"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 30 de noviembre de 2018
ALEYDA QUEVEDO ROJAS
Contemplación
Sin
permanecer despierto
verás
la cabeza azul de la salamandra
la
noche de los nómadas
y un
Dios de marfil
Sólo lo
indispensable
para
encontrar las palabras que con rigor
expliquen
la venganza más necesaria
Un
cuchillo reluciente
corta
los cuellos de las bailarinas
y al
amanecer es posible distinguir
manchas
azules que se mueven
entre
la sangre todavía caliente.
De: “Espacio vacío”
BENJAMÍN VALDIVIA
Roma
Roma se
despertó
de nuevo en mi ventana.
de nuevo en mi ventana.
En el
hotel de paso dejo
que mis recuerdos traigan
un rostro de ultramar.
que mis recuerdos traigan
un rostro de ultramar.
(Frente
a las ruinas del templo
vuelvo a besar
los párpados de la ausente).
vuelvo a besar
los párpados de la ausente).
De: “Paisajes transparentes”
ELIZABETH REINOSA ALIAGA
Brújulas
I
A dónde
es que van los patos
de Central
Park en invierno.
Todos
piensan en lo eterno:
alimentan
a sus gatos
todos
añoran zapatos,
no
alas.
Persiguen
la orilla
de
salvación,
no la
arcilla
que
moldee una ciudad
un
país, una verdad
que
salte como una astilla,
que
duela como una cura
una
muerte, un nacimiento.
Las
aves y el firmamento
asemejan
la ruptura
destruyen
la arquitectura
del
pasado.
Todo
vuelo
lleva
consigo un anhelo
de paz
y de insurrección
cada
paloma: un embrión
que
germina en otro suelo.
II
Las
aves, el horizonte
las
ilusiones y el alba
son
conceptos,
no me
salva su retórica,
ese
monte de símbolos.
Aqueronte
simulando una balanza,
un
extremo: la esperanza
en el
otro: la apatía.
El
mundo en asimetría constante.
No
existe alianza
entre
pasado y futuro
solo
tiempo, solo abismo.
No creo
en el exorcismo
pero
practico el conjuro.
Nada es
totalmente puro,
nada
perdura en el borde.
Si hay
agua existe el desborde,
una
semilla es la selva.
No
importa quién desenvuelva
el
hilo,
hay un
monocorde silencio,
no es
el destino
es la
ley del universo:
Cómo
refutar lo adverso,
si se
niega lo divino.
Cómo
ser buen inquilino
de una
casa sin paredes.
Cómo
escapar de las redes
si la
jaula nos distingue.
El
fuego nunca se extingue
entre
arboledas.
Ustedes
representan
multitud
y yo me
vuelvo un islote,
logro
mantenerme a flote
pero no
es una virtud.
Lo
importante es la actitud
ante el
fracaso, ante el miedo.
Lo
sublime del viñedo
no es
la fruta,
es la
promesa.
Vamos
juntos a la mesa.
Todos
se van.
Yo me
quedo.
III
Soy cómplice
de la nieve
a
través de un catalejo,
sinónimo
de festejo
pero de
cosecha breve.
Otro
anuario que me debe
un
obsequio, un regocijo.
Calendario,
y acertijo:
los
patos a dónde van
yo no
sé si volverán
nuevamente
a su cobijo
¿o
prefieren el misterio
que
nace en la incertidumbre:
que el
sol funcione de lumbre
la luna
de planisferio?
¿No hay
ave sin cautiverio
ni
palabra sin censura?
Una
puerta se clausura
pero
hay cientos de ventanas.
Hay
destrucciones y hay ganas
de
iniciar otra aventura.
IV
No hay
brújulas,
pero
vamos al norte,
siempre
hay estrellas
ahogadas
bajo las huellas.
Nadie
sabe
que
arrancamos las raíces,
que
llevamos la tierra para nacer.
¿Quién
ha visto florecer
el
cactus en la nevada?
¿Y
quién la coordenada
que nos
impide crecer,
que
atenta contra el hogar?
El mar
no tiene raíces,
ni
imanes, ni directrices.
