martes, 6 de mayo de 2014

RUBÉN DARIO



 

Ama tu ritmo

 

 

Ama tu ritmo y ritma tus acciones
Bajo su ley, así como tus versos;
Eres un universo de universos
Y tu alma una fuente de canciones.

La celeste unidad que presupones
Hará brotar en ti mundos diversos,
Y al resonar tus números dispersos
Pitagoriza en tus constelaciones.

Escucha la retórica divina
Del pájaro, del aire y la nocturna
Irradiación geométrica adivina;

Mata la indiferencia taciturna
Y engarza perla y perla cristalina
En donde la verdad vuelca su urna.

 

ANASTASIO LOVO



 

El sueño de la mujer

 
 
 

He visto a más de una mujer dormir.

El sueño de la mujer, un infinito río.

Parece vulnerable cuando duerme,

pero si vieras sus sueños preferirías

el estilete cruel de sus palabras, los

oprobiosos gestos del desprecio. Su

sueño, el foso anular cercando el castillo del universo.

La potencia de la creación replegada en sí, descansando,

alimentándose del carnaval del sueño. Esa

hermandad indisoluble de la mujer y el sueño. Pocas

mujeres prefieren hacer el amor a dormir. Soy de las

pocas, responderán en coro mis hipócritas lectoras.

Mas no es así. Quien puede tener uno haciéndolo y

a varios soñando no se equivoca. El sueño de la mujer

es el vaso comunicante del universo. El tegumento

unitivo de la potencia. Además, cuando duerme

es dueña omnímoda de la palabra. Un discurso sin

respuesta, sin contradiscurso masculino. El único

momento en que el mundo está hecho a su gusto y

semejanza. El hombre aparece en sus pesadillas con

una potencia terrible para poner en peligro su vida,

la de los hijos, los padres o el esposo amado. Pero con

mucha frecuencia en sueños las mujeres se encuentran

con su mismo ser ominoso y esto les gusta. El

misterio buscando develar su propio misterio. El sueño

de la mujer es el único espejo que no les miente.

Despiertan como gorgonas alborotadas a buscar la

paz del espejo de Teseo.

 

YOLANDA BLANCO


 

 

Expongo mi cuerpo

 


Expongo mi cuerpo.

Exhibo el cuerpo a sesgo.

Me expongo decúbito prono.

Desnudo mi cuerpo entero.

A la mujer

a las mujeres las muestro:

¡Ellas enseñan los dientes

el trasero

el subdesarrollo

su lado deficitario

su sexo parco probo irredimido!

¡Ah que el cuerpo al cuerpo salve!

¡Que lo levante en vilo

Que lo asiente

que él vindique este

cuarto mundo proletario!

 

 

NINA FARRACH


 

 

Un cuento sin hadas


 

En este baile no perdí mi zapatilla

todo lo tenía puesto y se ha esfumado,

quedé con mis andrajos nuevamente

y he vuelto a las cenizas, a los rincones.

Ya no hay príncipe que busque mi presencia,

ni hadas, ni bailes, ni palacios,

sólo castillos dibujados en el polvo,

sin palabras, sin risas, sin ventanas.

 

ERICK AGUIRRE



 

Leymus y los versos

 

 

Sí, a veces también cambia la tristeza.

Cuando una noche en Leymus,

echado sobre el monte

contemplaba las estrellas

y recordaba viejos libros,

a los poetas,

creyó que escribir versos

era noble menester

de seres dulces y apacibles.

Y siguió escribiendo loas a la luna

a falta de una buena compañía.

Y era dulce entonces su tristeza.

Amarga es ahora su faena,

porque ya dejó de estar tan solo

y no ha dejado aún de escribir versos.

 

PEDRO XAVIER SOLÍS


 

Y yo me dije

 

Y yo me dije: “Haré a Dios conforme a mi semejanza”.

Y me puse en el centro para hacerlo a mi manera.

Pero yo era un gran vacío; mi vida flotaba sobre la haz del

abismo.

Y vi que yo era noche y que era noche para otros.

Y dije yo: “Haya luz”. Pero no se apartó la oscuridad.

Ni amaneció el día primero. Y sin pertrechos

—en medio de la nada— vi que mi caducidad era eterna.