miércoles, 27 de enero de 2021


 

CARMEN MARTÍN GAITE

 

 

 

Canción rota

 


Siempre que iba a cantar
algo se interponía
y a mí no me importaba,
¡había tanto tiempo!

 

Mi canción se quedaba en el alero,
confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.

 

Si alguna vez con mudo gesto
antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón me late nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
heraldos de mi canto.

 

¡Ay, mi canción truncada!
Yo nunca tenía prisa
y la dejaba siempre,
amor,
para después.

 

ZOÉ VALDÉS

 

 

 

Breve beso de la espera

 


Su nombre ya no me es más familiar
El camino ya no es aquel
El de la ausencia
La muerte perdió su sutilidad
de virgen serena
Me arrancó de un piñazo
el vendaje de los ojos
Mis pestañas abiertas
al recuerdo del exquisito
Esclava de un agujero de eternidad

 

SANDRA CISNEROS

 

 

 

Solteronas

 

 

Mis primas y yo,
no nos casamos.
Somos muy viejas para
los estándares mexicanos.

 

Y los familiares
sospecharon desde hace tiempo
que no estaremos más
de blanco.

 

Mis primas y yo,
somos solteronas
de treinta años.

 

Quién no vestiremos a los chicos,
y nunca santos –
aunque los desvestiremos.

 

Las tías,
se rindieron con nosotras.
No más codazos – Sos la que sigue.

 

En vez de –
¿Qué pasó en tu infancia?
¿Qué te dejaron todas estas adolescentes?
¿Quién te lastimó, cariño?

 

Pero estudiamos
matrimonios demasiado tiempo

 

Tía Ariadne,
Tia Vasti,
Comadre Penélope,
querida Malintzin,
Señora Cáscara de calabaza –

 

las lecciones nos sirvieron mucho.

 

 

DOLORS ALBEROLA

 

 


El navegar oculto de la especie

 

 

no fuera el agua disoluta,
el agua en cuyo origen nada o todo
o mismamente dios fluía en la impaciencia.
No fuera allí la mano, erguida ante la vida,
la que dura asestara, final, el navajazo.
No fueras tú la voz,
el sonido inaudible de la voz,
la boca muerta,
el quejido del simio o de la nube.
No fue allí tu nombre, ni mi nombre,
no fue tu tiempo ni mi tiempo.
No fue.
Verás que nunca fue esa masa que ahora
se esparce húmedamente en el silencio.



ALEJANDRO AURA

 

 

 

Duración de las naves

 


Y por último, pensemos en los barcos, ¿cuál ha perdurado?
¿No son acaso continentes perfectos que reproducen
las contradicciones todas de la materia?
Cómo es eso que madera y aire no se disuelvan en el agua
y sin embargo, ¿cuál ha perdurado?
Se planta el barco en el agua y jamás echa raíz
navega, boga, orza, hace la mar singlando
y a pesar de tan bellas y móviles palabras, ¿cuál barco ha perdurado?

 

Cada siglo de los muchos que ya vamos llevando se han construido barcos a millares, cascaritas, cuencos, jícaras marinas,
o palacios, fortalezas, ciudades que navegan
y sin embargo, ¿cuál ha perdurado?
¿No toda nave ha sido por las tormentas sacudida,
en los escollos despedazada,
contra las rocas con que la tierra intenta su defensa
arrojada hasta ser puros añicos su soberbia?

 

En estos tiempos ¿no vimos cómo el mayor trasatlántico se hundía,
cómo su soberbia lo llevó a la metáfora de un iceberg
y con él se perdió cuanta riqueza embarcarse pretendía?
Y el otro, el submarino, ¿no lo vimos con nuestra respiración entrecortada
perder el aliento y la esperanza de quienes lo tripulaban?
En la lista invencible del tiempo, pues,
¿cuál, cuál barco, me pregunto, ha perdurado?

 

LUCILLE CLIFTON

 



En Salem

  

 

Extraña hermana
las brujas negras saben que
el terror no está en la luna
coreografiando danzas de lobizonas
y que el terror no está en la escoba
balanceándose al murmullo de la música gatuna
ni en la cara salvaje del reloj que sonríe desde la pared,
el terror está en el rosado ordinario
en la ventana
y en los cercos, morales como el fuego
y en la cara ordinaria de la mujer blanca que nos mira
mientras amasa a golpes el pan de cada día.