sábado, 28 de mayo de 2016


ESDRAS PARRA




Escribir sobre el silencio...



Escribir sobre el silencio o sobre
sus trozos de vacío, pero volver a
la palabra o hacia su desaparición

volver a la claridad, a la duda,
a una vida sencilla
o a la ardua madurez del hierro

fuera de aquí, anclar en el asombro
esa inocencia del mutismo.


CELIA VIÑAS OLIVELLA




Geografía



Pintaba un mapa mi niño,
¡qué color azul de mar!,
¡qué verde tierno en los valles!,
¡qué montes color de pan!
Pintaba un mapa mi niño
de un país... yo no sé cuál.
Vio que el mar era muy grande
y casi se echó a llorar;
¡oh los pobres marineros
sin un puerto do arribar!
Días y días y días,
sin ver color terrenal,
azules serán sus ojos
de tanto mirar el mar.
y si sopla el viento cruel,
sus labios llenos de sal
besarán las frías olas,
naufragio en la soledad.
Si llegan a pisar tierra,
de andar no se acordarán,
como patos caminando
se burlará la ciudad.
Pero mi niño ahora es bueno
y se pone a dibujar
un collar de islas pequeñas
que ahora acaba de crear.
¡ ya podrán los marineros .
en las islas descansar!
Pintaba un mapa mi niño
de un país, yo no sé cuál!.




ANA MUELA SOPEÑA




Existíamos



Existíamos sobre el filo de la navaja
y allí bailábamos nuestra particular experiencia
cada segundo de estar vivos.

Luego vino la institucionalización del tiempo,
la cuenta de resultados,
la insoportable pérdida
de la calderilla para comprar bono loto,
el deslumbramiento del cálculo
y el gambito de dama.

Permanecí en la sombra
como la primera vez,
pero tú seguiste deambulando
por los territorios imposibles
de la razón
y el lazo que te unía a mi matriz de loto
se cortocircuitó
cayendo en el absurdo.

Yo,
en cambio,
continué vinculada a tu esencia
de huérfano y licántropo.

Como señor de las bestias
me descuartizas en tu sueño.

Mas yo no habito en ese sueño
que es una proyección de tu pánico.

Yo sigo cabalgando quietamente
sobre tu cuerpo liviano
que abraza la montaña de jade.

Existíamos
sobre la cuerda de un funambulista
y todo era terriblemente bello.

Ahora,
contabilizas con un ábaco
todos tus movimientos
y crees que el ahorro
es lo más adecuado.

Has concebido la idea
de que el amor sin meta ni objetivo
es una pérdida de tiempo,
y tú, ignorante de todo,
te estás asfixiando
con los relojes que inundan
tus lugares habituales.

Sólo tus ojos navegan
por océanos de ámbar.
Tu cuerpo yace adormecido
con el licor de mandrágora,
poseído por las brujas de Salem
y torturado por la rueda del Samsara.


MARIANELA PUEBLA




Mujer, resiste



Estás en medio de una gran batalla,
has dado el paso decidido,
la primera mirada combativa, el grito
que dormía la placidez de los siglos,
la llamarada en la antorcha de la vida.

Contra las vicisitudes odiosas, resiste, llevas en ti
la voz ahogada que te impulsa a seguir caminos tortuosos,
llenos de pesares y dolores.
Pero tú estás hecha de coraje, junto a ti
corre un río caudaloso de fuerza que recorre
tu cuerpo, hecho de fibra extraordinaria
para resistir los embates de la incertidumbre.

Tú eres luz, fuego, la fuerza motora que impulsa
a tus hijos a seguir hacia delante,
a no desfallecer ante situaciones adversas
que les empujan con una carga a cuestas
difícil de sobrellevar.

Resiste, tu corazón está hecho de granito
endurecido por los azotes del destino,
aunque flaqueen tus piernas a punto de derribarte,
sacas arrojo más allá del dolor
y continúas en la batalla.

Te declaras adicta a la lucha,
a combatir la nebulosa del temor, el miedo ancestral
que circula en tu sangre.

Resiste, resiste,
eres mujer, eres más que un ser humano
convertido en lágrimas.
Llevas en ti la marca de los tiempos
que te han heredado el coraje,
como símbolo de tu karma.
Sostienen tus brazos el peso de la historia,
derramada en miles de hijos
que salen de tu fecundo y amoroso vientre.

Sensible y protectora madre,
lo das todo sin importar la estatura.
Debes seguir resistiendo con fuerza de gigante,
pues la grandeza que posees, no sólo cobija a tus hijos,
también abarca la ilusión del planeta.







EMILIO PRADOS




Alba rápida



¡Pronto, deprisa, mi reino,
que se me escapa, que huye,
que se me va por las fuentes!

¡Qué luces, qué cuchilladas
sobre sus torres enciende!
Los brazos de mi corona,
¡qué ramas al cielo tienden!
¡Qué silencios tumba el alma!
¡Qué puertas cruza la Muerte!
¡Pronto, que el reino se escapa!
¡Qué se derrumban mis sienes!
¡Qué remolino en mis ojos!
¡Qué galopar en mi frente!
¡Qué caballos de blancura
mi sangre en el cielo vierte!
Ya van por el viento, suben,
saltan por la luz, se pierden
sobre las aguas...
                     Ya vuelven
redondos, limpios, desnudos...
¡Qué primavera de nieve!

Sujetadme el cuerpo, ¡pronto!,
¡que se me va!, ¡que se pierde
su reino entre mis caballos!,
¡que lo arrastran! , ¡que lo hieren!
¡que lo hacen pedazos, vivo,
bajo sus cascos celestes !
¡Pronto, que el reino se acaba!
¡Ya se le tronchan las fuentes!
¡Ay, limpias yeguas del aire!
¡Ay, banderas de mi frente!
¡Qué galopar en mis ojos!
Ligero, el mundo amanece...




JAIME LABASTIDA




El crecimiento



Con la palabra inauguramos, damos vida.
Yo te nombro la playa de mi cuerpo,
la bahía de mi boca,
el abra de mis brazos.
Yo te nombro callada,
yo te nombro vibrante.
Te digo aves, te digo remolinos.

Espeso ahora mi juventud, tú la adulteces.
Grave ahora mi corazón, tú me lo sanas.
Tú me haces crecer como la tierra plantas,
como la tierra uvas,
como la tierra creces.
Y yo crezco contigo.
Me haces crecer sobre tu cuerpo
y soy como una enredadera
tendido entre tus brazos.

Peso ahora tu corazón y el mío:
peso lo doble.


De "El descenso" 1960