jueves, 25 de junio de 2015

FERNANDO PESSOA


 

Cosechadora

 

Pero no, es abstracta, es un pájaro
De sonidos en el aire del encumbrado aire,
Y su alma canta sin molestar
Porque el canto es lo que la hace cantar.
 

1932

Versión de Rafael Díaz Borbón

 

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR


  

Agradeciendo el regalo de una pluma de faisán


Con esta hermosa pluma tornasolada puedo
Escribir las palabras en que García Lorca
Dijo
Herido de amor huido.
Dijo que en tus ojos
Había un constante desfile de pájaros,
Un temblor divino como de agua clara
Sorprendida siempre sobre el arrayán.

Escribir las palabras en que Góngora dijo
A batallas de amor campos de pluma.

Escribir las palabras en que Antonio Machado
Dijo
Hoy es siempre todavía.


 

CHARLES BAUDELAIRE


 

La belleza    



Yo soy bella, ¡oh mortales! , como un sueño de piedra.
Mi seno -donde el hombre se desangra y expira-
Mudo, infinito amor al poeta le inspira,
Coronada de rosas lo mismo que de yedra.

Campea en el azul -esfinge impenetrable-:
Bajo alburas de cisne llevo un alma de nieve;
Odio los movimientos que las líneas remueve;
Lo mismo ignoro el llanto que la risa inefable.

Los poetas, absortos frente a mis actitudes
-Que asumidas parecen de altivas magnitudes-
Consumirán sus días sondando las edades;

Que tengo para embrujo de amadores tan fieles,
-Espejos que trasmutan las guijas en joyeles-
Mis ojos, grandes ojos, de eternas claridades.

 

Versión de Carlos López Narváez

 

ÓSCAR ACOSTA


 

Carta desde Torremolinos


Un laurel es tu mano entre mi mano
y agua unitiva el río de tu brazo,
ansias somos unidas por un lazo
tenso de resistir y cotidiano.

El roce de tus labios no fue en vano
y para comprobarlo te doy plazo:
sobre mi pecho de hombre está tu trazo
y tu aliento a mi boca está cercano.

Mujer ausente y todopoderosa
no deseo olvidar tu cuerpo fino,
ni tu caricia misericordiosa.

Amo tu risa de fulgente lino
y al recordarte ahora, dolorosa
se me vuelve la sangre y agrio el vino.



JOSÉ LEZAMA LIMA


 

Lo inaudible

 
 
Es inaudible,
no podremos saber si las hojas
se acumulan y suenan al encaramarse
la mirona lagartija sobre la hoja.
Nos roza la frente
y creemos que es un pañuelo
que nos está tapando los ojos.
El oro caminaba
después hacia la hoja
y la hoja iba hacia la casa
vacía del otoño, donde lo inaudible
se abrazaba con lo invisible
en un silencioso gesto de júbilo.
Lo inaudible
gustaba del vuelo de las hojas,
reposaba entre el árbol inmóvil
y el río de móvil memoria.
Mientras lo inaudible lograba
su reino, la casa oscilaba,
pero su interior permanecía intocable.
De pronto, una chispa
se unió a lo inaudible
y comenzó a arder escondido
debajo del sonido facetado del espejo.
La casa recuperó su movilidad
y comenzó de nuevo a navegar.


MARÍA ROSAL


 

Campo de plumas


Aunque me envíen a galeras no he de aborrecerte,
              amado mío.
Envolveré tu barco, reventaré la proa contra rocas hostiles.
Comeremos con la sucia ralea de marinos sin patria, bebiendo
              a morro barriles de ginebra.
No habrá losa de muerto que aplaque mis antojos. Ni antorcha
              humana capaz de arder tu fuego.
Aunque pagues personal entrenado para guardar tu casa.
Así compres un perro y amaestres lagartos, sabré burlar la
              guardia de absurdos mercenarios, agostar tus alarmas.
              Desconectar ingenios de la era digital.

Convéncete.
              Hay cosas que no cambian.
Por mucho que haya avanzado el mundo, en estas lides, no
he de capitular sin condiciones.

Prepárate a la lucha cuerpo a cuerpo.



De "Otra vez Bartleby"