"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 2 de julio de 2018
IVÁN TUBAU
Cuatro
Rubaiyyat de Cambridge
«Une orange sur la table
ta robe sur le tapis
et toi dans mon lit.»
Jacques Prévert
ta robe sur le tapis
et toi dans mon lit.»
Jacques Prévert
Son un
placer muy dulce los dieciocho años.
Juntos lo celebramos, amor, esta mañana.
Cuando llegue la noche, si Dios y Prévert quieren,
me dejarás probar tus nuevos diecinueve.
Juntos lo celebramos, amor, esta mañana.
Cuando llegue la noche, si Dios y Prévert quieren,
me dejarás probar tus nuevos diecinueve.
De: "Vendrán meses con erre"
MARGARITO CUÉLLAR
Alimento de los ángeles
A Galaver
Tienen
algo de pájaros, mas sus espíritus delicados repelen el alpiste. Son la especie
más rara en la fauna del cielo. Les dejo en el patio algodones húmedos en
leche, hostias de sabores, fruta suave. Los ángeles bajan por la noche. A veces
los descubro. La música de sus alas. La fruta intacta en su pulpa jugosa. El
patio lleno de plumas. Los ángeles comen polvo del paraíso, granos de
estrellas, dice mi mujer. Un ángel de mascota muere de hambre o de melancolía.
Una lástima con alas. Tal vez esté en camino una nueva generación de ángeles
cuyo metabolismo sea menos etéreo. Ángeles que disfruten lo mismo una pierna de
vaca que los dientes de un pez. Una vaca que cante. Un pez que ría como si el
sueño de la muerte le mostrara un sendero de luces. Lástima. Imposible
encontrar polvo del paraíso; las estrellas que caen no llegan a la tierra. Los
ángeles serían sin duda más felices.
ADRIANA TAFOYA
VI
Traspasamos
el portal con los labios impregnados de violetas
para mamar las ponzoñosas carnes del mito
membranas que enlazan en hirvientes rosas profanas
árboles flotantes de frutos geométricos
amargos y palpitantes de carroña
son sangre frutal
que
se altera
se extingue y enflora
donde
explotan granadas
caliente granizo rojo
en las ramas del cielo
¿para qué buscar el paraíso?
si
tenemos este polvo que hormiguea de tan vivo
con sus
múltiples niños apoyados en sus diminutas manos
para
nacer torcidos de la ennegrecida tierra
se
esparcen
se destrenzan
y son muñecas
órganos no de la entraña sino de las formas viscerales
no y sí
del mirto que aprieta
un reloj en sus grecas
que enraíza
a la vez que se desprende
de este terreno terminal y breve
en el
que duermen siniestros cisnes y canosas libélulas
donde
los chupamirtos son flores
y se
desgarran en lujuriosas y azules naranjas
que al comerse desnudas
en el pliegue de la entraña
son agujas que se ensartan y trenzan
entredevorándose dentro de los cuerpos
he
aquí el infierno
MIGUEL RASH ISLA
A una onda
Onda
del mar, padezco tu inquietud: a tu modo
vibro, sollozo, canto, me agito sin cesar;
como tú no hallo nunca concreción ni acomodo,
como tú sufro el signo turbulento del mar.
Caprichosos, volubles, inconformes con todo,
cambiamos, sin que cambie nuestra vida al cambiar;
¿dóndé estará la playa, dónde estará el recodo
traaquilo en que podamos sin morir reposar?
La lumbre te embellece con un prisma risueño,
cual sonrosan mi alma la ilusión y el ensueño,
mas tu prisma y mi sueño son mentira no más.
vibro, sollozo, canto, me agito sin cesar;
como tú no hallo nunca concreción ni acomodo,
como tú sufro el signo turbulento del mar.
Caprichosos, volubles, inconformes con todo,
cambiamos, sin que cambie nuestra vida al cambiar;
¿dóndé estará la playa, dónde estará el recodo
traaquilo en que podamos sin morir reposar?