Nos
debemos al azar
pero es
mejor naufragar
que
sostener girasoles que no existen,
mirar
soles que se apagan.
Es
mejor, la espina de alguna flor,
que
sufras a que te inmoles.
V
La
patria no nos observa
la
patria nos acompaña
sin
exigirnos la hazaña,
sin
convertirse en proterva filosofía,
ni en
sierva.
Le
debemos el abrazo,
la
esperanza y el ocaso,
la
cabeza contra el muro,
un rayo
de sol oscuro,
la
victoria y el fracaso,
el amor
y la costumbre,
el
origen, la floresta,
el
destino, la protesta,
el
silencio de la cumbre.
Es
mejor que nos deslumbre
la
palabra que el mutismo.
Un
complejo mecanismo
nos ha
nacido en los hombros
No son
alas,
son
escombros de la vida,
de uno
mismo.
YOLANDA ARROYO
Tembandumba de la Yolanda
Tembandumba
usurpa mis bembes
me abre
una antilla en el pecho
una
plantación de esclavos en cada pezón
latigazos
en cada palpitación
un
barco negrero de madres oscuras
que se
ahogan ellas mismas
para
así evitar al mayoral y al amo
para
así evitar la sodomía
la
destrucción de matrices
los
dolores de parto a jovencitas de diez
un
Caribe que abanica mis labios grandes
una
Tembandumba que atraca mi afro
rescata
mi culo
estas
caderas asesinas que culipandean sueños
estas
nalgas voluntariosas
que me
hacen ser
existir
esa
Tembandumba que ha consolado mi tristeza acosada
que se
ha regodeado en la crueldad de los burlones
en la
mofa de quienes no defienden
no
reivindican
no se
solidarizan
castigo
a los de tez blanca que oprimen
y a los
de tez oscura que sudan complicidad
a
quienes imitan el hablar de una negra desconocida
sonoridad
de época arcaica
objeto
de risa
ruidos
de lengua que no me identifican
esa
Tembandumba no quiere ser negroide
no cree
en la negra maldad de canciones preciosas
soy
negra,
soy
estas bembas hermosamente ordinarias
soy
negra,
soy
este afro abultado sin alisar
soy
explayá, ensanchada, esparcida, denunciadora
soy
rizos encaracolados
alentados
por surcos de trenzas
enmarañados
con el ruido de tambores hechos mapas de escape
trenzas
liberadoras
soy Tun
Tún afroantillana
de pasa
y grifería
con
rumba, macumba, candombe, bámbula
entre
unas filas afroboricuas
soy
calabó
deidad
bambú
mano
azabache
prieta
cachonda que al Congo clama
soy
negra Tembandumba, maestro Palés
soy
grifa y pura negra, maestra Julia
soy
Guillén, Carpentier, Calibán, Makandal
soy de
la Encendida Calle Antillana.
ALEJANDRA MACHUCA
Premoniciones
a veces
pienso
cómo
será cuando hayan pasado cincuenta años
y todo
este pasado sea por fin y verdaderamente apenas el camino
qué voy
a hacer cuando caiga en la cuenta de todo lo que existe cuesta abajo
desde
cualquier barco
todas
las orillas
alumbrarán
tu pelo
JOSÉ ALFREDO SOTO
“Detrás de cada
vagina hay una botella de licor”
me dijo así mi padre.
me dijo así mi padre.
Ahora
me toca a mí
Cuando la sombra en la cabeza
de sus hijos, detenida,
mi herencia de polvo,
grotesca, grácil, así sea.
Así mismo,
misma silla, misma mesa,
mismo vaso,
una carcajada igual,
me toca.
Y es bonito porque no se sabe
como debemos
llorar.
Cuando la sombra en la cabeza
de sus hijos, detenida,
mi herencia de polvo,
grotesca, grácil, así sea.
Así mismo,
misma silla, misma mesa,
mismo vaso,
una carcajada igual,
me toca.
Y es bonito porque no se sabe
como debemos
llorar.
