domingo, 23 de mayo de 2021


 

CLEMENTINA SUÁREZ

 


 

Mágicamente iluminado como en un paraíso

 

 

Me salí de mi vestido
y fui a dar con mi cuerpo,
y pude comprobar entonces
el valor de mis pies, mis manos, mis piernas,
mi estómago, mi sexo, mis ojos y mi cara.

 

Supe del deleite que cada uno de ellos me ha dado
y me he dicho de improviso:
¡qué contorno mágico el de mi costado,
qué antiguos y nuevos ecos en el hilo de mis venas,
que voz en la garganta,
qué sílaba impronunciable en el labio
y que sed detenida en la garganta!

 

Apresuradamente he salido por la puerta
disparada a caminar,
a tocar el suelo con mis pies,
a lanzar flechas encendidas por los ojos,
a devorar paisajes,
a enredar mis manos en jeroglíficos de relámpagos,
a dejar detenida aquí en mi sexo
—árbol fructificado—
el aroma de la vida.

 

He absorbido, he olfateado, he gritado
vivir, vivir, vivir.
Como si despertara una y otra vez
y fuera abeja laboriosa
que libara su miel astral.
Alba que cuajara aquí en el pecho,
armero que trabajara día y noche
su cumplida labor.

 

Abro precipitadamente
las puertas de mi aposento
y tiro lejos la sábana.
Me asomo al espejo como una morada
que no habrá de retenerme.
Como un propósito alucinado,
brilla mi anillo de piedra color malva,
mi lámpara, mi reloj,
detenidos en los umbrales del tiempo.

 

Mis zapatos desvelados a la orilla del lecho
y mi rostro deambulando por el sueño
como una decoración para un poema
escrito en las líneas de la mano,
o en el destello metálico de mis sentidos
tulipanes siempre ardiendo.

 

Mi perfil de arcángel
danza con el rayo,
detiene sus reflejos en la frente
y derrumba con su fuego el corazón
como en un paraíso mágicamente iluminado.

 

 

CLAUDIA MEYER

 

 

 

Yo te amé como nunca

 

 

Yo te amé como nunca. Viví tus ojos de pájaro salvaje,
tu desnudo de sombra cálida.
Tu nombre era aire que llenaba el silencio, eras carne,
delicado enjambre de vida detonando en mi crepúsculo,
catarata de alegría entre mis manos.
Eras tibia mirada que recogía las caricias esparcidas por las habitaciones.
Contigo era posible la luz, el torrente de luceros fluyendo por las venas,
como el brazo de espuma que navegaba entre las sábanas cada mañana.

 

CARLOS ALBERTO SORIANO

 

  

Alegría

 

 

Con el alma gloriosa y en flor
me acerco a la orilla del miedo,
y no,
no me aterra su vapor etéreo,
ni me llena de espanto su aliento.

Con los pasos vibrantes del gozo,
todavía galopando en mis entrañas,
regreso del dolor
y del sobresalto,
y asomo a la alegría
de un corazón ayer estrenado.

Tengo en la frente los rasgos inútiles
de una severidad imperfecta,
los resabios de un fracaso mundano,
miles de abrazos prisioneros,
millones de besos sin remitente,
y muchas canciones anegadas
en las sórdidas ciénagas del miedo.

Hoy me bastan diez palabras
manuscritas sobre el papel manchado
mancillado, ajado y percudido,
para verme de nuevo
flotando sublime en cielos purpúreos,
nostálgicos, serenos, profundos,
¡enloquecidos de sentimiento
en explosiones jubilosas!

Vivo.
Renazco.
Soy inmortal, soy hombre nuevo.
Tengo en el pecho un centenar de duendes
jugando entre sortilegios vivaces.

 

2011

 

CARLO ANTONIO CASTRO

 

 

 

Vuelo de los Nahuales 

Para Claudia Lars y Aurora Reyes,
en prenda de admiración y afecto.

 

 

I

 

Tiempo de la derrota cotidiana,
el sol, agónico, vencido,
esconde grave cuatrocientos fuegos:
Cede la llama, fugaz sabiduría,
al agua oscura de la Luna Madre;
no se advierte si duerme moribundo,
o si nuevas vigilias imagina;
si es el inefable resurrecto
—buboso original—
o astro sucesivo;
una sola, fatal criatura sabia
apenas lo diría: la de senos
reptantes, la de lengua
gemela, la de tétricos
ojos que ve sin la mirada,
que adivina rumores
y no escucha;
la que atiende los partos de la hierba
y atesora
los años en el fondo
del cuerpo:
la serpiente.

