viernes, 26 de enero de 2018


JACK KEROUAC





La baja amarilla
luna sobre la
tranquila luz del hogar

ÁLVARO VALVERDE





Escrito al alba



Habrá estado esperando que la noche
cumpliera su sentencia contra el tiempo,
el terco maleficio que la habita
y que a solas padece
cada vez que en el sueño le despierta el temor
y, después, la vigilia se establece imponiendo
una extraña alianza de excepción y costumbre.
Habrá intentado acaso explicar el porqué
de aceptar sin ceder esa ciega amenaza
que le cerca y, no obstante, él espera implacable.
En la primera claridad tras la penumbra
que agota de la noche el cauce oscuro,
la realidad ordena en sus contornos
la tregua en que apagar otra conciencia.


De: "Una oculta razón"

ARNULFO VALDEZ OLETA





El chillido de una cococha
es el silencio de Escuinapa
en esta copa de luna.

Será quizá el corazón que palpita en su plazuela
un palpitar continuo
un feroz contrapunto de pulso y luz atenuada
que hace marcar la hora al reloj del ayuntamiento
los niños en sus triciclos
las conversaciones ajenas
el pecado de una pareja bajo el pilar de una iglesia
y esa cococha que sumida en la palmera da cuerda
a las campanadas que hacen temblar a la cruz
clavada en la cúpula.



AIDA CARTAGENA




Cómo Llorar la Muerte de una Rosa

           «De todos los hombres que están vivos, ¿quién sabe algo?» Eclesiastés.



¿Cómo llorar la muerte de una rosa,
si los amaneceres han desdoblado el Mundo,
y en la hierba que tiembla cerca de los rosales
se han quedado las albas vueltas gotas de agua?
Sólo desde la tierra
tienen brillo de ámbar las estrellas.
A la tierra amarga vuelva
la lluvia del color de los rosales.
Sentir como los musgos se asen a las piedras:
hay un rencor en la brisa viajera!
Hombres no han llorado
porque caen los hombres.
¿Cómo llorar la muerte de una rosa? 



MORIANA DELGADO



  
La sangre es difícil de lavar



Sus manos quieren desteñirse
esas manos sucias que no pintan las cañerías de lo que buscan deshacer
esas manos que retienen y retienen.
Pues es la memoria un atajo para las encrucijadas
a donde nadie llega de cierto
donde la sangre es difícil de lavar
donde se yerguen proezas a antiguas leyendas
en el agua espesa de un recuerdo tardío.

Y caminamos hondo
sobre cordilleras apagadas
donde la bigornia se golpea con la ira de la soledad
y las voces nos cantan a oscuras.

Ahí, donde la llaga de la noche se hunde más allá de la mirada derrotada
hacia el golpeteo del pico sobre la roca
en las minas del corazón;
pero esas manos no terminan de desmoronarse,
esas manos de pantomima y mentira,
de quienes edifican sombras grises sobre paredes desalojadas.


LURIEL LAVISTA



  
Humareda


Llámame
dirige tu dulce voz
donde florece la esperada muerte,
dormita con la sombra de mi locura
reúne palabras
en soledad de contenidas horas
inseparable alma.

Bésame
hunde todo tu pecho
ante mi afligido corazón inhóspito,
recorre con el roce de tu aliento
la sangre erosionada de mis días,
reconoce como tuya mi carne
enraizada en esta humareda.