lunes, 15 de junio de 2020


CECÍLIA MEIRELES




Cantarán los gallos



Cantarán los gallos, cuando muramos,
y una brisa leve, de manos delicadas,
rozará los bordes, las sedas
mortuorias.
Y el sonido de la noche irá transpirando
sobre los claros vidrios.
Y los grillos a lo lejos truncarán los silencios,
los tallos de cristal, fríos, largos yermos,
y el enorme aroma de los árboles.
¡Ah, qué dulce luna verá nuestra calma
faz todavía más calma que su gran espejo
de plata!
¡Qué frescura espesa en nuestros cabellos,
libres como los campos de madrugada!
En la niebla de la aurora
la última estrella
asciende pálida.
¡Qué gran sosiego, sin hablas humanas,
sin el labio de los rostros del lobo,
sin odio, sin amor, sin nada!
Como oscuros profetas perdidos,
conversarán apenas los perros en las campiñas.
Fuertes preguntas. Vastas pausas.
Estaremos en la muerte
con aquel suave contorno
de una concha dentro del agua.


ZINAIDA GIPPIUS




Entre
  
a D. Filosofov



En la noche las ramas se ennegrecen
y se escucha el susurro de la corriente.
Me hamaca solo una red de aire,
tan lejos de la tierra como del cielo.
Abajo, el sufrimiento y arriba lo que entretiene,
tanto pesa el dolor como la alegría.
Las nubes delgadas y rizadas como niños
y las personas penosas y malas como animales.
Siento lástima por las personas y vergüenza de los niños,
aquí no me creen, allí no me comprenden.
Abajo es amargo y arriba, ofende…
Y en esta red, ni bajo ni subo.
Vivan, personas y jueguen, niños,
mientras me hamaque a todo le diré que no.
Solo me asusta pensar cómo recibiré en la red
el cálido amanecer terrestre.
Y el vapor amanecido, vivo y extraño,
se eleva desde abajo,
¿permaneceré hasta el alba en esta red?
Sé que el sol me quemará.


DULCE MARÍA LOYNAZ




El amor indeciso



Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta...
Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.

Yo le digo al amor: –¿Qué te trae a mi casa?
Y el amor no responde, no saluda, no pasa...

Es un amor pequeño que perdió su camino:
Venía ya la noche... Y con la noche vino.

¡Qué amor tan pequeñito para andar con la sombra!...
¿Qué palabra no dice, qué nombre no me nombra?...

¿Qué deja ir o espera? ¿Qué paisaje apretado
se le quedó en el fondo de los ojos cerrados?

Este amor nada dice... Este amor nada sabe:
Es del color del viento, de la huella que un ave

deja en el viento... –Amor semi-despierto, tienes
los ojos neblinosos aun de Lázaro... Vienes

de una sombra a otra sombra con los pasos trocados
de los ebrios, los locos... ¡Y los resucitados!

Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
que huele las naranjas y que las rosas muerde...,

Que todo lo confunde, lo deja... ¡Y no lo deja!
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja...

Y no sabe morir ni vivir: Y no sabe
que el mañana es tan sólo el hoy muerto... El cadáver

futuro de este hoy claro, de esta hora cierta...
Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta...



NATÁLIA CORREIA




El poema



El poema no es el canto
que del grillo hasta la rosa crece.
El poema es el grillo
es la rosa
y es aquello que crece.
Es pensamiento que excluye
una determinación
en la fuente donde él fluye
y en aquello que describe.
El poema es lo que en el hombre
más allá de sí se atreve.
Y los sucesos son piedras
que trasciende la poesía
en la ya lejana noción
de describirlas.
La misma noción es solo
nostalgia que se desvanece
en la poesía. Pura intención
de cantar lo que no conoce.


KAMALA SURAIYA




Hay una casa ahora muy lejos, donde una vez…



Hay una casa ahora muy lejos, donde una vez
he recibido amor… Esa mujer murió,
La casa se encerró en el silencio, las serpientes se movían
entre los libros, yo era entonces demasiado joven
para leer, y mi sangre se volvió fría como la luna
¿Con qué frecuencia pienso en ir
allí, a mirar a través de los ojos ciegos de ventanas o
Solo escuchar el aire helado,
o en la desesperación salvaje, recoger una brazada de
la oscuridad para traerlo aquí para estar
detrás de la puerta de mi dormitorio como un melancólico
perro… no se puede creer, querido,
puede usted, que vivía en una casa así y
estaba orgulloso, y amado… Yo, que he perdido
mi camino y pedir ahora a las puertas de desconocidos para
recibir el amor, al menos en pequeño cambio?


LOUISE LABÉ




¿Qué grandeza hace al hombre venerable?



¿Qué grandeza hace al hombre venerable?
¿Qué talla, qué pelaje, qué color?
¿Qué es de los ojos lo más embriagador?
¿Quién hace de pronto una herida incurable?
¿Qué canto es al hombre favorable?
¿Quién más penetra cantando su dolor?
¿Quién a un dulce laúd torna mejor?
¿Qué naturaleza es la más amigable?
No podría decirlo con firmeza,
Habiendo mi juicio amor forzado;
Pero yo sé bien, y es clara la certeza,
Que todo lo bello que se pudiera escoger,
Y todo el arte que a naturaleza ha ayudado,

No podrían mi deseo hacer crecer.