domingo, 21 de febrero de 2021


 

JOSÉ LANDA

  

 

 

 

Reino de la humedad

 

 

De tus peores enemigos:
la humedad –hipócrita lectora
de nuestras inscripciones privadas–
Su aparente inocencia le permite acceder
a pensamientos Planes de traición Deseos
Todo lo inaccesible se abre a su paso
Hasta el futuro cede a sus caprichos
de salomeica ramera capaz de cortar nuestras cabezas

 

En un principio fue la humedad
No los dioses de las distintas mitologías
Ni el amor –como pretenden
los ancianos poetas–
Es la mejor aliada del tiempo
Por ella sabemos de la destrucción y la vejez
Se multiplica a la velocidad de la luz
pero con la ventaja de ser imperceptible
No hay ojos capaces de mirar
cuando empieza a invadir las regiones
más secretas del mundo
Recorre con discreción de víbora las casas
y sus moradores Invade con sigilo dormitorios Baños Vestimentas Muebles
Todo lo corruptible y perecedero
Vuelve a las piedras valles de musgo
Al musgo países de la desolación

 

Hay que temerle a la humedad Con ella
da comienzo todo y en ella desemboca
Estas palabras son arroyos de saliva
que humedecen la página
La página mira tus pupilas

 

EMILIANO GONZÁLEZ

 

  

 

4

 

 

Fantasmas londinenses. Detectives.
Piratas y mendigos. El desierto
de Texas y de Arabia. Los que han muerto
en Maelstroms y en fantásticos declives.

  

De: “Miniaturas para definir a Borges”

 

 

UMBERTO SENEGAL

 

 


 

 

Silénciate, avecilla,

se te adelantó

la luna.

 

JIM MORRISON

 

 


 

Traducciones de lo divino

en todas las lenguas. El Blues,
Los discos te ponen high,
en ejércitos / en radios dinámicas.
El nuevo soñador le cantará
A la mente ideas liberadas
de las garras del discurso.
Estaciones de la mente piratas. Las Vegas T.V.
Funciones de medianoche.

 

 

THOMAS MERTON

 


 

Poema sin título

 

 

Toda teología es una suerte de cumpleaños
Cada uno al nacer
Llega al mundo en la forma de una pregunta
Para la cual las viejas respuestas
No son suficientes.

 

Nacimiento es pregunta y revelación.
La base del nacimiento es el Paraíso
Sin embargo nacimos a miles de kilómetros
Lejos de nuestra casa.
Un Paraíso implora en nosotros
Y vagamos más lejos aún.
Tal es la teología
De nuestros cumpleaños.

 

Obscura teología en los pasos de la Estación de Cincinnati:
Soy interpelado por el frío Diciembre
De 1941. Un pequeño copo de nieve
Se derrite en mi párpado como una conjetura
Y es olvidado.
(Al otro lado del río mi significado se ha hecho carne
Es tibio, llora por recibir cuidados
Al otro lado del río
el cielo implora.

 

El cielo implora sin causa
Para siempre si yo no encuentro
La pregunta que me busca
Las puertas están cerradas
El monasterio es frío
Pero todo aquí es certero:
En el centro no obstante
El fuego arde.

 

El Fuerte Thomas Kentucky
En año de guerra
Es como Belén, obscuro
Pero no tan inocente.
Y yo también soy prisionero
De una teología voluntariosa
Mientras al norte de mí una pregunta
Implora en la nieve
Puesto que yo soy (el menos por el momento)
Un hombre sin dudas
Renunciando al lujo de las interrogaciones.

 

La Sabiduría crece como una flor
Gira su inocente cara
En dulce compasión
Sur y Este
Preguntándose acerca de las estaciones
Sol lluvia y monjas
No sabiendo.

 

Yo soy terco
Saco diez teorías de una piedra
En un muro de piedra del Edén
Una flor desconocida me ama más
Sin yo saberlo
El fuego en el centro
No obstante sigue aquí
Y arde.

Los cielos manifiestan una pájara
Con alas agraciadas
Su vuelo es como una pregunta
Buscando el sur
Por alguien.

 

La teología es a veces enfermedad
Un cuello roto de indagaciones
Una duda indefensa
En una cama eléctrica.

 

La pájara encuentra esta duda
Destrozada en la fiebre
Y sabe: “Tú eres mi gloria
Y yo tu respuesta-
Si posees una pregunta.”

 

Cantar es empezar un enunciado
Como “quiero ponerme bien.”
“Yo no nací en vano
Y tú tampoco:
El cielo nunca ha implorado
En vano”

 

Y la tierra fértil de la soledad
Es el amor. La tierra fértil de la duda
¿Es la verdad?

 

Entonces toda teología
Es una suerte de cumpleaños
Un camino de vuelta a la casa de donde provenimos
Edén y epifanía
En que dos preguntas extraviadas
Hacen órbita
En medio de la nada.
¿Es ésta la respuesta?

 

Nadie ha nacido nunca
Por cuenta propia: se requiere más de uno.
Cada cumpleaños
Tiene su propia teología.

 

MARA ROMERO

  

 

Ayer vino la muerte

  

A las muertas de Juárez,
con su voz silenciosa que crece
en el huerto de la angustia

 



Ayer vino la muerte,
se llevó mis ojos
y desprendió mis carnes
como anguila quemado respiros;
la hierba prendió su verdor,
y fui clarividente de mi fin,
grito, mi lengua se pudre en silencio.
Nadie quiere escuchar.
Camino boca abajo,
mi piel morena
es un camaleón ciego;
mis manos
buscan respuestas en el fango
que llega a mi barbilla;
mi boca grita mi nombre
dócil, ciega
como murciélago condenado a luz.

 

 

II

 

Mis párpados apagados;
no más besos;
soy cuerpo resintiendo la podredumbre,
mi entierro visto detrás
de la ventana entreabierta;
destierro arañando mi puerta;
golpes de mar tumbando
una verdad que no se distingue.
Un pelícano merodea mi cuello
mientras estrecho la mano de una sombra
que me parte
y confunde mi último día;
con plañideras que desafinan;
monaguillos que aprietan mis manos,
para dejar pizcas de fe.
Es la dolencia de la predicción,
indiferencia del mundo
ante mi partida,
que me hace esperar entre árboles que hablan
una lengua inexistente.

 

 

III

 

Mi corazón transparente
respira vientos de tormenta,
son los dioses del olimpo
que desvelan su furia
de olvido en el aire;
lluvia homicida
que lleva mis brazos remo
en un río que ríe de inmenso.
Y mis ojos prendidos desprenden flechas,
de una figura apocalíptica
que duerme a mi lado
me hace el amor en pesadillas
dejando mi cama húmeda de resentimiento.
Mi cuerpo gárgola,
mira sin ojos el tiempo,
come con recuerdos
y deja marcas.
Soy noticia que se convierte
en arena, grito imaginario,
apéndice que señala dolor
soy pendiente, deuda por pagar,
pena desbalagada en ruinas:
yo, incompleta caminando en un campo
que asusta de real.