Desde
el fondo de la sangre hacia adentro
los de mi estirpe lloran
(vierten la mirada)
con miel de flor, con nombre
se me va el alma
por la boca a donde las almas
miran su cuerpo
y mi padre y mi abuelo
y una sola sonrisa (de frente)
de cristal.
los de mi estirpe lloran
(vierten la mirada)
con miel de flor, con nombre
se me va el alma
por la boca a donde las almas
miran su cuerpo
y mi padre y mi abuelo
y una sola sonrisa (de frente)
de cristal.
Junto a
esas cejas, mundo,
donde la escarcha crese
y pasa
de los labios;
un paño de transparencia,
un manantial para borrar los ojos
desaprender lo no aprendido, pero no
no quiero,
pero bebo.
donde la escarcha crese
y pasa
de los labios;
un paño de transparencia,
un manantial para borrar los ojos
desaprender lo no aprendido, pero no
no quiero,
pero bebo.
Me
falta el cuerpo sin mi sangre,
beber de ella es perder y ser hermoso y fuerte
irse de los ojos
a donde dos cuerpos que se alejan,
a donde mis ancestros,
seguir la vista
y el tiempo:
una cama para dos
que nunca duermen nunca
en la misma noche.
beber de ella es perder y ser hermoso y fuerte
irse de los ojos
a donde dos cuerpos que se alejan,
a donde mis ancestros,
seguir la vista
y el tiempo:
una cama para dos
que nunca duermen nunca
en la misma noche.
jueves, 29 de noviembre de 2018
JOSÉ CADALSO
Al pintor que me ha de retratar
Discípulo
de Apeles,
si tu pincel hermoso
empleas por capricho
en este feo rostro,
no me pongas ceñudo,
con iracundos ojos,
en la diestra el estoque
de Toledo famoso,
y en la siniestra el freno
de algún bélico monstruo,
ardiente como el rayo,
ligero como el soplo;
ni en el pecho la insignia
que en los siglos gloriosos
alentaba a los nuestros,
aterraba a los moros;
ni cubras este cuerpo
con militar adorno,
metal de nuestras Indias,
color azul y rojo;
ni tampoco me pongas,
con vanidad de docto,
entre libros y planos,
entre mapas y globos.
si tu pincel hermoso
empleas por capricho
en este feo rostro,
no me pongas ceñudo,
con iracundos ojos,
en la diestra el estoque
de Toledo famoso,
y en la siniestra el freno
de algún bélico monstruo,
ardiente como el rayo,
ligero como el soplo;
ni en el pecho la insignia
que en los siglos gloriosos
alentaba a los nuestros,
aterraba a los moros;
ni cubras este cuerpo
con militar adorno,
metal de nuestras Indias,
color azul y rojo;
ni tampoco me pongas,
con vanidad de docto,
entre libros y planos,
entre mapas y globos.
Reserva
esta pintura
para los nobles locos,
que honores solicitan
en los siglos remotos;
a mí, que sólo aspiro
a vivir con reposo
de nuestra frágil vida
estos instantes cortos
la quietud de mi pecho
representa en mi rostro,
la alegría en la frente,
en mis labios el gozo.
para los nobles locos,
que honores solicitan
en los siglos remotos;
a mí, que sólo aspiro
a vivir con reposo
de nuestra frágil vida
estos instantes cortos
la quietud de mi pecho
representa en mi rostro,
la alegría en la frente,
en mis labios el gozo.
Cíñeme
la cabeza
con tomillo oloroso,
con amoroso mirto,
con pámpano beodo;
el cabello esparcido,
cubriéndome los hombros,
y descubierto al aire
el pecho bondadoso;
en esta diestra un vaso
muy grande, y lleno todo
de jerezano néctar
o de manchego mosto;
en la siniestra un tirso,
que es bacanal adorno
y en postura de baile
el cuerpo chico y gordo,
o bien junto a mi Filis,
con semblante amoroso,
y en cadenas floridas
prisionero dichoso.
con tomillo oloroso,
con amoroso mirto,
con pámpano beodo;
el cabello esparcido,
cubriéndome los hombros,
y descubierto al aire
el pecho bondadoso;
en esta diestra un vaso
muy grande, y lleno todo
de jerezano néctar
o de manchego mosto;
en la siniestra un tirso,
que es bacanal adorno
y en postura de baile
el cuerpo chico y gordo,
o bien junto a mi Filis,
con semblante amoroso,
y en cadenas floridas
prisionero dichoso.