 

Lapso de sueño y fe,
solar reposo de los ojos negros,
dominio de la Madre
de animales y hombres,
dueña del cielo,
de la tierra,
del polvo,
aire.

 

Duerme su muerte el sol en el abismo.

 

 

II

 

El mono es la figura caprichosa
—ni hombre ni animal—
de un antiguo fracaso de los dioses;
vástago de árbol, ríe, contorsiona
siluetas sin descanso,
aprisiona los gestos de los otros,
salta, sube y baja, ríe
nuevamente, discute, despotrica,
se prenda de la fruta
o de la estrella;
cavila, ríe
otra vez de buena gana,
entrelaza su rabo con la cola
fraternal, receptiva
de otro mono, mona,
o con la rama;
expresa sus humores
más íntimos, difiere
de todo cuanto ríen
o promulgan
sus hermanos mayores,
menores, o extraños;
ríe, ríe, sin humor,
una caricatura
de la risa
vegetal.
Es él quien prefigura
la alegría sin suerte.
Imita cuatro movimientos cuatro.

 

 

III

 

Cambia el testigo…
Veamos si en el agua
de lluvia,
o en la poza,
o en el ojo
que mana
logramos, ahogando
las voces,
su rostro adivinar.

 

Cielo animado,
severo,
nocturno
rival del sol,
sombra estrellada,
garras, colmillos; legendaria visión
de muerte intensa, suerte de brujo,
códice de sangre, señor rojo, voz
de una lengua inexplorada, sacerdote
de rito antiguo, perfil de dioses indios,
filósofo del ara, muerte
que vive es el jaguar; bajo la luna,
el follaje, el sereno, se desplaza;
piensa, busca, sacrifica,
huye del alba, se oculta tras la Madre;
nunca ríe, sus ojos el divino
desprecio reflejan. Enemigo
de burlas y gracejos,
el jaguar es árbitro, juez
nocturno.

 

 

IV

 

Los viejos hombres heredaron
los temores lunares, las pieles
de veinte jaguares veinte
y crearon un cielo;
después sus voces alumbraron versos
y sus miembros rasgaron una danza,
y tomaron la arcilla de sus cuerpos
para hacer oracione
y lanzarlas, fugaces,
más allá de la noche.

 

He aquí que, varones,
venidos de mujer,
olvidadizos,
recreados creadores,
temieron y adoraron al jaguar
de los cielos vivientes,
sin dejar de reírse del mono,
festejar sus piruetas,
dedicarle los trozos de su barro
y su tiempo
sangre.

 

 

V

 

Mono y jaguar
—nahuales—,
risa y voraz sentencia:
el indio en mil silencios trenza el día,
abre la noche;
siembra su carne cotidianamente.
Mientras duerme se ausenta en pos de su alma.
En las ondas del sueño
encuentra hondas
venturas; las raíces
del hombre desentierra:
Aquí el mono,
allá el jaguar… (Los demás
animales expresan
una suerte o la otra).

 

Y en el cielo del indio
—hecho de la vigilia
original—
alienta el brujo
jaguar; el búho canta
en su techo nocturno; ríe el mono
en el árbol estéril.

Duerme su vida el sol en el abismo.

 

 

GUSTAVO CAMPOS

 


 

¿Habrá otra oportunidad para el brillo de unos ojos?

 


La última vez que les hablé
sería la última;
y no lo fue.
Fue devorado el cadáver de la alegría
por aves rapaces.
Esperé otra oportunidad,
una última vez para hablarles,
y como león seguí el rastro de sus pasos.
Fue herida el alba.
Y camino al manicomio, una tarde,
cuando el corazón de un sauce es un rayo,
hablamos por última muerte,
por instinto, frustración,
el lenguaje de la noche
en los jardines cerrados
donde nadie dejará la muerte.
Pregunto: ¿habrá otra oportunidad,
Una última, para el brillo de unos ojos?



NELSON LÓPEZ

 

 


Fugitivo

 

 

Con pies de plomo camino hacia vos
Me siento en el banco que te mece
Y se mece mi vanidad al verte
Cuando oís el retumbo de mi voz

 

Y me buscás, me mirás, me sonreís
Tu  infancia desvanece mis penas
Te di vida y hoy me la devolvés
Vos salvándome de la oscuridad
Y yo refugiándome en tu nido

 

Cuando se rebalsa el amor, cuando
chispea la dulzura a mi nahual
agradezco por tenerte acaso
sin merecerlo y sin merecerte.

