sábado, 8 de diciembre de 2018


REINA MARÍA RODRÍGUEZ





la foto del invernadero



fue la que siempre quisimos y faltó.
el invernadero estaba junto al parque
con sus cristales húmedos bajo el sol que entraba
en la tarde, o en la mañana, a colorear sus plantas.
yo me paseaba contigo de la mano -eras
de estatura un poco más bajo que yo-
y así alcanzaba a ver, desde esa altura,
los tallos quebrados por mi madre
que componía y podaba las macetas de bunganvillas.
nunca entramos, éramos demasiado pequeños
para invadir la zona de confianza de esos seres extraños
que permanecían dentro. estábamos afuera.
saltando con nuestra energía sin razón
excluidos de la paciencia de las manos de mi madre
pero es allí donde quisiera vivir...
en el lugar inexacto de una foto que falta
para que no imites otra vez, o intente imitar el ser que soy.
el paisaje prohibido donde pondríamos el amor
con exclusividad.
el paisaje del deseo, que no se suponía o se reproducía a cada instante
y que permaneció oculto para nosotros
-la algarabía de ser niños no nos dejaba ver
"todos andábamos a la caza de una flora insectívora".
éramos suspicaces. ahora, acomodo en mi mente
la mente del invernadero. su llama tibia
en el centro de las imágenes haciéndonos creer que algo temblaba
o que podría no ser alcanzable.
esa incertidumbre del temblor donde cruje la madera
y la realidad se distorsiona y parte en dos lenguajes.
fue la que siempre quisimos y faltó.


9 de marzo del 95


MANUEL SCORZA





Música lenta



Para que tú entres,
a veces de tristeza, el corazón se me abre.

Como una puerta tímida,
para que tú entres, el corazón se me abre.

Pero tú no vienes,
no vuelas más sobre los campos.

En vano mi corazón
a la ventana de su dolor se asoma.
Pasas de largo,
como si el viento
soplase sólo para allá.

Pasa la mañana y no viene la tarde.
Y el corazón se me cierra,
como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.


De: "Las imprecaciones"


FERREIRA GULLAR





Canción para no morir



Cuando te vayas,
muchacha blanca, como la nieve,
llevame.
Si acaso no podés
cargarme de la mano,
niña blanca de nieve,
llevame en el corazón.

Si en el corazón no podés
acaso llevarme,
muchacha de sueño y de nieve,
llevame en tu recuerdo.

Y si allí tampoco podés
por tanta cosa que lleves
conmovida en tu pensamiento
niña blanca de nieve
llevame en el olvido.




PAOLA VALVERDE ALIER





Gancho 



Cuélgame a la par del saco
y lanza un gancho
que reviente los dientes
de la hora en que te conocí.
Quítame el abrigo
la capucha/ los anteojos
las manos de encima
los orgasmos y las risas.
Mi buena memoria para retener poemas.
Quítame las piernas cuando hurguemos otros cuerpos
arráncame lo cursi
la grasa de los platos.
Quítame el deseo de escuchar a Sabina,
quítame lo impar
que no se note.
Conviértete en silencio
que no digan que aún sigo enamorada
que se engañen
que me piensen santa
que no pregunten más por ti.
Y si derribas la carga
pagas impuestos
y extingues los malos pensamientos,
regrésame de vez en cuando a las películas
con un “stop” para alguna batalla
y acabemos a medias
sin tenernos que acabar
que de no ser por tu cuarto hoy serías un fantasma.



RENE SEGURA





El maestro


Tengo el poder de la transformación
Dominando las consecuencias.

Maestro del absurdo
Y de sus cambios.

Transformo ansiedad  en placer
Y humo en imaginación.

Maestro de los rituales de fuego
Y Señor de la destrucción.

Con un pie en el cielo y otro en el infierno mantengo el equilibrio
Aunque para que lo mantengo
Si ya no importa caer.


CLARA LECUONA VARELA




  
II



Piden escriba sobre temas sociales
aliviar mi ego
variar el estilo y la técnica.
Pero soy mi propio artífice.
Las verdades que exorcizo me salvan
de la posteridad.
Puedo escribir bajo las estrellas de Venecia
París o San Petersburgo
emplear palabras que muchos no entiendan
(es importante que no entiendan)
puedo escribir en varias lenguas
conversar con personas inexistentes
fumar un pitillo y ser absolutamente surrealista.

Podría sin dudas dejar de ser yo.