sábado, 21 de diciembre de 2024


 

JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ

 


 

Línea de flotación

 

 

Sentir la vida,
respirar el aroma
de sus latidos.

Ver a Pessoa
conversar por las voces
de unos y otros.

Hablar a señas
con un dedo de anís,
tocar su espectro.

Oír la música,
las risas, el romper
del hielo hundido.

Pensar el tiempo
que pudo ser posible
polifonía.


CAROLINA ESCOBAR SARTI

 

 

 

Veneno

 


Para endulzar tu saliva
tu sangre
y la humedad de tu cuerpo
usaré veneno.

Te veré morir
lentamente
en este lecho
entre manos de agua
y leche.

La palabra que te ama
recorrerá tu cuerpo.

Como arsénico.

Interrumpirá tu vida
y sentirás que la locura
ebria
desnudará tus sueños.

Te verterás
convulsionarás
te paralizarás.

En el portal del abismo
desatará los nudos
para encontrarte...

 

ABRIL MEDINA

 

 

 

 

Arponear el lomo de nuestra propia bestia
ser la falta de lluvia en persona
tener en los ojos sólo peces
que se ahogan…
villano de mí mismo
qué me permitirá nunca
serenarme

 

LUIS BENITEZ

 

  

 

La bestia de la aurora

 

 

El gato perpetuo en la mañana absoluta
está gritando que es bestia de la aurora,
¿y quién oye al mínimo animal que encarna,
sino el árbol de oro a cuyo pie repite,
se desgañita?
Está hecho de animales
como una fábula antigua,
pero ni aquellos frisos encanecidos
por el polvo donde duermen los imperios,
ni la fresca novia del amanecer alcanzan
para adelgazar el oído que duerme,
que duerme aunque hace mucho es de día.
Brutal sombra que ves
con indiferencia la sombra de tu sombra
y la de todos hundirse lenta como un barco
en el océano que alardea de ser
la única, posible sombra,
como todo lo terrible tú pareces pedir apenas
una caricia inconsciente de lo frágil,
simulas ser un sirviente y eres el amo que distingue
entre el árbol de oro y la raíz,
por siempre hundida en la tierra,
volumen apenas de la sombra.

 

 

LUIS CERNUDA

 

  

 

Estoy cansado

 

 

Estar cansado tiene plumas,
tiene plumas graciosas como un loro,
plumas que desde luego nunca vuelan,
mas balbucean igual que loro.

Estoy cansado de las casas,
prontamente en ruinas sin un gesto;
estoy cansado de las cosas,
con un latir de seda vueltas luego de espaldas.

Estoy cansado de estar vivo,
aunque más cansado sería el estar muerto;
estoy cansado del estar cansado
entre plumas ligeras sagazmente,
plumas del loro aquel tan familiar o triste,
el loro aquel del siempre estar cansado.

 

FRANÇOISE ROY

 

 

 

El tragafuego

 

 

A veces, se pegan en la faringe y forman una costra, telaraña gigante que taparía la entrada de anchísimo sendero. Las oigo subir en espiral con un zumbido insectil, arremolinarse, enjambre, estamento de la luz que busca el pasadizo exterior. Entre sus manos callosas jalan un cordel que me forzaron a detener, y henos aquí, cada quien tirando de su lado como cipreses inclinados en una tormenta. Oigo crujir el sisal, nada se rompe, sólo esos puntos cardinales que dentro de mí se apartan de su opuesto. Oh pestaña en el iris. Llave rota en el ojo de la cerradura. Fermento de ese limbo de vocablos que estallan en un disparo. Oh palabras que ostentan su diminuto pabellón como pavesa del fuego mayor.



De: “A flor de labios (plaqueta)”.