lunes, 19 de marzo de 2012


ROQUE DALTON




El Vanidoso



Yo sería un gran muerto.
Mis vicios entonces lucirían como joyas antiguas
con esos deliciosos
colores del veneno.
Habría flores de todos los aromas en mi tumba
e imitarían los adolescentes
mis gestos de júbilo,
mis ocultas palabras de congoja.

Tal vez alguien diría que fui leal y fui bueno.
Pero solamente tú recordarías
mi manera de mirar a los ojos.

Una de las caras del amor es la muerte,
en el humo de esta época eternamente juvenil.

¿Qué me queda ante ti sino la perplejidad de los reyes,
los gestos del aprendizaje ante la crecida del río,
las huellas de la caída de bruces entre la ceniza?
La propia juventud decrece
y trota la melancolía como una mula.

SILVIA ELENA REGALADO



La poesia


V

A veces me abandona
tu desnudez redonda
de vocal florecida.

Tu atardecer felino
sólo humedece
mi labios que te buscan.

Me asusta perder
la infinita ternura de tu fuego,
pero volvés
absuelta del desamparo
a derramar tu viento:
y yo me enciendo,
Poesía,
sólo para ser tuya.

ULALUME GONZÁLEZ DE LEÓN



Telegramas para Jorge



5. (Contra el frío)


Amigo desnudo:
te voy a escribir
un poema envolvente.

LAURA VICTORIA



Cegada luz


Te busco aún imagen ya perdida,
cegada luz, desorbitado viento,
esperanza tan sólo sostenida
por la ternura de mi pensamiento.

Algo tuyo quedase entre mi vida
como afilada flor de sufrimiento;
sangra mi llanto por tu propia herida
y sube tu canción por mi lamento.

Esa es la causa de mi mal cercano,
la certidumbre del inmenso hastío
que dobla las espigas de tu mano.

Porque tú eres la espuma de ese río
que nace en tus llanuras de verano
y muere en mis crepúsculos de frío.

DARIO JARAMILLO AGUDELO



Poemas de Amor I



Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo
ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio,
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi
afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el
inmotivadamente alegre,
ese otro, también te ama.