La lumbre te embellece con un prisma risueño,
cual sonrosan mi alma la ilusión y el ensueño,
mas tu prisma y mi sueño son mentira no más.
¿Quién
sospecha tus rumbos? ¿Quién mis dudas resuelve?
Tú eres lo que en la orilla dice adiós y no vuelve...
Yo lo que al despedirse no ha de volver jamás.
Tú eres lo que en la orilla dice adiós y no vuelve...
Yo lo que al despedirse no ha de volver jamás.
AMOS OZ
Cálculos
En la calle Amirim el señor Danon aún está despierto.
Las dos de la madrugada. En la pantalla del ordenador
las cuentas mal hechas de una compañía cualquiera.
¿Error o fraude?
Busca. No encuentra. Sobre una servilleta bordada
un viejo reloj tictaquea. Se viste. Sale. En el Tíbet ya son las seis.
Olor a lluvia sin lluvia en la calle de Bat Yam.
Vacío. Silencio. Viviendas. Error
o fraude. Mañana lo veremos.
En la calle Amirim el señor Danon aún está despierto.
Las dos de la madrugada. En la pantalla del ordenador
las cuentas mal hechas de una compañía cualquiera.
¿Error o fraude?
Busca. No encuentra. Sobre una servilleta bordada
un viejo reloj tictaquea. Se viste. Sale. En el Tíbet ya son las seis.
Olor a lluvia sin lluvia en la calle de Bat Yam.
Vacío. Silencio. Viviendas. Error
o fraude. Mañana lo veremos.
De: "El mismo mar"
Versión de Raquel García Lozano
IRENE SÁNCHEZ CARRÓN
(Estudio de escritor.
Mesa de gran tamaño. Estanterías llenas de libros.
Puerta al fondo entreabierta. El personaje camina de un lado a otro del escenario.)
Puerta al fondo entreabierta. El personaje camina de un lado a otro del escenario.)
Que
alguien recomponga los jarrones
rebosantes de rosas.
Necesito más luz
sobre el brazo desnudo que ahora escribe.
Los libros, que se vean desde todos los ángulos.
Unas hojas tiradas por el suelo pueden
crear ambiente.
Si es posible,
que caiga por completo la noche.
Una luna entre nubes
podría sugerir un halo de misterio.
En la calle
que parezca que la lluvia ha caído.
Ella entrará por la puerta del fondo.
Traerá el cabello húmedo -podría haber un fuego
donde secarlo lenta, muy lentamente-.
No hablará.
No hablaré.
El silencio es lo más apropiado.
No elevaré los ojos para verla
hasta pasado un rato.
Ella irá hacia las rosas con aire ensimismado
y mirará la luna caminar por mi cielo.
Necesito más luz sobre mi mano.
Necesito más luz sobre las rosas
y un fuego y una luna y un cielo
antes de que ella llegue.
Y que haya llovido.
rebosantes de rosas.
Necesito más luz
sobre el brazo desnudo que ahora escribe.
Los libros, que se vean desde todos los ángulos.
Unas hojas tiradas por el suelo pueden
crear ambiente.
Si es posible,
que caiga por completo la noche.
Una luna entre nubes
podría sugerir un halo de misterio.
En la calle
que parezca que la lluvia ha caído.
Ella entrará por la puerta del fondo.
Traerá el cabello húmedo -podría haber un fuego
donde secarlo lenta, muy lentamente-.
No hablará.
No hablaré.
El silencio es lo más apropiado.
No elevaré los ojos para verla
hasta pasado un rato.
Ella irá hacia las rosas con aire ensimismado
y mirará la luna caminar por mi cielo.
Necesito más luz sobre mi mano.
Necesito más luz sobre las rosas
y un fuego y una luna y un cielo
antes de que ella llegue.
Y que haya llovido.
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