sábado, 16 de julio de 2016


MARÍA ELENA WALSH




Esencia



Nunca nombrarla, nunca.
Ni callarla siquiera.
Solamente crecer de sus raíces
con asombrado llanto.
Ser y morir tan solo
para justificarla
como naturaleza
y sumisa costumbre.

Madurará con pausa
y exactitud de necesaria estrella
y solo incertidumbres
me probarán su órbita,
su doloroso amor, su cumplimiento.
Será un desgarramiento
elemental, constante.
Desesperada espera
-lo sé- desesperada.

Y sin embargo, nada
persistirá más cierto
que su sabiduría,
que sus sencillas fiestas.
Como el rosal seguro de la rosa.

Y yo seré la sombra
de su florecimiento,
yo viviré acatando
su voz y su silencio,
en indefensa tierra,
irrenunciablemente.


SUSANA CHÁVEZ



  

La raíz de tu saliva

                                                           Poema a Arminé Arjona.
 
 

Ciertas palabras vendrán un día
a mover tu laberinto de imágenes
para robarle a el lecho tu cuerpo
estremeciendo otras palabras.

Tu pelo más largo atravesará el silencio
de un viento que levante el agua del mar

He escuchado tu rostro
solventar tus argumentos
donde hay frases de recuerdo
que peinan remolinos

Por eso escucho tus sitios
antes que mi frase se encorve
y tan sólo quede un zumbido

Ciertas palabras buscan tu boca
y devoran tu respiración
al sentirlas en la carne tomando vida,
ciertas frases te reconocen
contra ti misma. Por otra sangre,
por otros libros, por otras frases.

Amanece y te buscan luchando
doblando esquinas
rompiendo el vidrio de tu ventana,
están aquí como un fantasma
en busca de un deslumbrante nacimiento,
te aman y se dejan caer sobre ti
como un hombre cegado por el deseo
de tu cuerpo,
deseando tocar tu fondo
para producir el vértigo.

No quieren ser susurros
no quieren otro espejo,
quieren arrojarse a tus manos,
detener la noche,
separar tus muslos,
quieren romperse en tu voz,
para despertar la raíz de tu saliva.

Ciertas palabras te miran
como un niño perdido y lloroso,
ciertas palabras ven en ti su vuelo,
rondan el alrededor
de su propio deseo.


RAÚL RENAN




Circo 



¿Quién soy dentro de mí?
¿Quién me sonsaca
y me inculca que diga?
¿De dónde viene este viaje
que se liga a otro camino
y a otro que prepara huellas
venideras,
para qué pies?
¿A dónde va este ir,
esta cansada güeva?
¿Dónde está la terminal?
¿Quién lleva la estafeta,
cuál es la contraseña
para salir de este circo
de fieras y payasos?


De: Viajero en sí mismo (1991)




AMANTE ELEDÍN




IV

Espiral



Cansado se duerme
    Pero antes el hombre deshabitado
Da vueltas entre sábana y sábana
        Como entre cielo y cielo sin astros
Cansado de remar en mar de arena
        Sumergido en la noche sin Luna
Con sus brazos lanzados como red
                Y todo su barco a la deriva
De ola en ola
             De madera crujiente
Arrojada por las corrientes
        El hombre lanzado
                   Por la mitad de sus cuerdas
Una media Luna
        A buscar su Luna entera
A llenar el espacio vacío
         De cuerdas que lo sostengan
Se apaga la hoguera en su caverna
          El leño se consume
Sin haberse encendido
              El fuego se mantiene en su sueño
El hombre deshabitado lo mantiene
            Entre sábana y sábana desnudo
A veces el viento de sus tormentas
                        Lo hace arder
Para que lo veas desde lejos resplandecer
         Para que lo sientas en la noche
Y vengas con tu lengua
                  A anudarte en estas llamas
Y entre sábana y sábana fundemos
                      Una constelación sin abismos
Antes de dormir abracemos en nuestro nudo
                         Un espiral de sueños.-


EDUARDO GARCÍA




La mirada



Hay un dolor más hondo.
Hay una más profunda mordedura.
Un peor desenlace de tinieblas.
Una bala que acecha tus latidos.

Más allá del vaivén de los deseos.
Más allá de palabras sin orillas.
Más allá de la súbita desgracia.
Más allá del insomnio y la caída.

Mírale, ya llegó; es el desprecio.
No puedes sostener esa mirada.
Observa cómo escoge a quien más quieres.
Contémplate en sus ojos de verdugo.


De: "Horizonte o frontera"



HEBERTO PADILLA



  
Fuera del juego

                            A Yannis Ritzos, en una cárcel de Grecia



¡Al poeta, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.
No entra en el juego.
No se entusiasma.
No pone en claro su mensaje.
No repara siquiera en los milagros.
Se pasa el día entero cavilando.
Encuentra siempre algo que objetar.

¡A ese tipo, despídanlo!
Echen a un lado al aguafiestas,
a ese malhumorado
del verano,
con gafas negras
bajo el sol que nace.
Siempre
le sedujeron las andanzas
y las bellas catástrofes
del tiempo sin Historia.
Es
     incluso
                     anticuado.
Sólo le gusta el viejo Armstrong.

Tararea, a lo sumo,
una canción de Pete Seeger.
Canta,
              entre dientes,
                                           La Guantanamera.
Pero no hay
quien lo haga abrir la boca,
pero no hay
quien lo haga sonreír
cada vez que comienza el espectáculo
y brincan
los payasos por la escena;
cuando las cacatúas
confunden el amor con el terror
y está crujiendo el escenario
y truenan los metales
y los cueros
y todo el mundo salta,
se inclina,
retrocede,
sonríe,
abre la boca
                         "pues sí,
                          claro que sí,
                          por supuesto que sí..."
y bailan todos bien,
bailan bonito,
como les piden que sea el baile.
¡A ese tipo, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.


De: "Fuera del juego" 1968