 

sábado, 22 de mayo de 2021


 

ROLANDO COSTA

 


 

La torre

 


Un viento fuerte y poderoso golpea y estremece los cristales luminosos de las ventanas. Invade la habitación y derriba sus puertas. Ha penetrado en todo el castillo. En su centro se agolpa y retrae —los habitantes, atónitos, abren sus ojos violentos y respiran el terror que les devuelve a la vida un instante. Silencio. El viento se adentra en sí mismo sorprendido cada vez más de su poderío, y expande su potencia con el grito terrible de un ángel. El castillo estalla en pedazos y nace el fuego, que crece y se propaga en llamaradas. El viento, desnudo, se divide en dos vientos… Sólo la torre permanece enhiesta y solitaria…

 

 

DORA GUERRA

 

 

 

Reclamo

 

 

Yo recuerdo que tenía en la mano una espada,
un rayo luminoso;
se me hizo flor distante,
estrellita silvestre,
cuchillo de plata.

 

Pero no era eso lo que yo buscaba
ni con lo que se pueden trasplantar las montañas.

 

Recuerdo que tenía una voz agrandada
y un gesto circular que me rodeaba;
se me hizo cancioncilla,
tenue silbo
y la mano en la falda.

 

Pero no es esto lo que se esperaba
ni con lo que es posible recobrar la esperanza.

 

Yo recuerdo que tenía en los ojos
más llantos que miradas
y el corazón tan hondo que me ahogaba.
Me brotaron las islas donde asirme,
paisajes de frescura,
se me hizo dulce el agua.

 

Pero es la sal la que sazona el mundo,
la que alimenta brasas
y con la que se debe bendecir la palabra.

 

Recuerdo que tenía una blasfemia
de tanto que esperaba.
Me dio miedo el infierno,
humílleme la boca
y me quedé callada.

 

Pero no es el silencio el que fermenta,
el que estremece el cielo,
el que nos salva.

 

Devolvedme mi rayo que desnuda,
mi voz agigantada,
devolvedme mis lágrimas,

 

que quisiera romper en dos el viento,
reedificar el verbo
y lavar a gran agua toda mancha.

 

 

LILIAN SERPAS

 

 

 

4

 


Es un cóndor azul
el avión que te lleva
hasta la Cruz del Sur.

 

De: “Microgramas de niebla”

 

MATILDE ELENA LÓPEZ

 

 


Estoy en paz contigo

 

 

Ahora sí
puedo ver el fantasma del azogue
y romper el espejo.
Puedo en la multitud
mirar tu rostro
sin ese galopar
entre las venas.

 

Y sin embargo,
tú presientes mis pasos
por esa leve huella
del pájaro en la fronda.

 

Desde allí
puedo sentir tu sobresalto
y ese gesto azorado.

 

¿Cómo negar
la identidad que llevas en tu ser
y que me pertenece?
¿Y cómo desoír
esa invisible voz
que se quedó vibrando en tus ramajes?

 

¿Cómo olvidar el sueño
que busca el sol
que le robaron?
Yo estoy en paz contigo.
Mas, a ti te cercan,
oscuros, los daimones.

 

 

ELISA HUEZO PAREDES

 

 

 

Siempre el amor

 

 

¿Qué me dejaste, Amor (que así te llamas)
por cada ampolla que me dio tu hoguera?
¿Qué me dejaste, pues, sino tus llamas?:
voraces pasan y dañando quedan.
Y quemabas…
Y aún quemas…
Y como arde tu abrazo como brasa;
y cómo duele si se va tu llama
y cómo escueces si se crece el fuego.
¿Que me dejaste, Amor? pues me dejaste
que me quemara como paja al fuego.

 

Una fogata fue el Amor, destello
que hizo prender la flama al abrazarte:
y cómo arde tu brasa…
y que ardoroso empeño
por apagar la llama
¡por encender el fuego!

 

 

FRANCISCO RUIZ UDIEL

 

 


Alguien quiere denunciar

A Imelia

 

 

La infancia de Andrés
huele a dolor en mal estado.
Crece y es memoria sepia
como cuerpo quemado
dice y cuenta cómo lo encerraron en un baño
veinte y cuatro horas desnudo
de la vez que lo arrodillaron otra vez desnudo
naked, no nude
otra vez desnudo
de la vez que le pusieron
las manos a dos centímetros del fuego
con el pretexto de hurgar verdades.

