domingo, 31 de mayo de 2020


FANOR TELLEZ





Monitoreo de la segunda luna de la tetrada roja



Qué tenemos de lo terreno, sino hechos como indicios
para perseguir un sentido en lo inconexo
y ver lo que terminaremos haciendo,
porque después de Gaza, Israel como león cuida su madriguera.
Pedro Romano, pese al hosco godot de Pyonyang, mostró en Corea
del Sur la gloria de los santos y de los mártires. Y en Turquía
el antiguo esplendor de la futura unidad cristiana universal se insinuó
tan claro como se levanta en el cielo negro
la media luna del Califato Sirio y de Levante:
USA, Londres, Canadá, Francia y Alemania son brotes sangrientos
en el disperso frente occidental de la yihad
extendido hacia Oceanía, en la enorme Australia.
Ucrania ¿es rusa? o ¿debe ser rusa?: la lucha por el gas, por el petróleo.
La lucha del dólar para doblegar el rublo,
del yuan y del oro físico para colapsar el dólar.
Y para leer China en Nicaragua, milenramas, varillas o monedas
conforme el Libro de las Transformaciones,
bien formulada la pregunta ¿Cuál será el resultado?
Alcanzaremos los días de la caída de la Siria ¿a manos de quién?
Y el reino de la Persia, ¿se quedará quieto?
¿Y Jacob? ¿impasible ante las banderas negras con letras islámicas?
Es difícil encontrar una dirección clara, única, inteligible.
No razono para forzar designios que el Espíritu no me quiera decir.
México, eres imagen del Mictlanteotl. Una piedra de sacrificios.
Busco en el cerro a la que aplasta la cabeza de la serpiente.
USA y Cuba se distienden. Las palabras han depuesto sus lanzas.
Sri Lanka y Filipinas: oigo una profecía por los pobres.
Una voz por los niños, por las familias destruidas, por el noviazgo,
Una fe dialogante, una razón humilde, un corazón persuasivo.
Esto es lo luminoso. Pero hay lo oscuro. Un entorno humeante.
No interrogo a la esfinge. Los hechos temporales me hacen captar
La proliferación de un espíritu homicida. No necesito a nadie
Que me explique. Siento una filosofía de impiedad en el aire.



ANDRÉ BRETON




  
Los escritos vuelan



El satén de las páginas que se hojean en los libros modela
una mujer tan hermosa
Que cuando no se lee se contempla a esa mujer con tristeza
Sin atreverse a hablarle sin atreverse a decirle que es tan hermosa
Que lo que se va a saber no tiene precio
Esta mujer pasa imperceptiblemente entre un rumor de flores
A veces se vuelve en medio de las estaciones impresas
Para preguntar la hora o mejor aún simula contemplar unas
joyas bien de frente
Como no hacen las criaturas reales
Y el mundo se muere una ruptura se produce en los anillos de aire
Un desgarro en el lugar del corazón
Los diarios de la mañana traen cantantes cuya voz tiene el color de la
arena en las riberas tiernas y peligrosas
Y a veces los de la tarde dan paso a muchachas que conducen
animales encadenados
Pero lo más bello está en el intervalo de ciertas letras
Donde unas manos más blancas que el cuerno de las estrellas a mediodía
Saquean un nido de blancas golondrinas
Para que llueva siempre
Tan bajo tan bajo que las alas no puedan ya mezclarse
Unas manos por donde se sube hasta unos brazos tan leves
que el vapor de los prados en sus graciosas volutas por
encima de los estanques es su imperfecto espejo
Unos brazos que no se articulan más que con el peligro excepcional de un
cuerpo hecho para el amor
Cuyo vientre llama a los suspiros desprendidos de los matorrales
llenos de velos
Y que sólo tienen de terrestre la inmensa verdad helada de los trineos de
miradas sobre la extensión toda blanca
De lo que no volveré a ver más
A causa de una venda maravillosa
Que es la mía en el juego de la gallina ciega de las heridas




