"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 9 de noviembre de 2022
GUSTAVO ADOLFO GARCÉS
El
dragón
Lo
aflige
el espanto
que causa
cómo
se verá
el mundo
a través
de sus ojos
TINO VILLANUEVA
Convocación
de palabras
Yo
no era mío todavía.
Era 1960…
y lo recuerdo bien
porque equivocaba a diario
el sentido de los párrafos;
en la umbría de una tarde
enmugrecida con aire desvalido
asistía a la vergüenza
de no entender del todo
lo que el televisor
estaba resonando en blanquinegro.
Desharás, me dije,
las sanciones en tu contra.
Irresoluto adolescente,
recién graduado
y tardío para todo,
disciplinado a no aprender nada,
harás por ti
lo que no pudo el salon de clase.
Ésta será tu fe:
Infraction
bedlam
ambiguous.
Las convoqué
en el altar de mi deseo,
llevándolas por necesidad
a la memoria.
En la fecundidad de un instante
me fui multiplicando:
affable
prerogative
egregious.
Cada vez tras otra
asimilé su historia,
lo que equivale a rescatar
lo
que era mío:
priggish
eschew
impecunious.
Porque las hice doctrina
repetida horariamente,
de súbito
yo ya no era el mismo de antes:
assiduous
faux pas
suffragette.
Ahora
desciendo inagotablemente
de ellas; son
mi hereditaria ofrenda,
huellas de sangre vivida
sobre el papel constante:
exhume
querimonious
kibitzer.
Tenaz
oficio
el de crearme en mi propia imagen
cada vez con cada una al pronunciarla:
postprandial
subsequently
y de escribir por fin con voluntad
las catorce letras de mi nombre
y por encima
la palabra
libertad.
ETHEL KRAUZE
55
No
preguntaremos
no
rodaremos de gozo
no
derramaremos lágrimas
sólo
un nombre tu nombre y nos iremos.
De:
“Un nombre con olor a almizcle y a gardenias”
IDA GRAMCKO
Veteranía
oscura, vinculado exterminio,
tanto se ha padecido que ya es mío el asedio
del trastorno en oleadas. El dolor se hace ritmo.
No se impone. Se asume. Desde un temple o un sesgo
las pérdidas se tornan mis hábitos de abismo.
Alcances abisales. Opaco privilegio.
El duelo es un umbroso derecho que me asigno,
y ante lo que sonríe sin conciencia defiendo
mi dignidad de sombra. Tales fueron el risco
de lo pétreo y punzante que sin ti, sin tu pecho
donde esconder los ojos, pendí en el laberinto
hasta que en lo escarpado se produjo un encuentro:
descubrir que lo estriado también era un oficio,
que se vive ejerciendo lo magro y lo deshecho,
y entonces, ducha en labios tomándose residuo,
y en manos estalladas, lo ríspido sostengo.
Pauta en lo exasperado. Vocación en lo exiguo.
En lo vacío espeso brota un húmedo verbo:
conjugar, y conjugo profundo precipicio.
Es como hallar un llanto no menor sino egregio.
Congnoscentes tizones, quemaduras con ígneo
reverberar de raros horizontes. Pretendo
que una lágrima sea no raudal sino signo,
serial de que se activan el dédalo y el diezmo.
Flautas en el escombro semeja el equilibrio.
Se sufre más si es hondo y enérgico el destierro.
El duelo no es insano tropel sino ejercicio,
un ave, sólo un ave pero viva en el viento.
Sin estridentes triunfos, tu polvo está preciso
pues a su gris abrupto no lo acato, lo acendro.
Parece que en mis manos crece un tórrido lirio.
Sólo un copo que cae, sin pausa, en el incendio.
La pureza no ha sido jamás tumulto níveo.
Ha sido un poco de alma ciñendo lo disperso.
Primitiva enseñanza del mar o del granizo.
Si sabemos del agua, no hay sollozo realengo.
Lloro, entonces, transida, mas no mártir del sismo.
