"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 21 de mayo de 2016
AMANTE ELEDIN
En la
secreta hora
En la
secreta hora
Cuando arribo y nadie me ve llegar
Y me encuentro con mi ser
Donde el mundo se termina y todo es nada.
Cuando arribo y nadie me ve llegar
Y me encuentro con mi ser
Donde el mundo se termina y todo es nada.
En
esta hora única te recuerdo.
Cuando
ya soy un ala en este inmenso hueco,
Cuando me encuentro en esta cavidad
Y sólo me queda el peso de mi alma:
Ahí te veo,
El único resplandor sobre todo el cielo,
O la única llama sobre la tierra.
Sin cerraduras en mi puerta,
Sin límites sobre mis ojos,
Sin peso en mis pasos, ni llagas en mis manos:
En la secreta hora te recuerdo.
Cuando me encuentro en esta cavidad
Y sólo me queda el peso de mi alma:
Ahí te veo,
El único resplandor sobre todo el cielo,
O la única llama sobre la tierra.
Sin cerraduras en mi puerta,
Sin límites sobre mis ojos,
Sin peso en mis pasos, ni llagas en mis manos:
En la secreta hora te recuerdo.
Nunca
he sabido
Si un día estuviste conmigo;
Si fuiste algún pájaro o un ángel.
No sé a dónde vas,
Ni hasta cuando durará tu brillo en mis ojos,
Pero te recuerdo.
Estoy contigo aunque no lo sepas,
Revoloteo tu sueño y no lo perturbo.
Mi alma es un ave invisible,
Mi deseo,
Un ángel transparente.
Algún día contigo,
Nuestras secretas horas serán una
Y trenzaremos nuestro abrazo.
A nuestro beso caerán los espacios desconocidos:
Serán señal de otros mundos.-
Si un día estuviste conmigo;
Si fuiste algún pájaro o un ángel.
No sé a dónde vas,
Ni hasta cuando durará tu brillo en mis ojos,
Pero te recuerdo.
Estoy contigo aunque no lo sepas,
Revoloteo tu sueño y no lo perturbo.
Mi alma es un ave invisible,
Mi deseo,
Un ángel transparente.
Algún día contigo,
Nuestras secretas horas serán una
Y trenzaremos nuestro abrazo.
A nuestro beso caerán los espacios desconocidos:
Serán señal de otros mundos.-
ANA EMILIA LAHITTE
Mansedumbre
Que
ardua.......que serena
esta
tristeza
de al
fin dejarse estar a solas
con
la sombra.
O ya
sin ella.
ANGELAMARÍA DÁVILA MALAVÉ
Poema
Para
mi nombre quiero
sepultureros
grises y tajantes.
Es
más:
no
quiero nombre,
que
me lo lleve el mar lavándolo
en mi
arena.
Que
me lo arrastre el mar,
y que
yo sienta
que
estoy allá la intacta,
la
sin nombre.
Que
estoy allá, con vibración del golpe
de la
ola.
Con
mi sabor de sal,
con
mi sabor de espuma,
temblante
con sabor de verde mar.
A
solas con mi piel y con mis valles,
con
mis ojos adentro, con mis cuencas,
con
mis playas ardientes,
recorrida
en bandadas de murmullos,
desnombrada.
Sólo
está el mar latente,
palpitándome
amor de ola y arrullos...
SUSANA CHÁVEZ
Algunos cargan mi cuerpo desierto
tras su espalda
como si fuera el sendero
un día cruzado hacía mí.
Mientras, me mezclo inclemente
con cenizas de todas las calmas
convirtiendome en mar de tormentas,
de huesos perdidos.
En algo indistinguible,
mitológico,
aún más errante que CRISTO,
que el llanto.
Más insolente que la ceguedad,
más enfebrecido que miembro erecto de perro,
más cotidiano que la mano dentro
de la falda infantil,
más prestado que el dinero.
Me convierto en pena clavada
en carne vacía,
en perseguido persiguiéndote,
cavador de gritos,
en habitante
de este cuerpo
desierto.
ROSSANA ARELLANO
Pecado
Sólo espero que la muerte me sorprenda
cuando violo el pacto
y acaricio este íntimo secreto..