Retrátame,
te pido,
de este sencillo modo,
y no de otra manera,
si tu pincel hermoso
empleas, por capricho,
en este feo rostro.
de este sencillo modo,
y no de otra manera,
si tu pincel hermoso
empleas, por capricho,
en este feo rostro.
TOMAS HARRIS
Una indagación sobre esta pervertida manera de ver las
cosas
Un tropel de caballo amarillos galopaba el tiempo
Orompello abajo;
nosotros sabíamos que todo nos sería concedido
en sueños;
una hembra destas tierras llamada O se abría como
boca de lobo
bajo el sol de cuarenta voltios
envuelto en celofán rojo;
lo narrado transcurre durante un caluroso amanecer
de verano.
Pero estas ciudades del Sur, sin querer, te
vacían el cerebro:
blancas, como Mikonos,
fantasmas, como pueblo minero de California;
O era puta y triste.
Después de consumado su cuerpo quedó a la deriva del
baldío,
mecida por la resaca del viento,
el Pacífico,
el sol poniente.
El vientre de O era liso y cruel.
Aún después de unas leguas de calles y baldíos refulgía
en nuestros deseos como aparición,
como faro,
como fuego fatuo;
pero no sabemos a ciencia cierta si el tropel de caballos
amarillos
era parte de los pervertidos mecanismos del sueño
o un dato efectivo de lo real.
Nos habían dicho que todo nos sería concedido en sueños:
nos habían dicho: "Vayan y busquen el amor"
y ante nosotros las ciudades eran el teatro del dolor:
pero sabíamos que los
pervertidos mecanismos del sueño
se oponen al dolor
De: "Diario de Navegación"
AHMAD YAMANI
La utopía de las tumbas
1
Paredes
sin pintar,
suelo lleno de guijarros,
huesos débiles que no se sostienen,
y mis huesos acorralados en el medio.
Pienso en una pequeña manifestación
para protestar ante los ángeles que han prohibido
el calcio que nos es necesario.
Dios, sobre el hoyo, tiende su sombra sobre nosotros,
y nos deja retrasarnos en el sueño;
cae una mancha de luz entre sus manos,
entra un cuerpo oscuro,
se seca la mancha,
y conocemos a nuestro nuevo compañero,
con un corazón abierto,
nos da cigarrillos con una generosidad creciente,
nos gusta su voz cuando susurra al principio:
¿qué diablos está pasando aquí?
suelo lleno de guijarros,
huesos débiles que no se sostienen,
y mis huesos acorralados en el medio.
Pienso en una pequeña manifestación
para protestar ante los ángeles que han prohibido
el calcio que nos es necesario.
Dios, sobre el hoyo, tiende su sombra sobre nosotros,
y nos deja retrasarnos en el sueño;
cae una mancha de luz entre sus manos,
entra un cuerpo oscuro,
se seca la mancha,
y conocemos a nuestro nuevo compañero,
con un corazón abierto,
nos da cigarrillos con una generosidad creciente,
nos gusta su voz cuando susurra al principio:
¿qué diablos está pasando aquí?
2
No hay
nalgas aquí,
ni sangre,
¿cómo me imaginaré, entonces, el aspecto de una mujer?
¿cómo podré masturbarme satisfactoriamente?
Hasta las lágrimas de nuestros ojos,
se han secado aquí,
sólo queda una calma asesina,
serpientes que nos torturan con su imagen,
sin que pronunciemos ni una sola letra.
La tierra es muy amplia,
pero ello no nos ayuda nada
a respirar bien.
ni sangre,
¿cómo me imaginaré, entonces, el aspecto de una mujer?
¿cómo podré masturbarme satisfactoriamente?
Hasta las lágrimas de nuestros ojos,
se han secado aquí,
sólo queda una calma asesina,
serpientes que nos torturan con su imagen,
sin que pronunciemos ni una sola letra.
La tierra es muy amplia,
pero ello no nos ayuda nada
a respirar bien.
3
Escupí
a lo alto
y la saliva se pegó al techo de la tumba.