 

Esta vez no fue desnudo
vestía de odio con lengua
despellejada en rabia.

 

viernes, 21 de mayo de 2021


 

ANA ROMANO

 

 

 

Marisa

 


Las ojeras pernoctan

en un bandoneón

 

Marisa

se reconoce en los escombros

 

galopan

surtidos vocablos,

decodificándose


 

De: “Alfil rojo”

 

HERNANDO DE ACUÑA

 

  

 

Sobre la red de amor

 

 

Dígame quién lo sabe: ¿cómo es hecha
la red de Amor, que tanta gente prende?
¿Y cómo, habiendo tanto que la tiende,
no está del tiempo ya rota o deshecha?

 

¿Y cómo es hecho el arco que Amor flecha,
pues hierro ni valor se le defiende?
¿Y cómo o dónde halla, o quién le vende,
de plomo, plata y oro tanta flecha?

 

Y si dicen que es niño, ¿cómo viene
a vencer los gigantes? Y si es ciego,
¿cómo toma al tirar cierta la mira?

 

Y si, como se escribe, siempre tiene
en una mano el arco, en otra el fuego,
¿cómo tiende la red y cómo tira?

 

 

EDUARDO MOGA

 

  

 

La tarde se hace
metacrilato y sueño
en el vagón.

 

 

JAMES SCHUYLER

 

 

 

Un cuchillo de piedra

 

 

Querido Kenward,
Qué perla
de abrecartas. Es justo
lo que necesitaba, algo
donde descansar los ojos, siempre
deseado, es decir
es eso que
sentía que me
faltaba pero
no lo sabía, sin uso
real y sin embargo
esencial como una caja
de botones, o los mapas, los verdes
cielos mañaneros, las islas y
canales en la avena, el vapor
del guiso de ostras. Ágata
marrón, veteada como un bosque
por un humo que presenta
la acuosa torsión de la zostera
en rápida concavidad desteñida de
herrumbre. Ondulantes líneas de
atardecer norteño –un Munch
sin la ansiedad– una
insinuación de casi ámbar:
a la nariz, un pensamiento
resinoso, al ojo,
una aguja laqueada, verde
allí donde no hay verde, una
post-imagen presente.
Pulido como un hacha, desnudo
y elegante como un lago,
varonil como un lingam,
petrificado clima de noviembre,
es la cosa justa
¿para hacer qué? ¿Para
abrir cartas? No,
es justamente la cosa, un
objeto, oscuro, feroz
y hermoso en el que
la sorpresa es que
la sorpresa, una vez
que pasa, sigue estando:
en el que disfrutar
no es consumir. Lo
irrecuperable retorna
en un mundo marrón

hecho de madera, 

jaspeado de nieve, epi-
centro de tempestad
todavía en piedra.

 

SUSANA SZWARC

 

 

 

Invitación

 

 

I

 

Alguien, como un teorema, nos ha cercado
con una magia suave, todavía.
Casi nada sabemos
sólo el ruido -musical- que dejan los trapecios
y confunden.
Toda la historia entra en una copa,
suspendida por la ventana en su equilibrio.

 

Una tos aleja del ensueño.

 

Nos avisan: no leer ya tragedias,
evitar la inquietud.
Mi pura verdad vacila y la copa se mueve.
Caerá,
se hará trizas en la vereda de las grandes ciudades
donde nunca (nunca, que recuerde) he comido.
(-¿qué comíamos?
-letras.)
Se nos escapa la risa como un huevo
pasado por agua que evita el incendio
de la casa,
(a todos a veces se nos rompe).

 

 

II

 

Recordar. He mirado los árboles vacíos del invierno
y los he visto cumplidos otra vez.
También la otra
-niña- ajena, los ha visto.
Árboles nos permitían el saludo, el adentro y el afuera,
y la prohibición encubierta que separa
las toses.
Qué hace, en la luz de la mañana, el milagro
de la diferencia.
En esa luz alguien sueña con un padre que bendice,
que alimenta,
y que no sabe de la desmesura del sentido.
Porque alguien sueña
yo también.

 

Un país no es un solo lugar para el derroche de pasiones.
La vuelta al mundo recomienza su andar
y todo el pueblo
entra en nuestros ojos como un fruto maduro,
a punto de morder.
Justo en lo perdido, una migración.

