lunes, 17 de septiembre de 2018


EVARISTO CARRIEGO





Ya sobre los hastíos de tus meditaciones...



Ya sobre los hastíos de tus meditaciones,
como en fugas radiantes escucharás canciones 
de músicas heráldicas, de las músicas locas
que enardecen las ansias y enrojecen las bocas

en besos fecundantes, cual rocíos de mieles
que hasta en el yermo hicieron florecer los laureles.
Yo, a tu rostro moreno consagraré violetas,
las nerviosas amadas tristes de los poetas,

y allá en las tibias tardes, serenas de optimismos,
cuando al disipar todos tus más graves mutismos
mis estrofas de hierro torturen tu garganta,
has de pensar, acaso, si es un hierro que canta!



CARLOS CASTRO SAAVEDRA





Presencia del amor victorioso



Tú eres la que yo quise destruir con mis besos,
pero la que resistes mi furia y mis abrazos,
y sales siempre nueva de mis bosques espesos
y siempre florecida de mis grandes hachazos.

( Un viento loco y verde te golpeaba la cara,
un vendaval de besos de mi boca te hundía,
pero el hijo llegaba con su semilla clara
y en medio de tus ojos oscuros la encendía ).

Eres la que no pude vencer con mi locura
y fatalmente herir con mis espadas ciegas,
y el trueno que circula por mi cabalgadura
y el búfalo que truena por mis hondas entregas.

Sobrevives y cantas a mi lado, a mi vera,
como un ave incansable que atesora mis pasos,
y vuela a toda hora sobre mi calavera
y construye su nido en mitad de mis brazos.

Ya tienes el tamaño de mis manos inmensas,
la medida del grito que me habita la vida,
y puedes abarcarme todo lo que me piensas
y elevas a tu frente la sangre de mi herida.

Siento tu punzadora dulzura en mi costado,
tu penetrante aroma de selva en mi camino,
y nadie me consuela cuando estoy a tu lado
y pienso que la muerte se beberá tu vino.




PEDRO CASARIEGO




  
Te advierto que la luna
                                                        para Pablo con la única condición
                                                         de que no lo pierda sin querer
                                                                            agosto de 1983




Te advierto que la luna...

Una manzana perdida
tan vieja como el egipcio
y sin pirámides...

Te advierto que la luna
te mira siempre...

Si la manzana
pudiera caminar como nosotros...

Te advierto que la luna
te mira siempre
con el hambre que da la distancia.

La manzana
la manzana es peligrosa          porque no camina.
Muere muy quieta y huérfana
muere de su propio peligro
de su propia piel
de su propia cárcel.
Los bigotes de los gatos acarician la manzana y la abandonan.
Te advierto que la luna...

Y la manzana
¡todavía aspira al abrazo de una boca!
¡parece un hombre que fue un hombre distinguido
y que todavía aspira a que alguien
                                                      puje por su corazón de fruta antigua!

Te advierto que la luna...
y apuesto a que los hombres distinguidos
en nada se distinguen de los otros...
en sus manos una llave es una llave
en sus relojes un minuto es un minuto
en sus manos un tigre es imposible.

Te advierto que la luna...


ALAIN BOSQUET





¡Oh acuérdate de ti!



¡Oh, acuérdate de ti!
En un jardín cogías algunas fábulas.
Unas personas muy justas
Hablaban del mundo y de su caída.
Tú te decías: «¿Tiene usted un sobrenombre?»,
Y te contestabas: «Me llamo
Joya ahogada, fruta que se niega a abrirse,
Infanta sin castillo».
Te cogías de tu mano para no estar sola
Entre las flores de aprendizaje.
La época era núbil.
Si esta tarde pasaras
Ante la adolescente que fuiste,
¿Te atreverías a reconocerte
Y a invitarte a tomar el suspiro?
No tienes que acordarte de ti.


Versión de Enrique Moreno Castillo

MARIO BOJÓRQUEZ





Similcadencia



Pero cómo decirme, decirte, decirles,
que tengo, tienes, tienen, los ojos entornados,
si al final de los ojos, guardo, guardas, guardan,
la almendra de los días y los rotos veranos.

Pero cómo callarme, callarte, callarles,
estos silencios suyos, tuyos, míos,
si en mis, tus, sus, ojos, hay palomas abiertas
sobre campos de sangre, que yo, tú, ellos,
                                               miran,
                                                           miras,
                                                                       miro,


De: “Pájaros Sueltos”


SULLY PRUDHOME





A la orilla



Sentarse los dos a la orilla del agua que pasa
y verla pasar. Si se desliza una nube en el espacio,
verla, los dos, deslizarse.
Si en el horizonte humea un tejado de paja,
verlo humear.
Si alguna flor perfuma los alrededores,
perfumarse en ella también.
Si nos apetece algún fruto
que prueban las abejas,
probarlo.
Si en los bosques que lo escuchan,
canta algún pájaro,
escuchar.

A los pies de un sauce
donde el agua murmura,
oír el agua murmurar,
y no sentir pasar el tiempo
mientras dura ese sueño,
ni poner una pasión profunda
más que en adorarse.

No preocuparse de las mundanales querellas,
ignorarlas.
¡Y, solos, felices sin cansarse ante todo lo que cansa,
sentir, ante todo lo que pasa,
no pasar el amor!


Versión de Max Grillo