jueves, 21 de diciembre de 2017


MARIO BENEDETTI




136



siempre se vuelve
con los viejos amores
o con los nuevos


HUMBERTO GARZA




Sólo yo



Se van muriendo tus palabras,
el viaje termina sin tu voz.

¡Sólo yo!
¡En el peñón altivo de tu alma,
en el silencio grande de tu alma,
¡Sólo yo!

Tu mano cruza por el aire y deja
vorágines de amor en la Creación,
luego hiere la piel de mis tejidos
con abatidos tonos
de una Escala Menor.

¡Sólo yo!
Sobre la cresta hermosa de tu imagen,
¡sólo yo!

¡Yo, nada más!
¡Nada más yo!
Vibrando en el alma de tus cosas,
rodando sobre el eje de tu mente,
creciendo en el abdomen de tu sombra
y amando el blanco mármol de tu frente.

¡Yo, nada más!
en la armonía de tu canción.
Enloquecido en el vaivén de tu alma,
¡sólo yo!

Dentro de todo lo que huele a ti,
cubriendo todo lo que sabe a ti,
dentro de cada letra que te busca
como un clavel que escribe sin saberlo;
¡sólo yo!
 


CHARLES BAUDELAIRE




147. El fin de la jornada



Bajo una pálida luz
Corre, danza y se retuerce
La Vida, impura y gritona.
Tan pronto como a los cielos

La gozosa noche asciende
Y todo, hasta el hambre calma,
Ocultando la vergüenza
Se dice el Poeta: «¡Al fin!
Mis vértebras, como mi alma,
Codician dulce reposo;
De fúnebres sueños lleno

La espalda reclinaré
Y rodaré entre tus velos,
¡Oh refrescante tiniebla!»


De: "La muerte":


LORENA VENTURA





Precisiones de la sombra




A veces dios va dejando charcos
            con los que se despide
verticalmente
de los hombres.

Nostalgias del mar que aquí no recordamos.

Mirada neutra de una lluvia
que no hicimos caer encima nuestro.

Y ese lenguaje nítido que no entendemos
–honduras de una luz imprecisa,
espejos en los que nadie quiere ver su rostro–

es ahora  la palabra de un sólido desastre
que nos llena el corazón de nada,

–un cordero empapado
tiritando en la reja de los huesos.

(Y el polo también es un enorme bache
donde los osos polares deletrean la desgracia:
la difícil alba de quedarse a medio mar
en un naufragio de hielo solitario

–estado sólido de una luz que se derrumba)

Toda lluvia de hoy es un diluvio,
una daga que detiene la alegría en los cristales.

A dios se le acabó la eternidad.



ADRIANA TAFOYA




Guardemos todos pájaros bajo la falda



Alejémonos de la absoluta blancura
de pechos minimalistas y lunas griegas
Césares castrati y ángeles perversos.
De sus volantes y sus frunces, alejémonos
dejemos de flotar en la espuma de esas mentas
—que somos polvo maliciento—
mantengamos los dedos activos
aunque sean silencio las notas del piano
y estén vibrosas, toqueteantes por aquí y por allá,
las teclas de este enorme amante negro.

Guardemos hombres y mujeres bajo las faldas
pajarillos de todos colores,
tibiemos la piel de madre-humedad
para que no aleteen pequeñas sus pestañas por el frío
y suden consuelo en el aislamiento.

Seamos oscuros
y huyamos de la absolutista elocuencia del cielo,
apretemos con las piernas tantos pájaros como se pueda madurar
hasta que revienten de blancas y puras plumas
como hacen las más tercas, temibles y amorosas muchachillas
con su manchón de vellos.
Entonces volarán los gorriones de la garganta
y posible es —que sólo así— listos estemos
para pertenecer al elegante mármol del cementerio y ser
un puñado
de flores agresivas.


ELIANA MALDONADO




Cuerpos



Cuerpos de piel marina,
salados, frescos y profundos.
Cuerpos dulces como algodón de azúcar,
ágiles y simples.
Cuerpos cerebro,
autómatas, calculadores.
Cuerpos como obras de arte,
sencillo, para no tocar.
Cuerpos tortuga,
que se protegen, lentos y silentes.
Cuerpos río,
como agua que se escurre,
frescos, briosos.
Cuerpos enfermizos,
yermos, con pústulas.
Cuerpos tornado,
destructivos, lacerantes.
Cuerpos tierra.
amables y gentiles,
vientre y médula.
Cuerpos con piel de cordero,
como lobos ocultos.
Cuerpos voraces, arácnidos,
constrictores, rastreros.
Cuerpos que mudan de piel.
Pieles que se resquebrajan.
Pieles como la mía.