 

 

VIGGO MORTENSEN

 


 

Te veo

 

 

Te veo como si aún estuvieras sentada a mi lado
te oiré hasta que olvide por qué no te quise más
este invierno
guardo el peine que dejaste
la miel que curó tu herida
y la perla negra de mi duda.



jueves, 20 de mayo de 2021


 

CHARLES OLSON

 


 

El poema que pediste para ti

 

 

hasta que se conoce la naturaleza
a mitad del camino cuando vamos del nacimiento
hacia la muerte el sendero

 

por lo tanto de allí en adelante
sin sendero

 

EDITH CHECA

 

 


Estás plagado de retrocesos…

 

 

Estás plagado de retrocesos,
de indecisiones como mareas
insistentes hacia la costa
y lo lejano.
Casi ahogado en la espuma de tu flirteo
con la muerte,
con la muerte de la especie
que como baluarte ondeas
frente a las retinas impávidas
del deseo ¿humano?
Saber de oscuridades de piélagos
y de reencuentros en arenas que no genuflexionan
su respetable secreto ante el albor de un ocaso.
Saber de leyendas bajo el cristalino
que transforma caballitos de mar
en caballitos de feria
y estrellas de mar
en estrellas de cine.
O realza rocas sin nombre
y medusas peregrinas
para consuelo de plañideras enlutadas de mentira.
Saber, bajo el cristalino quebrado,
por esa soledad que deshidrata,
que está callado el mar por tanta muerte.

 

 

ED SANDERS

 

 


 

Canto a los posters

 



Fue un año de maravillosos posters
especialmente en Francia

 

Este es un canto para todos los hermosos posters de protesta
fabricados en el apuro de irse
fabricados en el subterráneo de las iglesias
fabricados en las pensiones
fabricados en las charraterías
fabricados en los sindicatos

 

Este es un canto para todos los hermosos posters de protesta
papel lustre, plumones, pintura, pegamento, pinceles
las pinceladas de diez millones de posters del 68
brillan en una galaxia en alguna parte
como un sendero jeroglífico

 

El dos de mayo
treinta jets
volaron sobre Jerusalem
formando la estrella de David

 

con nubes detrás
para la celebración del veinteavo aniversario de Israel.

 

 

BALBINA PRIOR

 

 

 

Manifiesto de cualquier nocturno

 

 

Reivindico el desenfado
y la desinhibición de mis deseos,
el punto de alcohol compatible con mis sentidos,
el encuentro furtivo con un amante efimero,
el bullicio sin rumbo de un grupo humano,
el golpe mortal a la rutina,
la amargura cuando sale el sol,
el exceso, sobre todo el exceso

 

Magnifico la valentía
de todos aquellos que viven con ojeras,
que no le ponen precio a la hora,
que desacatan las leyes ordenadas de la Naturaleza,
que amarían sólo hasta el alba,
capaces de todo en el punto exacto de la Medianoche,
de nada cuando unas gotas de luz
rayan la noche descarada,
vencida ya.

 

Y por qué no, cosas menores,
el riego purificante en la madrugada,
el irrespirable ruido del camión de basura,
la inestabilidad de la calle bajo la farola,
el robo del BMW sólo para hacer un trompo,
el tirón en cualquier esquina del drogadicto
falto de estatus de enfermo,
siempre insensible sociedad de Derechas.

 

Porque al fin, somos un recinto privado,
como si la vida fuese un parking subterráneo
y nadie pudiese salir sin tarjeta decodificada.

 

FERNANDO ESPEJO

 

 


 

La flor



Si te parece
puedes llevarte todo esto que me estorba
e irte…

 

Recogiendo las hojas de la niebla,
la ventana cerrada
y la luz encendida…

 

Llévate, si las quieres,
la mesa puesta,
la pluma destapada y la tarde de otoño.
Todo eso.

 

Yo tengo todavía el libro abierto
la fecha carcomida
y las palabras.
Ahí están,
además, son cosas tuyas.

 

Si te gusta el violín, te lo regalo
lo mismo que la flor
y los recuerdos.

 

Para cuando regreses ven sin nada.

 

 

JESÚS HILARIO TUNDIDOR

 

 


 

Poema inicial

 

 

Aquí, tranquilamente,
voy a decirte una palabra,
la última palabra
donde quedó tu corazón antiguo…

 

Aquí, tranquilamente:
Dios era carne entonces
y tú lo recreabas en tu espíritu.

