritu fuese
un aroma,
un ungüento de suaves caricias con suspiros de luz
musical!
Por desdén a la pista plebeya la Ilusión empinada en
su loma
quiere asir, ante límpidas nubes, virtud alta en sutil
material;
pero el Alma en el barro se yergue y el magnífico afán
se desploma,
y revuelca sus nobles armiños en el negro y batido
fangal.
La palabra en el metro resulta baja y fútil pirueta en
maroma,
y un funámbulo erecto pontífice lleva manto de pompa
caudal,
y si el Gusto en sus ricas finezas pide nuevo poder al
idioma
¡aseméjase al ángel rebelde que concita en el reino del
mal!
¡Quién hiciera una trova tan dulce que al espíritu fuese
un aroma,
un ungüento de suaves caricias con suspiros de luz
musical!
JORGE CARRERA ANDRADE
Vocación del espejo
Cuando
olvidan las cosas su forma y su color
y, acosados de noche, los muros se repliegan
y todo se arrodilla, o cede o se confunde,
sólo tú estás de pie, luminosa presencia.
Impones a las sombras tu clara voluntad.
En lo oscuro destella tu mineral silencio.
Como palomas súbitas
a las cosas envías tus mensajes secretos.
Cada silla se alarga en la noche y espera
un invitado irreal ante un plato de sombra,
y sólo tú, testigo transparente,
una lección de luz repites de memoria.
y, acosados de noche, los muros se repliegan
y todo se arrodilla, o cede o se confunde,
sólo tú estás de pie, luminosa presencia.
Impones a las sombras tu clara voluntad.
En lo oscuro destella tu mineral silencio.
Como palomas súbitas
a las cosas envías tus mensajes secretos.
Cada silla se alarga en la noche y espera
un invitado irreal ante un plato de sombra,
y sólo tú, testigo transparente,
una lección de luz repites de memoria.
JORGE CUESTA
Soñaba hallarme en el placer que aflora
Soñaba hallarme en el placer que aflora;
pero vive sin mí, pues pronto pasa.
Soy el que ocultamente se retrasa
y se substrae a lo que se devora.
Dividido de mí quien se enamora
y cuyo amor midió la vida escasa,
soy el residuo estéril de su brasa
y me gana la muerte desde ahora.
Pasa por mí lo que no habré igualado
después que pasa y que ya no aparece;
su ausencia sólo soy, que permanece.
Oh, muerte, ociosa para lo pasado,
sólo es tu hueco la ocasión y el nido
del defecto que soy de lo que ha sido.
ISABEL FRAIRE
Sentido del arte o también aquí hay un círculo
y ése
es Miguel Ángel
ese viejo
que sostiene
a la Virgen
que sostiene
a Cristo
y Cristo Cristo somos nosotros
tú y yo todos
y también somos los ojos
que sostienen con su mirada
(que es la de Miguel Ángel)
a Miguel Ángel
que sostiene
a la Virgen
que sostiene
a Cristo
que somos
nosotros
ese viejo
que sostiene
a la Virgen
que sostiene
a Cristo
y Cristo Cristo somos nosotros
tú y yo todos
y también somos los ojos
que sostienen con su mirada
(que es la de Miguel Ángel)
a Miguel Ángel
que sostiene
a la Virgen
que sostiene
a Cristo
que somos
nosotros
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