EDGAR LEE MASTERS





Wendell P. Bloyd



Primero me acusaron de faltas a la moral,
ya que no hubo ley contra la blasfemia.
Después me encerraron por loco,
y un guardia católico me mató a golpes.
Mi ofensa fue ésta:
dije que Dios le mintió a Adán, y lo destinó
a vivir la vida de un idiota,
sin saber que en el mundo hay mal, lo mismo que bien.
Y cuando Adán se mostró más listo que Dios, comiéndose
la manzana,
la mentira se hizo patente.
Y Dios lo arrojó del Edén para evitar
que tomara el fruto de la vida eterna.
¡Por Cristo! Ustedes son gente sensata.
Escuchen lo que Dios mismo dice de esto en el Génesis:
"He aquí el hombre es como
uno de nosotros" (un poco de envidia, ¿verdad?),
"sabiendo el bien y el mal" (se descubre la mentira
de que todo es bueno):
"Ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también
del árbol de la vida, y coma y viva para siempre".
Y lo sacó Jehová del huerto del Edén.
(La razón, creo, por la cual Dios
crucificó a Su Propio Hijo
para salir de esta miserable maraña,
es que de Él no se esperaba menos)


MASAOKA SHIKI





Con qué rapidez el río Mogami
Se lleva
El verano.


De: “Verano”



SARA DE IBAÑEZ





Quisiera abrir mis venas bajo los durazneros...



Quisiera abrir mis venas bajo los durazneros,
en aquel distraído verano de mi boca.
Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros,
lenta rueda comida por agrias amapolas.

Yo te ignoraba fina colmena vigilante.
Río de mariposas naciendo en mi cintura.
Y apartaba las yemas, el temblor de los álamos,
y el viento que venía con máscara de uvas.

Yo no quise borrarme cuando no te miraba
pero me sostenías, fresca mano de olivo.
Estrella navegante no pude ver tu borda
pero me atravesaste como a un mar distraído.

Ahora te descubro, tan herido extranjero,
paraíso cortado, esfera de mi sangre.
Una hierba de hierro me atraviesa la cara...
Sólo ahora mis ojos desheredados se abren.

Ahora que no puedo derruir tu frontera
debajo de mi frente, detrás de mis palabras.
Tocar mi vieja sombra poblada de azahares,
mi ciego corazón perdido en la manzana...


RAMON DE CAMPOAMOR





Inspiración nocturna



Por el éter resbala melancólica
la luna, y en mi frente se refleja;
a su brillo argentado se asemeja
el color de mi faz.
De la brisa nocturna el ala rápida
sutil bate mi rubia cabellera,
como las hojas de gentil palmera,
balancea fugaz.

Oscuridad, silencio, aspecto tétrico
muestra la noche tácita al ser mío,
sólo me afecta de un lejano río
el parlero rumor;
Que, llevado en las alas de aire trémulo,
se parece, en su plácido murmullo,
al compasado y pavoroso arrullo
del eterno sopor.

Cual volubles vapores, sombras fáciles
antepuestos al sol ocasionaran,
e invisibles, aéreos, se espaciaran
entre la claridad;
Así veo cruzar seres fantásticos
de la luna a los pálidos reflejos,
y vagando se pierden allá lejos
entre la oscuridad.

De vibrátil campana al son profético
exánime ha zumbado en mis oídos
y débiles temblaron mis sentidos
a su fúnebre son.
¡Y pocos mostrarán sus ojos húmedos
a ese sonido que en el viento espira
pues su divina voz no les inspira
Santa meditación!

Todos duermen, menos yo,
todo en el mundo reposa,
la campana enmudeció
el aura sobre la rosa
tranquila se adormeció.
Sordo el río susurrando
me acompaña solamente,
y con su murmullo blando
me hace acordar inocente
que el tiempo se va pasando.
Pero vano mi pensar
se pierde allá con su ruido
los dos iremos a dar
yo al seno del eterno olvido
y él al seno de la mar.
Pues, con sonoros despeños,
va rodando su cristal
por entre prados risueños,
cual la vida del mortal
que se desliza entre sueños.
Están plácidos olores
el viento aromatizando,
los condensados vapores
se posan, perlas formando,
en el cáliz de las flores.
El claro río que abruma,
con sus aguas transparentes,
la yerba que le perfuma,
la matiza con bullentes
globos de nevada espuma.
Y como ancho se dilata,
todo el estrellado coro
en su cristal se retrata...
parecen lágrimas de oro
embutidas sobre plata.
Mas ya la aurora cercana
asoma su frente hermosa
entre celajes de grana,
y traza sendas de rosa
del sol a la luz temprana.
Despiértase el aura leve
al brillar sus lumbres rojas,
y a su movimiento breve
tiemblan las húmedas hojas
del árbol que ondeante mueve.
La flor su botón rompió,
y al sol que nuevo amanece
y que la vivificó,
en holocausto le ofrece
las perlas que recogió.
Todo vuelve a florecer,
todo al ver el sol se aviva,
mas la noche ha de volver...
y en aquesta alternativa
todo camina al no ser. 


