martes, 31 de octubre de 2023

 


RODRIGO ZÚÑIGA

 

 



Si la foto se quema es historia

 



Voy a decir esto ahora

y será la última vez que lo haga,

como prenderle fuego a una foto entre los dedos,

será la última vez que la vea

 

Porque una foto no es un recuerdo

ni mucho menos un pasado,

tan solo una historia

que se inventa instantáneamente

al rozar dos piedras al azar,

lo que suele recordarse es

un intento de un dibujo a escala,

tan inútil

como pegar un vaso de vidrio

que se cayó de las manos

 

Olvidar

es estar ciego, no por cuenta propia,

es estar ciego por aprendizaje,

por fraternidad;

los pasos del abandono no se pueden ver,

llegan y se van tan suavemente

que uno se restriega los ojos

y siente las cuencas vacías

 

Algunos lugares en los que estuve

han desaparecido conmigo,

quizás no me haya dado cuenta,

quizás me distrajo la vida,

como cuando alguien te saluda por tu nombre

y no sabés quién es,

así mismo una historia desconocida

reclama tu rostro y te negás tres veces

hasta sentir solo un dolor ajeno,

pero dolor al fin

 

Repito, los niños en la foto,

solos, a oscuras,

agarrados de la mano,

sentados en el sillón,

no somos nosotros

y, sin embargo,

 

esta impotencia

 

TERESA ABURTO URIBE

 

 

 

Aquel puerto solo

 

 

Aquel puerto solo
que me recibió una noche
sin luna y sin estrellas,
que me cantó con sus olas
una canción de espuma,
y enjugó las lágrimas
de la distancia y el reencuentro.
Aquel puerto solo
que conoció mis diez años
llenos de dudas y preguntas,
que acunó en su mar
mis tardes de nostalgias
que acarició mis noches
con el rugir de sus aguas.
Aquel puerto solo
es mi puerto de hoy,
es el Madryn que me viste
de mar y de cielo,
que me retiene en sus entrañas
y me acuna en su suelo,
que me da caricias de arena
y me cobija en la bruma,
que me ató a su golfo
y a sus estrellas una a una,
que me quitó el acento
para que hable su idioma,
que me enseñó la poesía
para quedar en la memoria
de quienes vienen y se van
y no saben contar su historia

 

OLGA ACEVEDO

 

 


 

Densos velos te cubren poesía


 

 

No es en este volcán que hay debajo de mi lengua falaz 
donde te busco, 
ni es esta espuma azul que hierve y cristaliza en mi 
cabeza, 
sino en esas regiones que cambian de lugar cuando se 
nombran, 
como el secreto yo 
y las indescifrables colonias de otro mundo. 

Noches y días con los ojos abiertos bajo el insoportable 
parpadeo del sol, 
atisbando en el cielo una señal, 
la sombra de un eclipse fulgurante sobre el rostro del 
tiempo, 
una fisura blanca como un tajo de Dios en la muralla del 
planeta. 
Algo con que alumbrar las sílabas dispersas de un código 
perdido 
Para poder leer en estas piedras mi costado invisible. 

Pero ningún pentecostés de alas ardientes desciende 
sobre mí. 
¡Variaciones del humo, 
retazos de tinieblas con máscaras de plomo, 
meteoros innominados que me sustraen la visión entre 
un batir de puertas! 

Noches y días fortificada en la clausura de esta piel, 
escarbando en la sangre como un topo, 
removiendo en los huesos las fundaciones y las lápidas, 
en busca de un indicio como de un talismán que me 
revierta la división y la caída. 
¿Dónde fue sepultada la semilla de mi pequeño verbo 
aún sin formular? 
¿En que Delfos perdido en la corriente 
suben como el vapor las voces desasidas que reclaman 
mi voz para manifestarse? 
¿Y cómo asir el signo a la deriva 
-ese y no cualquier otro- 
en que debe encarnar cada fragmento de este inmenso 
silencio? 

No hay respuesta que estalle como una constelación 
entre harapos nocturnos, 
¡Apenas si fantasmas insondables de las profundidades, 
territorios que comunican con pantanos, 
astillas de palabras y guijarros que se disuelven en la 
insoluble nada! 

Sin embargo 
ahora mismo 
o alguna vez 
no sé 
quién sabe 
puede ser 
a través de las dobles espesuras que cierran la salida 
o acaso suspendida por un error de siglos en la red del 
instante 
creí verte surgir como una isla 
quizás como una barca entre las nubes o un castillo en 
en el alguien canta 
o una gruta que avanza tormentosa con todos los 
sobrenaturales fuegos encendidos. 

¡Ah las manos cortadas, 
los ojos que encandilan y el oído que atruena! 

¡Un puñado de polvo, mis vocablos!

 

MONIQUE FACUSEH

 

 

 

Poema 14

 


Lo que ha de pasar que pase.

Serénate, como si la muerte misma

se aproximara, como si no hubiera

más remedio.

De golpe en golpe nos achica la vida.

Acaso vivir dependa

de lo que el corazón haya sentido.

Cómo pretender que todo importa

si cada vez te dibujas menos.

Cómo rescatarte de la polvorienta

nube del olvido.

Perdón por el ahogo de medianoche.

Porque tiempo ha

que todo es igual

que todo da igual

y ya nada asombra.

Échate de menos.

Recuérdate de otros tiempos.

Nada pesa más

que el tormento de tus manos

sin tocar.

 

 

MOISÉS RAMOS RODRÍGUEZ

 

 

 

Ágape

 


El vociferante cabalgar de los centauros inunda el bosque

(calle de bancas de piedra

áspero piso

confortable para quienes ya claudicaron):

sátiros tocan cítaras y flautas:

danzamos alrededor del fuego

en la hora del conocimiento

 

Ménades

personificación de las Moiras

son las sirenas que escuchó Odiseo:

su canto es antiguo

delicada la urdimbre con la cual cubren

un conocimiento que se nos escapa

 

El dios coronado con hojas de parra

invita a bailar:

los bebedores se acercan

—exultantes—

en tanto otros huyen a someter

en una jaula

sus deseos apremiantes

 

Amanece:

la luz es la escalera que vieron los profetas

 

 

 

JUAN CAMERON

 

 

 

Cachorro

 

 

Perdonad el pelaje descastado

este brillo es de tanto restregarme

de la baba la rabia la patada

Perdonad el mordisco por la espalda

es mi ternura agreste solapada

pero ternura al fin (la única mía)

En verdad salí cachorro

                           en la calle me hice perro.

 

De: “Perro de circo”