En los cadáveres de mis vecinos observé miradas cariñosas,
explosiones de tripas como una risotada.
Los restos de comida fabricaron muchos gusanos
que se tragaron nuestra sangre,
aunque nuestros huesos seguían siendo fuertes.
Se marchó mi amada con los dolientes,
pero, ¿qué haré con sus lágrimas?
¿Se aligerará mi odio a las habitaciones cerradas?
¿Valdrán las inyecciones de tranquilizantes
para bajar la fiebre?
Las tinieblas han descendido sobre nosotros como una gallina,
pero no seremos más que muertos
que sólo saben charlar
y orinar por la tarde.
y la saliva se pegó al techo de la tumba.
En los cadáveres de mis vecinos observé miradas cariñosas,
explosiones de tripas como una risotada.
Los restos de comida fabricaron muchos gusanos
que se tragaron nuestra sangre,
aunque nuestros huesos seguían siendo fuertes.
Se marchó mi amada con los dolientes,
pero, ¿qué haré con sus lágrimas?
¿Se aligerará mi odio a las habitaciones cerradas?
¿Valdrán las inyecciones de tranquilizantes
para bajar la fiebre?
Las tinieblas han descendido sobre nosotros como una gallina,
pero no seremos más que muertos
que sólo saben charlar
y orinar por la tarde.
4
Los
gritos que dimos al alba
no los escuchó nadie.
Los ladridos del exterior
nos incitan a la ternura.
Reptamos para que se rocen nuestros huesos
y nos amemos más;
cada uno de nosotros cuenta de su negra infancia...
mientras intercambiamos risas,
pues no tenemos un reloj de pared
para saber cuándo será la hora.
no los escuchó nadie.
Los ladridos del exterior
nos incitan a la ternura.
Reptamos para que se rocen nuestros huesos
y nos amemos más;
cada uno de nosotros cuenta de su negra infancia...
mientras intercambiamos risas,
pues no tenemos un reloj de pared
para saber cuándo será la hora.
5
Madre
mía,
te lo ruego,
cuando sepas que he entrado en mi nueva casa,
no llores,
pues quiero atesorar tus ojos para los días venideros.
Estate tranquila,
mueve la cabeza tres veces,
y envía un beso de aire.
Haré un alboroto con mis amigos aquí,
y ellos me felicitarán por mi nueva casa.
Entornaré la puerta,
a la espera de tu beso.
Y cuando tengas una nueva casa, como yo,
que esté cerca de mí, te lo ruego,
para que pueda oír tu respiración.
Respiraré casi sin dolor,
y mi muerte tendrá esa imagen final
que me he esforzado mucho en hacer.
te lo ruego,
cuando sepas que he entrado en mi nueva casa,
no llores,
pues quiero atesorar tus ojos para los días venideros.
Estate tranquila,
mueve la cabeza tres veces,
y envía un beso de aire.
Haré un alboroto con mis amigos aquí,
y ellos me felicitarán por mi nueva casa.
Entornaré la puerta,
a la espera de tu beso.
Y cuando tengas una nueva casa, como yo,
que esté cerca de mí, te lo ruego,
para que pueda oír tu respiración.
Respiraré casi sin dolor,
y mi muerte tendrá esa imagen final
que me he esforzado mucho en hacer.
6
En la
habitación vecina,
separada solo por una cortina de tela,
se tienden las mujeres, desnudas de sus sudarios,
y permanecen muy blancas.
Conseguimos, después de desesperados intentos,
abrir un agujero en el panel.
Nuestros huesos se alzan de pronto,
cuando vemos a la primer mujer que se desnuda
y coloca sus ropas en un rincón de la habitación.
En esa noche,
intentamos romper la cortina,
pero es cada vez más fuerte,
y nos conformamos con observar los blancos huesos
que siguen estando lejos de nosotros.
separada solo por una cortina de tela,
se tienden las mujeres, desnudas de sus sudarios,
y permanecen muy blancas.
Conseguimos, después de desesperados intentos,
abrir un agujero en el panel.
Nuestros huesos se alzan de pronto,
cuando vemos a la primer mujer que se desnuda
y coloca sus ropas en un rincón de la habitación.