 

Ay, arrodíllate,
no volverás dos veces a ser niño.

 

 

miércoles, 19 de mayo de 2021


 

CLEMENTINA ARDERIU

 


 

Canción de la hermosa confianza

 

 

A mi amado entregué
todas las llaves;
tengo a cambio las suyas,
y hechas las paces.

 

Pero queda una estancia,
en lo profundo,
donde entrar no podríamos
ni unos segundos.

 

¡Tantas fuerzas ocultas
y pensamientos,
libres a todas horas
hay allí dentro!

 

En vano intentaría
fisgar un poco:
una piedra no haría
tanto alboroto.

 

Bástenos una sombra,
leve rumor.
Y que él lleve sus cuentas
como hago yo.

 

 

 

MERCEDES ESCOLANO

  


 

Un tigre

 

 

Pienso en un tigre. Bajará a la ciudad
a la hora en que abren los bares
y se expande un intenso perfume
humano. Anochece. Sediento
se acodará en la barra y beberá
unas copas con los ojos prendados
del brillo siniestro y metálico,
dúctil su lengua, aromado el local
con un vaivén continuo de clientes.
De fondo un blues elástico y el rugir
endiablado de las máquinas tragaperras.
Observa en silencio y remoja sus fauces.

 

Le delata la garra que esconde su camisa.
Nadie diría —por su aspecto—
que es un cruel asesino de la selva,
sino un hombre sin prisas, indolente,
incapaz de inventarse otra rutina.
Cada viernes, tierno y solitario,
cometerá un crimen sin más rastro
que un poema olvidado sobre la barra.

 

 

 

NAHUI OLLIN

 

 

 

El poder de los imbéciles

 

 

El oro es el perverso auxiliar que da poder a los imbéciles, a los gobiernos, a los explotadores de sentimientos humanos o poderes religiosos y desnudan de bienes materiales y espirituales a los pobres que despojan de ese metal que tan fácilmente se escapa de nuestras manos tan sólo para nuestra manutención vital. Nacemos por una causa tan natural como las plantas que viven de oxígeno, de jugos de la tierra y somos máquinas del oro que nos permite vivir según lo que poseamos, y somos superiores a las plantas y a los insectos, con necesidades inferiores a ellos, creadas por nuestras ambiciones, y somos pobres porque nos han hecho pobres los que nos despojan de bienes materiales, de bienes espirituales, y el oro es el poder de los imbéciles que venden a los pobres aire, luz, pan o yerbas a precios locos, impuestos por sus pervertidas ambiciones de poderes imbéciles.–

 

 

ROSARIO SANSORES

 

 


Del pecado de amarte

 

 

Del pecado de amarte no estoy arrepentida,
aunque un oscuro abismo nos separe a los dos,
en tanto que risueña te doy mi despedida,
mis ojos se iluminan para decirte adiós.
No nos debemos nada. Tú me diste tu boca
limpia como el agua fresca del manantial;
y te enlacé en mis brazos, amorosa y sensual,
y apagué en la cisterna mi sed ardiente y loca.
Peregrinos errantes, nuestra ruta seguimos.
Si dos sendas opuestas al azar elegimos,
¿por qué nos rebelamos con violenta actitud?

 

JESÚS AGUADO

 

 


 

Algo dice de mí

 

 

Algo dice de mí
la labor del orfebre,
el arcoiris doble, los anzuelos,
las diecisiete formas que tiene el esquimal de nombrar
a la nieve y el tibetano a la conciencia,
los pechos comparados con cúpulas o cántaros,
la barra de los bares, las películas,
los cables de la luz parcelando el paisaje,
las etimologías inventadas,
la tala de las selvas, las bombas nucleares,
la estupidez, el odio, la mentira,
el mal gusto, el dolor, las equivocaciones,
las hambrunas, las guerras,
el asombro, el camino, la retama,
la piedad, la emoción, la fiebre de un bebé,
el aguardiente, el sol, la desmemoria,
los delfines, el saxo.

 

(Algo dice de mí cada ser, cada cosa
que ocurre, todo dice
un aspecto de mí
y lo señala,
y quiere despertarlo y que yo aprenda
a llegar hasta el nido donde incuba sus ojos,
y me invita a probarme
esos ojos,
a mirar de otro modo lo que soy.)

 

Algo dice de mí
el ruido, el brutal ruido
que hace casi imposible escuchar lo que dicen
de mí las cataratas o el silencio.