viernes, 14 de septiembre de 2018


MIGUEL RASH ISLA





Éxtasis



En la noche de enero plenamente estrellada,
como acaso en los siglos no lo ha sido ninguna,
parecían los cielos constelados de luna,
florestas por donde iba pasando una nevada.

Era un lecho de bodas la tierra perfumada;
propicio era el silencio; la paz era oportuna;
mas la noche inspiraba tal arrobo, que ni una
vez osaron mis labios besar los de la Amada.

Unción ultraterrena de dos almas; delicia
de dos seres que, a solas, eluden la caricia
y que juzgan sacrílego contemplarse un momento.

Noche, de tan hermosa, noche casi imposible,
en la que era su carne, cual la luz, intangible,
y puro, cual los astros, era mi pensamiento.


MIHAI EMINESCU





Atardecer en la colina



El cuerno quejoso suena en la colina,
suben los rebaños, brillan las estrellas,
las aguas responden, gimiendo en las fuentes;
bajo las acacias, querida, me esperas.

La luna atraviesa clara y santa el cielo,
tus ojos contemplan el raro follaje,
las estrellas húmedas nacen en lo alto,
tú estás de ansias llena y de amor tu seno.

Las nubes resbalan, sus rayos se estrían,
levantan las casas sus techos vetustos,
la roldana al viento chirría en el pozo,
el valle es de humo, las flautas murmuran.

Hombres fatigados, la hoz sobre el hombro,
vuelven de los campos; la toica* resuena,
la campana llena con su voz la noche,
y mi alma se quema de amor en tu fuego.

¡Ah!, pronto en el valle el pueblo se duerme,
¡ah!, pronto mis pasos hacia ti me llevan.
Cerca de la acacia pasaré la noche
e incansablemente te diré: te quiero.

Las cabezas juntas, una contra otra,
bajo la alta acacia nos adormiremos
¿Quien la vida entera no la entregaría
por una tan bella, tan dichosa noche?


* Toica es un trozo de madera o metal que se golpea para llamar a la oración

Versión de Rafael Alberti y María Teresa León



JUAN EDUARDO CIRLOT





Triste, mi corazón, como los ángeles...



Triste, mi corazón, como los ángeles
que sólo son cenizas estelares,
polvo de las galaxias más oscuras,
consunciones de cánticos ausentes.

Mis manos me acompañan hasta el bosque
donde un instante estuvo tu fulgor
de pronto recobrado por los ávidos
poderes de la nada y de lo nunca.

Me caigo en torno mío y me deshago
en un montón de letras en que apenas
tu nombre de amatistas y de muérdago,
Bronwyn, no se desgasta con el tiempo.



ANA ROSETTI




Llámame

                                  Paraíso sin ti, ni imagino ni quiero
                                                                           Julio Aumente



Yo aguardo la señal para reconocerte.
Cada noche, mientras tiembla el invierno
y abatida la lluvia se derrama
y el frío elige calles y restalla cordeles,
indóciles cabellos de pronto destrenzados,
yo aguardo la señal.
Y te busco incesante, y en la música entro:
acolchada la puerta se cierra tras de mí,
la sombra me golpea y mis ojos insisten,
suelta lanza dispersa y confundida.
Por el esbelto nardo y el armonioso alerce,
sauce, flor, el oro se desnuda,
gráciles piernas, bosques, enramadas:
dime, serpiente, dónde tus anillos.
Irresistible seductora mía, sin ti mi rostro
es fervoroso girasol anclado, es alabanza inerte,
no selva trastornada, no subterránea herida
ni belleza.
Sin deseos, sin sed, sin perseguido abismo,
sin que aceches y ofrezcas y arrebates,
qué jardín, dime tú, qué jardín
se podría llamar paraíso o delicia.
Mi tentación hermosa,
cada noche te busco, cada noche.
Y aguardo tu señal, transida ya de ti
para reconocerte y entregarme.


LUIS LÓPEZ ANGLADA





Soneto de amor en la Puerta del Sol, donde comienzan todos los caminos



Como mi corazón es este cero
de todos los caminos y del tuyo.
Cuanto de mí comienza en ti concluyo.

De solo a Sol basta una letra, pero
también para morir basta un murmullo
de soledad. A tus caminos huyo.

Pero si nada vale a tu distancia
mi continuo nacer a esta fragancia
de ir entre rosas a buscarte y verte,

desengaña a mi amor recién nacido
y déjame en la nada confundido
de una quietud más dura que la muerte.



ROBERT DESNOS




  
Poema



Desnúdate
báñate en esta agua negra
nada puedes temer
tú lo has hecho ya
el cuerpo humano impermeable no se empapa
              como una esponja
el Sol secará el barro
que caerá hecho polvo
ve
la Tierra es vasta y así tu corazón
que a fin de cuentas hechas y bien hechas
no contiene aún ningún error
y jamás ha contenido lodo.



Versión de Hernán Valdés