En esa noche,
intentamos romper la cortina,
pero es cada vez más fuerte,
y nos conformamos con observar los blancos huesos
que siguen estando lejos de nosotros.
7
La puerta
de la habitación está abierta,
y la familia está completamente dormida en el exterior.
Hay pasos militares sobre nuestras cabezas,
destruirán nuestras casas para alzar un puente.
Lloraremos con nuestros amigos,
y colocaremos los libros debajo de las almohadas,
sonreiremos a nuestros absurdos recuerdos
y al sentimiento que se seca poco a poco.
y la familia está completamente dormida en el exterior.
Hay pasos militares sobre nuestras cabezas,
destruirán nuestras casas para alzar un puente.
Lloraremos con nuestros amigos,
y colocaremos los libros debajo de las almohadas,
sonreiremos a nuestros absurdos recuerdos
y al sentimiento que se seca poco a poco.
8
Cerraron
bien el lugar
y arrojaron las llaves al estómago del sepulturero .
¿Por qué nos abandonáis en las afueras de la ciudad?
Debemos estar juntos
cuando caigan las lluvias,
para cantar debajo.
Podremos hablar sobre vehículos
que nos han llevado por largos caminos para volver vacíos.
Pero las lágrimas que se han reunido en ellos
son suficientes para remojar nuestros huesos,
y no hallamos nada para calentarnos.
Cuando uno de nosotros se deslizaba para robar una cerilla,
alumbrábamos la tumba,
y la mitad de las tumbas se iluminaban en el mundo durante tres días.
Mas después vomitó el sepulturero,
y pasamos en una ordenada fila,
cantando a coro los mosquitos
que dormían en nuestros oídos,
y nuestra figura, que seducía a las adolescentes,
y nuestras repetidas masturbaciones
en un gran barril que denominan vida.
y arrojaron las llaves al estómago del sepulturero .
¿Por qué nos abandonáis en las afueras de la ciudad?
Debemos estar juntos
cuando caigan las lluvias,
para cantar debajo.
Podremos hablar sobre vehículos
que nos han llevado por largos caminos para volver vacíos.
Pero las lágrimas que se han reunido en ellos
son suficientes para remojar nuestros huesos,
y no hallamos nada para calentarnos.
Cuando uno de nosotros se deslizaba para robar una cerilla,
alumbrábamos la tumba,
y la mitad de las tumbas se iluminaban en el mundo durante tres días.
Mas después vomitó el sepulturero,
y pasamos en una ordenada fila,
cantando a coro los mosquitos
que dormían en nuestros oídos,
y nuestra figura, que seducía a las adolescentes,
y nuestras repetidas masturbaciones
en un gran barril que denominan vida.
Versión de: Milagros Nuin
PABLO ANTONIO CUADRA
La noche es una mujer desconocida
Preguntó
la muchacha al forastero:
-¿Por qué no pasas? En mi hogar
está encendido el fuego.
Contestó el peregrino: -Soy poeta,
sólo deseo conocer la noche.
Ella, entonces, echó cenizas sobre el fuego
y aproximó en la sombra su voz al forastero:
-¡Tócame! –dijo-. ¡Conocerás la noche!
-¿Por qué no pasas? En mi hogar
está encendido el fuego.
Contestó el peregrino: -Soy poeta,
sólo deseo conocer la noche.
Ella, entonces, echó cenizas sobre el fuego
y aproximó en la sombra su voz al forastero:
-¡Tócame! –dijo-. ¡Conocerás la noche!
NATÁLIA CORREIA
El poema 1
El poema no es el canto
que del grillo hasta la rosa crece.
El poema es el grillo
es la rosa
y es aquello que crece.
Es pensamiento que excluye
una determinación
en la fuente donde él fluye
y en aquello que describe.
El poema es lo que en el hombre
más allá de sí se atreve.
Y los sucesos son piedras
que trasciende la poesía
en la ya lejana noción
de describirlas.
La misma noción es sólo
nostalgia que se desvanece
en la poesía. Pura intención
de cantar lo que no conoce.
De: “Poemas”
El poema no es el canto
que del grillo hasta la rosa crece.
