domingo, 9 de agosto de 2015

MARIO BENEDETTI


 

66

 

en todo idilio
una boca hay que besa
y otra es besada

JOSÉ MARÍA EGUREN


  

La ronda de espadas



Por las avenidas
De miedo cercadas,
Brilla en la noche de azules oscuros,
La ronda de espadas.

Duermen los postigos,
Las viejas aldabas;
Y se escuchan borrosas de canes
Las músicas bravas.

Ya los extramuros
Y las arruinadas
Callejuelas, vibrante ha pasado
La ronda de espadas.

Y en los cafetines
Que el humo amortaja,
Al sentirla el tahúr de la noche,
Cierra la baraja.

Por las avenidas
Morunas, talladas,
Viene lenta, sonora, creciente
La ronda de espadas.

Tras las celosías,
Esperan las damas,
Paladines que traigan de amores
Las puntas de llamas.

Bajo los balcones
Do están encantadas,
Se detiene con súbito ruido
La ronda de espadas.

Tristísima noche
De nubes extrañas:
¡Ay, de acero las hojas lucientes
Se toman guadañas!

¡Tristísima noche
De las encantadas!

 

CÉSAR VALLEJO




Masa


Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...


 

FERNANDO PESSOA


 

¡No, no digas nada!


¡No: no digas nada!
Suponer lo que dirá
tu boca velada
es oírlo ya.

Yo oí lo mejor
de lo que dirías.
Lo que eres no viene a la flor
de las frases y los días.

Es mejor de lo que tu.
No digas nada: lo sé!
Gracia del cuerpo desnudo
que invisible se ve.


 

IDEA VILARIÑO


 

Después

 
Es otra
acaso es otra
la que va recobrando
su pelo su vestido su manera
la que ahora retoma
su vertical
su peso
y después de sesiones lujuriosas y tiernas
se sale por la puerta entera y pura
y no busca saber
no necesita
y no quiere saber
nada de nadie.

 

LEOPOLDO PANERO


 

Hasta mañana dices, y tu voz ...



Hasta mañana dices, y tu voz
se apaga y se desprende
como la nieve. Lejos, poco a poco,
va cayendo, y se duerme,
tu corazón cansado,
donde el mañana está. Como otras veces,
hasta mañana dices, y te pliegas
al mañana en que crees,
como el viento a la lluvia,
como la luz a las movibles mieses.
Hasta mañana, piensas; y tus ojos
cierras hasta mañana, y ensombreces,
y guardas. Tus dos brazos
cruzas, y el peso leve levantas, de tu pecho confiado.
Tras la penumbra de tu carne crece
la luz intacta de la orilla. Vuela
una paloma sola y pasa tenue
la luna acariciando las espigas
lejanas. Se oyen trenes
hundidos en la noche, entre el silencio
de las encinas y el trigal que vuelve
con la brisa. Te vas siempre
hasta mañana, lejos. Tu sonrisa
se va durmiendo mientras Dios la mece
en tus labios, lo mismo
que el tallo de una flor en la corriente;
mientras se queda ciega tu hermosura
como el viento al rodar sobre la nieve;
mientras te vas hasta mañana, dulcemente
por esa senda pura que, algún día,
te llevará dormida hacia la muerte.