Así mi alma pudiera alcanzar redención
Una sodomía delinque mi cuerpo
todas las noches a la sombra,
el abandono que corona y oprime.
Dime Dios ¿Quién acecha este espíritu?
El día devora mi nombre
el ocaso derriba mi confianza.
¿Qué mañana vomitará esperanza?
Va mi lengua echando maldiciones
sin misericordia,
porque dentro de las venas, la sangre impía
atenta y se aloja en mi boca
este deseo maldito, asaetando.
¿Y mis pasos?
¿Qué será de mis pasos?
El mal se esconde entre los pies descalzos
que no reposan, se rebelan y sangran.
Dime porqué esta vigilia
porqué no sacia el perdón toda la carne.
Los ojos de mis enemigos
vienen a pastar en mi amargura,
se alegran sus bocas y babean en cánticos.
¿Acaso no los escuchas también?
Que pesada carga, señor, sálvame...
Que mi semilla de fruto no cautivo,
Que mi andar se esparza sin desamparo
Que mi razón halle su templo... Allá en la altura.
Sólo espero que la muerte me sorprenda
cuando violo el pacto
y acaricio este íntimo secreto..
Así mi alma pudiera alcanzar redención
Una sodomía delinque mi cuerpo
todas las noches a la sombra,
el abandono que corona y oprime.
Dime Dios ¿Quién acecha este espíritu?
El día devora mi nombre
el ocaso derriba mi confianza.
¿Qué mañana vomitará esperanza?
Va mi lengua echando maldiciones
sin misericordia,
porque dentro de las venas, la sangre impía
atenta y se aloja en mi boca
este deseo maldito, asaetando.
¿Y mis pasos?
¿Qué será de mis pasos?
El mal se esconde entre los pies descalzos
que no reposan, se rebelan y sangran.
Dime porqué esta vigilia
porqué no sacia el perdón toda la carne.
Los ojos de mis enemigos
vienen a pastar en mi amargura,
se alegran sus bocas y babean en cánticos.
¿Acaso no los escuchas también?
Que pesada carga, señor, sálvame...
Que mi semilla de fruto no cautivo,
Que mi andar se esparza sin desamparo
Que mi razón halle su templo... Allá en la altura.
ANA MUELA SOPEÑA
Desencuentro
Nadie
conoce a nadie en la selva del asfalto.
Descargan las máscaras
en poligamia de salivas.
Nadie conoce a nadie en los túneles del tiempo
y busco a los culpables
de esta expresión alucinante que me congela el universo.
Se arrastran por aceras con los velos
mujeres en estado de ebriedad.
Mas no han bebido nada en muchos meses,
tan sólo las palabras de marasmo.
Y miles de hombres vírgenes,
con cientos de experiencias,
van reptando por las calles del olvido,
como seres aún dispersos
en caminos de reptiles.
Un desencuentro amable
se topa con las plazas del silencio.
Un mutismo sereno
conecta ojos con ojos
en clubes de streptease.
Las horas van pasando
en noches como ésta.
Ciudades monocordes
que deliran con sílabas.
Letreros luminosos avanzando en la niebla.
Nadie conoce a nadie,
a pesar de los viajes,
los e-mails y el teléfono.
Nadie conoce a nadie...
Nadie conoce a nadie...
Descargan las máscaras
en poligamia de salivas.
Nadie conoce a nadie en los túneles del tiempo
y busco a los culpables
de esta expresión alucinante que me congela el universo.
Se arrastran por aceras con los velos
mujeres en estado de ebriedad.
Mas no han bebido nada en muchos meses,
tan sólo las palabras de marasmo.
Y miles de hombres vírgenes,
con cientos de experiencias,
van reptando por las calles del olvido,
como seres aún dispersos
en caminos de reptiles.
Un desencuentro amable
se topa con las plazas del silencio.
Un mutismo sereno
conecta ojos con ojos
en clubes de streptease.
Las horas van pasando
en noches como ésta.
Ciudades monocordes
que deliran con sílabas.
Letreros luminosos avanzando en la niebla.
Nadie conoce a nadie,
a pesar de los viajes,
los e-mails y el teléfono.
Nadie conoce a nadie...
Nadie conoce a nadie...
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