"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 11 de octubre de 2018
MARIO RAMÍREZ
La Entrada al Mictlan
Dicen
que la entrada al Mictlan
está sembrada con calaveras de niños.
está sembrada con calaveras de niños.
Dicen
que está sembrada por cempoaxúchitl,
La flor que prefieren los muertos.
La flor que prefieren los muertos.
Dicen
que es grande y es pequeña.
Dicen
que el gran Tloque Nahuaque,
El Dueño de lo Cerca y lo Junto,
tiene algo que ver con esa puerta.
El Dueño de lo Cerca y lo Junto,
tiene algo que ver con esa puerta.
Dicen
que está en todas partes y no existe.
Es el
callejón de los mil espejos,
el insoportable perseguir de los espejos.
el insoportable perseguir de los espejos.
Dicen
que detrás viven los mictlacas,
y que los vivos somos
las terribles sombras carnales de los muertos.
y que los vivos somos
las terribles sombras carnales de los muertos.
Dicen
que cada uno trae su puerta,
aún desde antes de nacer,
aún de cuando los libros no tenían sonidos,
de cuando los sonidos no tenían ideas
y de cuando las ideas no habían agujereado,
todavía, nuestras cabezas.
aún desde antes de nacer,
aún de cuando los libros no tenían sonidos,
de cuando los sonidos no tenían ideas
y de cuando las ideas no habían agujereado,
todavía, nuestras cabezas.
Dicen
que cuando las ruedas de tu vida se cierran
se acabó tu estancia en esta tierra
y las puertas del Mictlan se abren
exactamente en donde se te cerraron las ruedas.
se acabó tu estancia en esta tierra
y las puertas del Mictlan se abren
exactamente en donde se te cerraron las ruedas.
Dicen
que hay que entrar sonriendo a esa puerta,
pues de nada vale reír o no reírse,
pero es mejor llegar feliz al Mictlan,
que llegar ya muerto.
pues de nada vale reír o no reírse,
pero es mejor llegar feliz al Mictlan,
que llegar ya muerto.
JOSÉ LANDA
Mirando cierto muelle
Mira el
muelle
La
brisa que dirige a sus naves el deseo
La
brisa y su ojo codicioso
La
brisa y su entrepierna caliente
Toca el
muelle
–Su
neblina araña rostros oculta heridas
Cuida
los muros que levanta el silencio
La
agonía la ceguera del puerto–
Muerde
la arena
Degusta
su pepita amarga donde ni Francis Drake
ni
Morgan previeron nuestros pasos
Donde
sólo nos queda la memoria ese vómito marino.
BENJAMÍN VALDIVIA
Otras formas
Inventará otras formas el amor,
te lo aseguro.
Poco
será entonces un canto mineral
que haga mirar tu pelo como lumbre.
que haga mirar tu pelo como lumbre.
Y nadie
apreciará
tu cadera de ceibo que invitaba al calor.
tu cadera de ceibo que invitaba al calor.
Ya nada
habrá de ser tu corazón
(tal vez un sabor dulce por mi lengua).
(tal vez un sabor dulce por mi lengua).
Qué
cosas pasarán: seremos viejos
que se han amado como pueden
bajo la fronda de un árbol estelar
que se han amado como pueden
bajo la fronda de un árbol estelar
o a las
orillas del agua de cristal
por la que boga el tiempo sin sentido.
por la que boga el tiempo sin sentido.
De: “Itinerario de espuma”
ISABEL RODRÍGUEZ BAQUERO
Omnia
Todo el dolor y toda la alegría
caben en este amor que me levanta,
que me exalta y me abaja y me adelanta
hasta ti, y me hace nueva cada día.
Cuanto tú me pidieras te daría.
Limpia dicha de darte, clara y alta,
la fuente jubilosa que me salta
en las entrañas, honda vida mía.
Yo te ofrezco mi voz enmudecida
porque tú me lo pides; si quisieras,
si el dique del silencio se rompiera,
te asombrara mi voz de tan quebrada,
a tan largo silencio acostumbrada
y en tan largo silencio enronquecida.
ALEYDA QUEVEDO ROJAS
Energía
El amor
selecciona
a los
que se perdieron
de la
maldad.
Música
oscura
cuánto
dolor tolera
la suma
del cuerpo
su
perímetro helado
termina
los deseos.
REINA MARÍA RODRÍGUEZ
a veces
a veces
él y ella jugaban al escondite en torno
los parvos de heno y los setos de ciruela podados
porque él entendía mucho de caballos y simientes
y olía a fruta desde el belfo a los cascos,
cuando sentado frente a ella con su abundante pelo amarillo
que estaba siempre tan revuelto como la melaza
y el agua de canela del tronco de aquel árbol de sus ojos
-de la supervivencia- eran los ojos que invadía la muerte
la sazón de la muerte con su espuma rojiza
(no hay palabra alguna para sacrificar la muerte
la muerte nunca está del lado de quien muere,
no señala su secreto en el acto de matar).
y ella entonces aportaba sus ojos que invadían la muerte
por encima de la sombra que entraba en el cieno.
yo tenía dieciséis años y lo veía venir
-lo abracé, como pude.
(debes olvidar toda argumentación, toda filosofía del desamparo)
me doblaba y mordía la punta de los dedos
tiznada de sagradas cenizas
bajo el calor de un sol meridiano
mi letra, su sílaba, simboliza el silencio después de la obsesión
-ella piensa en la divinidad.
no hacemos trampas.
el tiempo asesino le arrebata mi cuerpo y también
la abundancia del campo de la imaginación
donde todo fue amenazado
mientras la cosecha terminó de grabarse sobre el fango.
los parvos de heno y los setos de ciruela podados
porque él entendía mucho de caballos y simientes
y olía a fruta desde el belfo a los cascos,
cuando sentado frente a ella con su abundante pelo amarillo
que estaba siempre tan revuelto como la melaza
y el agua de canela del tronco de aquel árbol de sus ojos
-de la supervivencia- eran los ojos que invadía la muerte
la sazón de la muerte con su espuma rojiza
(no hay palabra alguna para sacrificar la muerte
la muerte nunca está del lado de quien muere,
no señala su secreto en el acto de matar).
y ella entonces aportaba sus ojos que invadían la muerte
por encima de la sombra que entraba en el cieno.
yo tenía dieciséis años y lo veía venir
-lo abracé, como pude.
(debes olvidar toda argumentación, toda filosofía del desamparo)
me doblaba y mordía la punta de los dedos
tiznada de sagradas cenizas
bajo el calor de un sol meridiano
mi letra, su sílaba, simboliza el silencio después de la obsesión
-ella piensa en la divinidad.
no hacemos trampas.
el tiempo asesino le arrebata mi cuerpo y también
la abundancia del campo de la imaginación
donde todo fue amenazado
mientras la cosecha terminó de grabarse sobre el fango.
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