sábado, 25 de junio de 2016


JAVIER SALVAGO




De la teoría a la práctica



Fue en la costa -quizá el primer verano
de fiebre aventurera-.
Nos conocimos en la pista
de alguna discoteca,

y luego paseamos por la playa,
bajo la luna, muy bebidos.
Recuerdo una pareja de la Guardia
Civil que nos dio el alto y un aviso.

Aquella noche se nos fue entre besos,
confidencias, miradas y caricias.
En el fondo, seguía siendo un romántico
y amaba de cintura para arriba.

Del amor solamente había tocado,
como del mar, la superficie.
Aunque podía pasar por un experto
buceador, aún era virgen.

No olvidaré su cara de sorpresa,
sobre un fondo de sábanas,
cuando por fin, casi a la amanecida,
la última noche me llevó a la cama.


MARÍA ELENA WALSH



  
En una cajita de fósforos



En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.

Un rayo de sol, por ejemplo.
(Pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra).
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.

Les voy a contar un secreto:
En una cajita de fósforos
yo tengo guardada una lágrima,
y nadie, por suerte la ve.
Es claro que ya no me sirve.
Es cierto que está muy gastada.

Lo sé, pero qué voy a hacer,
tirarla me da mucha lástima.
Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros.
«Basura», dirán, «cachivaches,
no sé por qué juntan todo esto».
No importa, que ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.

En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas no tienen mamá.



JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ



  
A mis amigos



Cuando no reste ya ni un solo grano
de mi existencia en el reloj de arena,
al conducir mi gélido cadáver,
no olvidéis esta súplica postrera:

no lo encerréis en los angostos nichos
que llenan la pared formando hileras,
que en la lóbrega, angosta galería
jamás el sol de mi país penetra.

El campo recorred del cementerio,
y en el suelo cavad mi pobre huesa;
que el sol la alumbre y la acaricie el aura,
y que broten allí flores y hierbas.

Que yo pueda sentir, si allí se siente,
a mi alrededor y sobre mí, muy cerca,
el vivo rayo de mi sol de fuego
y esta adorada borinqueña tierra.



LUIS FELIPE VIVANCO




Soneto 3



Cálida voz despierta en tu dulzura,
tierno temblor en tu quietud florece,
y una experiencia virgen que se ofrece
con el asombro de su nieve pura.

Donde tu cuerpo anuncia sombra oscura
la claridad más viva resplandece,
y su milagro recogido acrece
toda la fe que mi dolor apura.

Porque siempre detrás de tu mirada
reina la sombra, y misteriosa impera
tu altiva convicción de ser amada.

¿Cómo soñar tu gracia verdadera
si estás en mi ilusión acompañada
por una oscuridad que no quisiera?


De "Cantos de primavera" 1936
 


LEÓN FELIPE




Ahora de pueblo en pueblo



Ahora de pueblo en pueblo
errando por la vida,
luego de mundo en mundo errando por el cielo
lo mismo que esa estrella fugitiva.
¿Después?... Después...
ya lo dirá esa estrella misma,
esa estrella romera
que es la mía,
esa estrella que corre por el cielo sin albergue
como yo por la vida. 



RENATO LEDUC




La esquina



Cuánto tiempo esperé contra la esquina
de mi perplejidad un grande amor;
cuánto tiempo esperé y cuando llegó
apenas pude caminar tras él.

La pantalla platónica -la esquina-
nos arroja la sombra torturada
de las cosas
que la razón glacial estratifica.

El silbato de tránsito es un geiser
glutinoso.
El amor se bifurca en esperanzas
que alambique cerúleo cristaliza,
y esa mujer que va pasando deja
glaucas estalactitas de sonrisa.

Dramática figura del que espera
un aleatorio amor en cada esquina.
Blanco de las potencias enemigas;
de los perros que orinan,
de los dioses acuáticos
y del camión fecundo en tropelías.
Triste figura mía
que abjuraste de todo movimiento
esperando en la esquina
cosas como el amor, tardas, ambiguas.


De "Algunos poemas deliberadamente románticos
y un prólogo en cierto modo innecesario" 1933