"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 10 de julio de 2018
CARILDA OLIVER LABRA
Hace un
año que busco la forma de mi amado.
Él era joven, bueno, un poco mal hablado
aunque puso una fiesta en cada palabrota.
Entera la sonrisa, el alma casi rota.
Él era joven, bueno, un poco mal hablado
aunque puso una fiesta en cada palabrota.
Entera la sonrisa, el alma casi rota.
Los
ojos con la magia lumínica del rayo,
la boca como jueves romántico de mayo.
Iba desnudo y diáfano por gracia de su piel;
suave, con esa única caricia de laurel.
la boca como jueves romántico de mayo.
Iba desnudo y diáfano por gracia de su piel;
suave, con esa única caricia de laurel.
Tenía
una manera de amar gentes y trinos
y le colgaban versos, ternuras y caminos.
Se sabe que era humilde. Se sabe que era pobre.
Maestro de las fraguas, artesano del cobre.
y le colgaban versos, ternuras y caminos.
Se sabe que era humilde. Se sabe que era pobre.
Maestro de las fraguas, artesano del cobre.
Gastaba
los insomnios limando alguna espada.
(Quizás quiso con ellas atravesar la nada).
Comía sueños, frutas, neblinas, girasoles.
Guardado estuvo el miedo ahí en sus caracoles.
(Quizás quiso con ellas atravesar la nada).
Comía sueños, frutas, neblinas, girasoles.
Guardado estuvo el miedo ahí en sus caracoles.
Me hizo
una pulsera de plata: esta serpiente
que llevo aquí en el brazo como una huella ardiente
de aquel que era rebelde, nocturno, tan distinto,
con máscara de broma, pariente del jacinto.
que llevo aquí en el brazo como una huella ardiente
de aquel que era rebelde, nocturno, tan distinto,
con máscara de broma, pariente del jacinto.
Leía
extraños libros. (Se le oye cuando canta
y exprime soledades aún en su garganta).
y exprime soledades aún en su garganta).
Fue
huérfano de todo. Nació ya siendo hombre.
Mi amante, mi marido. Naufragio fue su nombre.
Vivir sólo quería, mas nunca tuvo suerte.
Se equivocó de vaso y se bebió la muerte.
Mi amante, mi marido. Naufragio fue su nombre.
Vivir sólo quería, mas nunca tuvo suerte.
Se equivocó de vaso y se bebió la muerte.
ANTONIO PLAZA
A Inés Nataly
Quiso mostrarte la clemencia santa
y te infundió su soberano aliento,
puso en tus ojos luz de firmamento
y del ángel el trino en tu garganta.
Y admirándose al ver belleza tanta,
Baja -te dijo- al valle del tormento,
y cuando el hombre en negro desaliento
clame: ¡NO EXISTE DIOS! mírale y ¡canta!
Y tú, cisne del cielo, la armonía
nos revelas del cielo al escucharte;
yo, que olvidando al cielo ya tenía,
enviada del Señor, quiero cantarte,
que aunque la fe del alma apagó el llanto,
donde Dios se revela, allí le canto.
DOUGLAS TÉLLEZ
Arqueología Rupestre
Descifro
arcaicos códigos
Expuestos
en tirantes lienzos.
Bicromado
lenguaje rupestre, símbolos
de
nuestros primeros alaridos.
Victorias
cantadas, fúnebres designios,
conjuros…
Antes y después que luminosa
liebre
saltará sobre el arcoíris.
MIGUEL VEYRAT
Et in arcadia ego
Arrastra tu canto el viento
con su voz de bestia
inmemorial. Deja en las zarzas hojas
de carne arrebatada
al río de sombras -rival
turbio de lo eterno, cuando la vida
se detiene obstruida
en la garganta. Porque
ya conozco de memoria
esta muerte inventada
por nosotros en una noche oscura,
quiero ser expulsado otra vez
del Paraíso para morir
tranquilo -tras colgar como hilo
de araña mi grito
rebelde desde el abismo a la nada.
Arrastra tu canto el viento
con su voz de bestia
inmemorial. Deja en las zarzas hojas
de carne arrebatada
al río de sombras -rival
turbio de lo eterno, cuando la vida
se detiene obstruida
en la garganta. Porque
ya conozco de memoria
esta muerte inventada
por nosotros en una noche oscura,
quiero ser expulsado otra vez
del Paraíso para morir
tranquilo -tras colgar como hilo
de araña mi grito
rebelde desde el abismo a la nada.
IRMA TORREGROSA
Era venir desde el amor
y que
nos faltara la noción del tiempo,
era
dejar las memorias recostadas
en las
oscuras aguas del sueño.
Era si
tu voz brotaba de mi costado
o sólo
era el eco de tu sonrisa
en otra
oreja,
seguir
las migas de tus pasos
por las
puertas de la casa,
esos
laberintos francos
que
se abren a las voces.
Era el
perfume agonizante
a
lluvia, la distancia que guarda
las
caricias pendientes, las sonrisas
que
nunca se cruzaron y andar
descalzos
por donde el sol no pasaba.
Eran
nuestros dedos murmurando
algo
que nunca sabré,
porque
sé que no estarás
y yo no
sabré como desatarme los huesos de tu nombre.
JUAN JOSÉ MACÍAS
2
no
aspiro más que a la decepción–
escribo
para lo único ilegible: la pureza
no miro
más si mirar no es irrumpir
en el
silencio puro de las cosas puras
escribo
para que el mundo se sostenga–
para
descargar a las palabras
del
agobiante peso del sentido
escribo
para la decepción–
para
que los conciertos de la vida se ofrezcan
con la
música como disolvente
De: “Expansión de las cosas infinitas”
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