El llanto se desata como un lúcido engendro,
y potenciado, agudo, surtiendo el orificio
mana míticamente, como un dios, el recuerdo.
¿Qué es recordar? ¿Limarse la sed, lo desprovisto?
¿No es algo más? ¿La imagen superando lo incierto?
¿Promesa inesperada y audaz de lo continuo?
Pues ¿por qué se recuerdan un ámbito o un gesto
y no hay global memoria? ¿Por qué el rico mutismo
o el silencio cargado que trasciende al silencio?
No se lastima dentro lo diáfano indiviso.
Añorar es la terca voluta sin tropiezo.
Solicitud: memoria, remembranza: servicio
socorriendo lo intacto y anulando el invierno.
Ademanes irrumpen como aroma conciso.
El gnomo, y no el terruño, sabe más del enebro.
Lo roído es cruzado por un rasgo imprevisto.
¿Cuántas resurrecciones trafican en lo interno?
No se generaliza cuando es ávido y limpio
rememorar, y cruzas la añoranza asintiendo
los ojos como halos, las manos como un nimbo
en gestual nebulosa o en enfático incienso.
Y me pregunto entonces, ya sin párpado estricto,
ya humareda del hombro, ya neblina del belfo,
ya en espirales densas de nuez o de narciso,
en intento o en trazo tozudo de lo eterno,
reacia a todo consuelo trivial, a todo alivio
que no sea altanero, sin dolor indefenso,
con dolor despejado, como grito con himno,
como si las alondras fuesen sólo su arpegio,
pregunto si hay un beso sin labio advenedizo
pues la tierra no admite que lo ascético es tierno.
En plenitud severa o en afónico auxilio,
en tránsito que afronta las mímicas del hueso
ya caídos los oros de opresión y organismo,
hallo al herir del todo lo balsámico externo,
presencias sin panojas, no efusión sino ahínco
y digo en oquedades de piel y de universo,
realidad descarnada, no espectral artificio,
si el llanto evoluciona, no es posible el espectro.
Eso es como una rosa de nada en el idilio
o sentir sin contacto que una forma atravieso.
Tesoro pobre acaso pero erguido en lo extinto
indaga si es posible cuerpo amado sin cuerpo.
De:
“Treno”
ALDA MERINI
En
las fervientes uñas del dolor
Si el dolor me embiste y me retiene
en sus fervientes uñas
y agotada siento que me asola
por una horrible zancada
que me arrastra y me derrumba toda,
gimo porque soy débil, de arcilla
mas presionando el labio ya me crece
dentro no sé qué orgullo sin mesura
por la muerte aparente, de una fibra
de demonio o de ángel estoy hecha...
De: “Destinati a morire” (Destinados a morir)
JHANAYRA MANZANO
Rendijas
veo
a mi niña
está en la cuna con su rabia horizontal
no puede asir la luz serena de esta tarde
de
sus ojos salen musgos resecos
acentuados por el olor de su sombra
quiere jugar a ser estrella
quiere buscar a su luna
pero el cielo está lejos
y las tardes no perdonan la piel suave
duerme
y escucha
murmullos de guerras que se tejen
en lo oscuro de una noche que se vuelve interminable
no cabe mas rabia en ese cuerpo pequeño
que dejó de ser agua
una
luz se cuela por una rendija
colmada de hilos no puede moverse
se pregunta mil veces si este rayo de sol
vendrá a salvarla
salvar esos ojos que no quieren mirar
un mundo de rostros derretidos y manos disecadas
que no rozan ni se alcanzan
ella
peina su cabello lleno de noche
su piel es de arena frágil
las tardes nunca le han regalado girasoles
no tiene voz sólo hebras grises y azules salen de su boca
aleja su mirada sus labios y sus manos
que nadie se acerque a este húmedo lugar
veo
a mi niña y el universo se hace una gota
habitada de dragones y selvas encendidas
ella insiste en las preguntas de su tiempo
no sabe si permanecer inmóvil
o desdibujarse.
De:
“Infancia, amor mío”