sábado, 30 de mayo de 2020



WALLACE STEVENS





Seis pasajeros expresivos



I

En China
Un anciano se sienta
A la sombra de un pino.
Ve un delfinio,
Azul y blanco,
Al borde de la sombra,
Moviéndose con el viento.
Su barba se mueve con el viento.
El pino oscila con el viento.
Así corre el agua
Sobre las yerbas.


II

La noche tiene el color
Del brazo de una mujer:
Noche, la mujer,
Oscura,
Fragante y dócil
Se oculta a sí misma.
Un estanque brilla,
Como un brazalete
Agitado en un baile.


III

Me mido
Contra un alto árbol.
Y me doy cuenta que soy muy alto,
Pues alcanzo directamente el sol
Con mi ojo;
Y alcanzo la orilla del mar
Con mi oreja.
Sin embargo, me disgusta
La forma como las hormigas
Se arrastran dentro y fuera de mi sombra.


IV

Cuando mi sueño estaba próximo a la luna,
Los blancos pliegues de su túnica
Se llenaron de luz amarilla.
Las plantas de sus pies
Enrojecieron.
Su pelo se cubrió
Con ciertas cristalizaciones azules
De estrellas
No lejanas.


V

No todos los cuchillos de los arbotantes,
Ni los cinceles de las largas calles,
Ni los martillos de los domos
Y las altas torres,
Pueden esculpir
Lo que una estrella puede esculpir,
Brillando a través de las hojas de la vid.


VI

Los racionalistas, que usan sombreros cuadrados,
Piensan, en cuartos cuadrados,
Mirando hacia el suelo,
Mirando hacia el techo.
Se restringen a sí mismos
A triángulos rectángulos.
Si intentaran los romboides,
Conos, líneas onduladas, elipses–
Como, por ejemplo, la elipse de la media
luna–
Los racionalistas usarían sombreros.


GERARD MANLEY HOPKINS




  
“The shepherd’s brow, fronting forked lightning, owns”



El semblante del pastor, enfrentando la centella bifurcada,
    concibe
El horror y el estrago y la gloria
De aquello. Los ángeles caen, son torres, del cielo
    — una historia
De gemidos justos, majestuosos, gigantescos.
Pero el hombre — nosotros, andamio de frágiles huesos;
Que alentamos, de la infancia a ras de suelo al jadeo
De la vejez, cuyo aliento es nuestro memento morí —
¿Qué bajo es nuestra viola para los tonos trágicos?
¡Él! Mano en boca vive, y evacúa con vergüenza;
Y, por más preclaro el nombre que blasone,
El hombre es Juan cualquiera, su hembra una buscona.
Y yo que muero estas muertes, que nutro esta llama,
Que... en lisas cucharas espío el reflejo de la vida
    enmascarada: domo
Allí mis tempestades, mi fuego y fiebre inquieta.


3 de abril de 1889


SHINKICHI TAKAHASHI


  

Lluvia neblinosa 




Una lluvia brumosa cae esta mañana,
Un perro fantasma se arrastra a lo largo.

Mientras me siento tomando una taza de té.
Un gato amorfo salta sobre mi regazo.

Por un tiempo en mi jardín de té imaginario
Arreglo de rocas y planta bambúes.

Entonces, con la caída de la noche barrida de nubes,
Cierro la ventana y me vuelvo.


JULIO TRUJILLO





XIII



(Arriba el sol,
que había sido impedido por las nubes,
ha estado perforando una retícula
tan tosca,
que con un solo rayo alcanza el mar.)


