"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 1 de febrero de 2021
ROLANDO REVAGLIATTI
País
de Sudamérica
llueve
en
el país de Sudamérica
Apuntado
mientras dormía
es
golpeado cuando despierta
dos
veces por el arma
en
la cabeza
Cae
Franz Schubert, regresando
sobre
el olor del apuntado
País
de Sudamérica
confesando
en
el país de Sudamérica.
“DEATH
AND THE MAIDEN” (“La muerte y la doncella”), filme dirigido por Román Polanski.
ELSE LASKER-SCHÜLER
Mi piano azul
Tengo en casa un piano azul
Aunque no sé ninguna nota.
Está a la sombra de la puerta del sótano,
Desde que el mundo se enrudeció.
Tocan cuatro manos de estrella
-La mujer-luna cantó en la barca-,
Ahora bailan las ratas en el teclado.
Rota está la tapa del piano...
Lloro a la muerta azul.
Ah, queridos ángeles, abridme
-Comí del pan amargo-
A mí con vida la puerta del cielo-
Incluso contra lo prohibido.
Versión
de Sonia Almau
VLADIMIR HOLAN
No es
No es indiferente el lugar donde estamos.
Algunas estrellas se acercan entre sí peligrosamente.
También aquí abajo hay separaciones violentas de amantes
sólo para que el tiempo se acelere
con el latido de su corazón.
Las gentes sencillas son las únicas que no buscan la felicidad...
Versión
de Clara Janés
RENÉE FERRER
Partida
Verte
lejano
para siempre,
para siempre en el suspiro de los pastos
que la brisa arrodilla.
Verte partir
por el zumbido del abejorro
ante un sol dilapidado,
tu sombra llena de luciérnagas
flotando en la temblorosa incandescencia.
Mi cuerpo tendido sobre el aliento de la tierra,
ensombrecido por esa luz que se distancia
-mariposa de incontables lunas-,
mirándote decrecer
por el corredor de la ausencia.
Hay flores claudicantes en el aire,
risa antigua esparcida:
residuos de una cremación compasiva;
hojas congregándose en un concilio de sombra,
el polen instituyendo la germinación20
de primaveras futuras:
las primaveras que no te verán,
porque
oh para siempre
te estás yendo.
Junio de 1993
NÂZIM HIKMET
Mi mujer me acompañó a Brest...
Mi
mujer me acompañó hasta Brest,
bajó del tren y permaneció en el andén,
fue haciéndose cada vez más pequeña
hasta que se convirtió en un grano de trigo en el azul infinito,
después ya no pude ver nada más que los raíles.
Luego, cuando llamó desde Polonia, no pude responder.
No pude preguntar: «¿Dónde estás, amada mía, dónde?»
«¡Ven conmigo!», dijo, pero no pude ir junto a ella,
el tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y me ahogaba la tristeza.
Luego, la nieve comenzó a disolverse sobre la tierra arenosa
y de repente me di cuenta de que mi mujer estaba mirándome
y me preguntaba: «¿me has olvidado?, ¿me has olvidado?»,
la primavera caminaba por el cielo con los pies descalzos y embarrados.
Luego, las estrellas bajaron a posarse en los postes de telégrafo,
la oscuridad se abatió sobre el tren como si fuera lluvia,
mi mujer permanecía al pie de los postes de telégrafo,
su corazón latía tac tac como si estuviese en mis brazos,
los postes se acercaban y pasaban, pero ella no se movía del sitio,
el tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y me ahogaba la tristeza.
Luego, de repente, me di cuenta de que hace años, hace muchos años
que vivo en este tren
-pero todavía no sé cómo y por qué lo he comprendido-
y cantando con la misma fuerza y con la misma esperanza
sigo alejándome de la ciudad y de las mujeres amadas
y su nostalgia es como una herida abierta,
mientras me acerco a algún lugar, a algún lugar.
Mar Mediterráneo, marzo de 1960
De:
"Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo