martes, 14 de junio de 2022


 

CARMEN SÁNCHEZ

 


 

Convocas al mar
y a la fuerza
de los vientos,
cien estrellas suenan
en el cielo,
los magos de grandes antenas
golpean los sentidos,
sangre y pies
van a tu encuentro,
bailan escenas que fuimos,
luchan contra la piel del tambor,
burlan las nubes
y congregan todos los latidos.

 

De: “Un roce al paso”

 

 

ROCÍO WITTIB

 

  

 

la poesía es esa voz que te susurra algo al oído

ven, te contaré un secreto
pero no vayas a romperme el corazón

la poesía es una manzana muy tentadora

mi pecado:
los lunares azules de tus ojos

la poesía es una contradicción como cualquier otra

se empeñan en creer
porque dudar los hace sufrir

 

SALVATORE QUASIMODO

 

 


De tierna mujer echada entre las flores



Se adivinaba la estación oculta
por el ansia de las lluvias nocturnas,
por los cambios de las nubes en el cielo,
undosas leves cunas;
y yo estaba muerto.

Una ciudad suspendida en el aire
era mi último exilio,
y en torno me llamaban
las suaves mujeres de otros tiempos,
y la madre, renovada por los años,
con su dulce mano escogía entre las rosas
y con las más blancas ceñía mi cabeza.

Afuera era de noche
y los astros precisos seguían
ignotos caminos en curvas de oro
y las cosas vueltas fugitivas
me llevaban a rincones secretos
para hablarme de jardines abiertos de par en par
y del sentido de la vida;
pero a mí me dolía la última sonrisa

de tierna mujer echada entre las flores.

 

Versión de Carlo Fabretti

 

 

JAVIER PAYERAS

 

 

 

Algo de mar sin luz y naranja amargo

 


Lo que fueron amigos y vino, tan fugaces que ni tiempo dio de llorarles.
Vine tarde a la vanidad y su dolor elegante, abrí algunos libros y los mordí con los ojos. Hoy encuentro cerrado el maletín de cuero lleno de dibujos y palabras.

Ojalá bajen tarde los dos soles de este martes.
Sueño una piedra enorme frente a un lago. Pero tengo las aceras debajo de los pies como la piel de mi camino.
Demasiado viejo el tallo no se dobla más, su muerte es silenciosa hasta que el viento lo parte.

Los ladrones me han dejado en medio de la tempestad.
Soy torpe desde el inicio y creo ciegamente en los errores de mi vida.

Más humana que nadie mi madre finge que no se preocupa
La escucho orar en las madrugadas, llora y suena el espíritu de la casa.
Al amanecer, yo, que me vuelvo viejo, soy de nuevo pequeño.
Me ha llegado el rumor que no solo existe este encierro de huesos en circunstancia.

Suena una canción francesa, viene luego ella que me piensa cuando apenas son las tres de la madrugada.
Su mirada tranquila deja quieto este péndulo añadido por tanto deseo en vidrio roto, tanta rabia en las ortigas
Hoy ese cuadro de luz intensa entra a mi cuarto.

Comiendo las migas se cruzan los tiempos sumergidos.
Un blíster de pastillas para aplazar el amanecer. La noche puede ser un remolino de pensamientos.

Finjo que el miedo no se acerca.
Pero ese león frente al látigo se acostumbra a regresar a su jaula: alimento y agua, pero al salir lo destruye todo y el mismo decide regresar a su cárcel, es mejor el encierro y no hacerle mal a nadie.

Pasa a la vena la heroína y cierro el pulso. Me bota el beso al escribir. Vuelvo por más y es porque todo lo he soñado.
Borracho en el timón, los amigos ríen y no pienso en la crisis que amanecerá si es que amanece mañana.

Gloria máxima es mirar en el mar de letras una palabra mía.
Lo mío y lo tuyo se equilibran en todo lo secreto.
No escribo para que me mires, escribo para que no veas la noche.

Tropiezo en una obra menor.
Tan pequeño el sonido que hace un triángulo en la sinfonía.
Es peña en el mar.
El remoto color de lejos es la sombra. La distancia acompleja la grandeza.

Amargo seca el aire la ropa en los minutos amargos llenos de gente amarga que cae de boca frente al sol amargo que tienen de corazón.
Amarga alegría de un eco entre la vasta soledad amarga que deja su cara entre las caras. Amargo silencio de quitarme los lentes y no quedarme en la imagen amarga de gente apaleada por la constancia de las razones amargas. La música dulce no es la inteligencia amarga, porque lo amargo es una ausencia más en los muros.
Amargo es desear y obtener y perder. Amargo es vigilar sin descanso la alegría.

El niño herido hace escarcha y se le ve andar dormido.
Sin rumbo cruza los precipicios desde abajo.
Al fondo una alacena con pan caliente y vino. La risa se enciende y su corazón entra en el libro.
Construye un árbol y se dibuja con buen semblante.

Son las horas del niño.Mi madre en su infancia vio el rostro de una niña al fondo de un pozo.
Mi madre con extrañeza me dice “Ella cayó al fondo, se me aparecía porque quería jugar conmigo, pero como era un fantasma no podía salir a la superficie”.

No viajo por las carreteras, se han ido los vehículos veloces. Beber y manejar de noche. Esa libertad de antes se quedó ocupada por la rutina.
Hoy los caminos están abiertos, pero me siento cansado.
De esta orilla hice mi hogar.

Hago bocetos y no sé cómo dibujar la crisis de un mar sin luz y la naranja amarga que es apenas una rueda hecha con lápiz sobre el papel. Pintar el agua hirviendo, por ejemplo.

Quedan dos puntos helados, pienso en continuar ese camino de frentes inconstantes o ángulos opuestos a las esquinas donde se cierra el paraíso. Es revolucionario aceptar el mundo en su tristeza.

 

 

MARTHA CECILIA ORTIZ QUIJANO

 

 

 

Post Mortem

 
Ángeles degollados puse al pie de tu caja
y te eché encima tierra, piedras,
lágrimas, para que ya no salgas.
Jaime Sabines.

 
Tanta rigidez de huesos,
navajas cortando el aire.
Tu carne, comida para gusanos,
lo único, después del trueno.

Tu cuerpo se desintegra en la hora del llanto.
La diástole y la sístole no corren más
como esos viejos relojes de mi casa.

-Tanta quietud en tu cuerpo tibio-

Ausencia, ingravidez de lo no terreno,
la nada…
cuencas vacías en esos que fueron tus ojos.
Oscuridad y frío
en la grieta de la fosa.

Solo, solito
en ésa,
tu nueva casa de alabastro
sin ventanas,
sellada desde afuera.
Y, allí te quedas, bien muerto,
hasta el confín de los días
en esta tarde de marzo.

 

 

JULIO CÚMEZ

 

  

 

Sí.
Esa es la señal que esperábamos
para dejar ir a este fuego
que ya dio su palabra y que ahora
solo es humo sumergiéndose en la noche
(en las voces que se escuchan debajo de estas voces).

Así que no tengas miedo, acércate
y usa esta espalda como un puente
para ver los otros rostros de cada palabra.