De: “Proa”



GEORG TRAKL





El sueño



¡Malditos sean, oscuros venenos,
Sueño blanco!
Este jardín, tan especial,
De árboles crepusculares,
Lleno de serpientes, insectos,
Arañas, murciélagos.
¡Extraño! Tu sombra olvidada
En la puesta del sol,
Un corsario oscuro
En el mar salado de la pena.
Revoloteantes aves blancas, al borde
De la noche, sobre ciudades en ruinas
De acero.


ANGELO POLIZIANO




  
Desgracia de amor



Llorad, piedras, mi dura maladanza:
es de otro la mies de mi labranza.

Siembro mi campo y otro la cosecha;
cubre mis horas la fatiga en vano;
es de otro el ave que mi sed acecha;
sólo la pluma quédame en la mano.
Otros calman la sed que me despecha;
otros ascienden, yo desciendo al llano:
llorad, piedras, mi dura maladanza:
es de otros la mies de mi labranza.


Versión de Carlos López Narváez



viernes, 29 de mayo de 2020


WANG WEI





Ascensión



El caserío anidó en el acantilado.
Entre nubes y nieblas la posada:
Atalaya para ver la caída del sol.
Abajo el agua repite montes ocre.
Se encienden las casas de los pescadores.
Un bote solo, anclado. Los pájaros regresan.
Soledad grande. Se apagan cielo y tierra.
En calma, frente a frente, el ancho río y el hombre.



GUIDO RIGGIO POU





21



Llega el ocaso.
Mañana asomarán
más bellas flores.


De: “El otro jardín”


DULCE MARíA LOYNAZ





Poema LVIII



Estoy doblada sobre tu recuerdo como la mujer que vi
esta tarde lavando en el río.
Horas y horas de rodillas, doblada por la cintura sobre
este río negro de tu ausencia.



SANTIAGO KOVADLOFF





Hombre en la sinagoga



Solía venir aquí en busca de consuelo
cuando amaba a una mujer que no me quiso.

Y cuando desoí a quienes me oyeron
y herí a quienes me amaron,
vine aquí en busca de perdón.

Un día estalló el último espejo
y mi vida fue un peso sin forma
y aquí volví en busca de Dios.
Dios calló como siempre
y entonces descubrí la sinagoga:
sus sólidas paredes,
el gratísimo silencio.
la fresca paz de este recinto en el verano.
y ya no me fui más.
Afuera la inclemencia empuja a la fe
y la fe al vacío.
Aquí dentro la ausencia de Dios importa poco.


De: “Ciertos hechos”

JUAN CARLOS SUÑEN





  
1. Íbamos al dolor sin desengaño:
teníamos la prisa de las navajas. Pero
aquella noche el vino vació sus hechuras,
y se alzó en nuestro sueño destapando su gato,
y comenzó a dolernos
no ya la soledad, ni la fatiga,
sino algo muy pequeño aquí o allá, y entonces
se nos hizo medrosa la paciencia,
nueva la leña,
húmeda la sal.

Y esa noche temimos nuestro silencio:

eso fue lo segundo que perdimos.


De: "La prisa"

CARL SANDBURG





Pérdidas
   


Tuve un amor
y un hijo,
un banjo,
las sombras.
(Pérdidas de Dios,
todas acabarán
y un buen día
nos quedaremos
sólo con las sombras.)


Versión de Miguel Martínez-Lage
De: "Puñados"

jueves, 28 de mayo de 2020


WOLE SOYINKA





Capital


  
No puede ser
que el germen que ha nutrido la tierra
lo haya atendido el hombre. Una vez vi una cascada
de germen, una abundante lluvia de grano
que escupían vertedores de boca ancha
y saciedad satisfecha; juro que los granos
cantaban.
No puede ser
que la política, las deliberaciones
tornen las brasas de mi vida
en cenizas, y en mares contaminados
descansen tristes lechos de levadura que esponjan
la pasta
del mercado mundial.


CECÍLIA MEIRELES





Aquí mi vida está…



Aquí mi vida está;
esta arena tan clara con diseños
de andares dedicados al viento.

Aquí mi voz está;
esta concha vacía,
sombra de sonido
que sufre su propio lamento.
Aquí está mi dolor. Este coral quebrado,
sobreviviendo a su poético momento.
Aquí está mi heredad
–este mar solitario que de un lado era amor,
y del otro era olvido.