El poema es el grillo
es la rosa
y es aquello que crece.
Es pensamiento que excluye
una determinación
en la fuente donde él fluye
y en aquello que describe.
El poema es lo que en el hombre
más allá de sí se atreve.
Y los sucesos son piedras
que trasciende la poesía
en la ya lejana noción
de describirlas.
La misma noción es sólo
nostalgia que se desvanece
en la poesía. Pura intención
de cantar lo que no conoce.
De: “Poemas”
TRISTAN CORBIÈRE
Buena fortuna y fortuna
Odor della feminità
Suelo
hacer la carrera, cuando acompaña el día,
Para la viandante que con gesto vencedor,
Quiera hilar a cruceta, asuso su sombrilla,
Un guiño de mi niña, la piel del corazón…
Para la viandante que con gesto vencedor,
Quiera hilar a cruceta, asuso su sombrilla,
Un guiño de mi niña, la piel del corazón…
Alegre
–¡sin exceso!– me siento, hay que vivir:
Para engañar el hambre, se emborracha el mendigo.
Para engañar el hambre, se emborracha el mendigo.
Un buen
día –¡qué oficio!– hacía, de este modo,
Mi crucero. –¡Qué oficio!… – Al fin, ella pasó.
–Ella ¿quién?– ¡La viandante! ¡Ella, con su sombrilla!
Lacayo de verdugo, la rocé… –pero ella
Mi crucero. –¡Qué oficio!… – Al fin, ella pasó.
–Ella ¿quién?– ¡La viandante! ¡Ella, con su sombrilla!
Lacayo de verdugo, la rocé… –pero ella
Me miró
desde arriba, sonrió por lo bajo,
Y… me tendió su mano, y…
me dio cuatro perras.
Rue des Martyrs.
Y… me tendió su mano, y…
me dio cuatro perras.
Rue des Martyrs.
miércoles, 28 de noviembre de 2018
RICARDO CASTILLO
Pin uno, pin dos…
Son las
diez de la noche.
De nada
sirven los 600 gramos de felicidad
que ha
ahorrado mi padre.
Prevalece
una agitación de ladrones en el seno familiar
y cada
quien declina
con su
particular manera de desventurar la sangre.
Parece
como si el movimiento fuera la bancarrota,
como si
el amor fuera tan sólo cosa de adolescentes.
Mi
padre nos quiere,
mi
madre nos ama
porque
hemos logrado ser una familia unida, amante de
la tranquilidad.
Pero
ahora que son las diez de la noche,
ahora
que como de costumbre nadie tiene nada que hacer
propongo
cerrar puertas y ventanas
y abrir
la llave del gas.
ANA ROSETTI
"...se hallaba tendido en una chaisse-longue, y tenía en
su blanca mano una rosa sin perfume."
O. Mirebau
su blanca mano una rosa sin perfume."
O. Mirebau
Es tan
adorable introducirme
en su lecho, y que mi mano viajera
descanse, entre sus piernas, descuidada,
y al desenvainar la columna tersa
-su cimera encarnada y jugosa
tendrá el sabor de las fresas, picante-
presenciar la inesperada expresión
de su anatomía que no sabe usar,
mostrarle el sonrosado engarce
al indeciso dedo, mientras en pérfidas
y precisas dosis se le administra audacia.
Es adorable pervertir
a un muchacho, extraerle del vientre
virginal esa rugiente ternura
tan parecida al estertor final
de un agonizante, que es imposible
no irlo matando mientras eyacula.
en su lecho, y que mi mano viajera
descanse, entre sus piernas, descuidada,
y al desenvainar la columna tersa
-su cimera encarnada y jugosa
tendrá el sabor de las fresas, picante-
presenciar la inesperada expresión
de su anatomía que no sabe usar,
mostrarle el sonrosado engarce
al indeciso dedo, mientras en pérfidas
y precisas dosis se le administra audacia.
Es adorable pervertir
a un muchacho, extraerle del vientre
virginal esa rugiente ternura
tan parecida al estertor final
de un agonizante, que es imposible
no irlo matando mientras eyacula.
De: "Los devaneos de Erato"
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